Oscar Németh - Actor y animador sociocultural

“Vengo de una generación con un fuerte compromiso social y cultural”

viernes, 29 de octubre de 2010 00:00
viernes, 29 de octubre de 2010 00:00

Nacido en Rosario, Santa Fe, participó en el teatro desde muy chico hasta integrar grupos de prestigio artístico y fuerte impronta social. En 1980 se trasladó a Tucumán, donde desarrolló una extensa actividad cultural a la vez que se formó en una diversidad de instituciones, con maestros y maestras de distintas disciplinas.
Desde 2004 está radicado en Catamarca, donde dirigió la Comedia Municipal de esta ciudad. Actualmente trabaja como docente del Instituto Superior de Arte y Comunicación y en proyectos independientes, entre los cuales se destaca el colectivo de artistas que promueve el espacio cultural La Primitiva. También dicta talleres de narración oral y es conocido en nuestro medio como “el Organillero Cuentacuentos”.

 

- ¿Cómo empieza su relación con Catamarca?

- Yo tengo una historia de viajes, de ir y venir de muchos lados. Conozco Catamarca desde el año ‘80, cuando andaba de gira con espectáculos que producíamos con grupos independientes de Rosario. Catamarca siempre me llamó la atención porque me parecía que albergaba muchos rituales, a diferencia de otros lugares más poblados, más cosmopolitas, donde se fueron perdiendo. Y esto me conectaba con una teatralidad distinta, con una experiencia de lo teatral que pasaba por otro lado, una vivencia, una puesta en escena de la vida ritual del pueblo.
Cuando tenía 40 años empecé a trabajar en el Instituto Nacional del Teatro, lo cual me hizo pasar muchísimas veces por Catamarca. Esta experiencia me marcó. El INT se crea para favorecer el desarrollo de la teatralidad en el pueblo argentino, si bien se subsidia a los artistas que hacen teatro, se busca que el teatro como lenguaje sea adoptado por el pueblo y que no se pierda como posibilidad expresiva ante el avance de la tecnología y de las nuevas formas de la comunicación.
Catamarca era una de las provincias con la que había más problemas, pero a la vez tenía toda esta ritualidad muy rica y todos esos ritos populares que persistían en el tiempo. Y también hubo actores que calaron hondo en la idea de un teatro nacional, como Sánchez Gardel y Ezequiel Soria, que vivieron intensamente la cultura de este pueblo y este lugar y que, trasladados a Buenos Aires, hicieron un aporte importantísimo en el desarrollo del teatro argentino.
Pero todo esto entraba en contradicción con que acá en Catamarca el lenguaje teatral está muy diseminado entre la gente, no se profesionaliza lo suficiente, no se pide la cantidad de subsidios, no tiene el desarrollo que el INT pensaba que Catamarca debería tener. Entonces empecé a mirar qué hacía falta y ver también la posibilidad de instalarme acá, desarrollar algunas actividades que tenían que ver con la enseñanza de técnicas que había ido adquiriendo en otros momentos, en otras circunstancias. En algún momento de mi vida fui muy estudioso del teatro, un antropólogo de la teatralidad. Había pasado por algunas instancias y sentía que me estaba permitido enseñar, mostrar algunos modelos de creación que sean alternativos, distintos. Así que terminé la tarea en el INT y empecé a ver cómo podía hacer para venirme a Catamarca. Coincidió con que hubo un concurso en la Comedia Municipal buscando directores, así que presenté mis antecedentes allí y quedé. Trabajé dos años y pico en la Comedia, lo que me permitió tener un mayor contacto con la vida teatral de Catamarca, haciendo las giras por el interior, y si bien ya lo había visitado muchas veces, nunca con una producción teatral.
Cuando terminé el trabajo en la comedia, tuve la posibilidad de enseñar en el ISAC, de poder producir algo con alumnos, hoy estoy formando a los futuros docentes.

-Es un activo militante...

- Y, vengo de una generación con un fuerte compromiso social y cultural, sobre todo en la época de la dictadura militar. He formado parte de lo que fue la oposición a ese régimen y pienso que hacer teatro y militar en algunos espacios para modificar pequeñas cosas están intimamente relacionados, tiene que ver con la comunicación con el otro, con el trabajo colectivo, con la posibilidad de expresarse, de participar en los procesos de identidad que de alguna manera nos son negados, de los cuales estamos excluidos por ser como somos o vivir donde vivimos. Siempre formó parte de mi vida la militancia social. En algunos momentos, en la lucha de enfrentarme directamente a la dictadura militar; en otros momentos por el establecimiento de los derechos humanos en lugares donde había grados de marginación y perversión social muy grande.
En el caso de Catamarca eso me pone muy cerca de la lucha de lo que se conoce como “ambientalista”. Yo formo parte de un proceso social que no es sólo una lucha por el ambiente, se trata del ambiente ahora, en esta circunstancia en la que uno siente que hay un proceso de enajenación de los recursos que pertenecen a los catamarqueños, y entonces me preocupa que el aire sea respirable, que la tierra sea de la gente que vive en esos lugares, que tiene intereses y bases culturales, que hacen de ese lugar algo muy distinto de lo que hacen las empresas extranjeras, que sólo la ven como un territorio a donde ir a extraer las riquezas minerales.

- ¿Cómo surge “La Primitiva” como espacio cultural?

Surge por la necesidad de un espacio para que pasaran ciertas cosas que queríamos. Sucedió que La Ventolera (un grupo de artistas plásticos) no tenía dónde exponer obras, el lugar en el que estaban les quedaba chico, y sumado a eso todos los cambios sociales que se fueron dando al principio de este siglo nos hicieron llegar a 2005 con una necesidad de expresarnos de una manera distinta de la que se podía hacer en los espacios de alguna manera llamados oficiales. En ese momento tampoco había Predio Ferial, ni Museo de Bellas Artes, estaba cerrado el Cine Teatro Catamarca, se estaba cerrando el Girardi, estábamos pasando por un momento crítico en cuanto a espacios.
Y así empezamos a colaborar mutuamente con La Ventolera, haciendo cosas de teatro y plástica en conjunto. Y de ahí salió la posibilidad de gestionar un espacio más grande, que no fue nada fácil en Catamarca pero, por suerte, nos encontramos con el dueño de la fábrica tradicional de dulces La Primitiva que fue una persona bondadosa, se interesó en un proyecto de estas características y permitió que hiciéramos los cambios que hacían falta en el espacio. Y después pasó lo que no sabíamos ni esperábamos que pasara: poco a poco La Primitiva se instaló como un espacio de un colectivo de gente más grande, que nos excedía a nosotros, que necesitaba de ese lugar como una referencia a sus apetencias culturales, a la necesidad de que pasen determinadas cosas.
Todavía hay ciertas discusiones, hay un modelo que se está acomodando y viendo cómo vamos a funcionar, qué se puede hacer y qué no, en función de las posibilidades que tenemos. Pero lo importante que está pasando es que somos un colectivo de artistas que está gestionando un espacio, y también hay un colectivo de gente que siente que ese espacio lo representa como un lugar donde se consume un arte producido en Catamarca. Porque lo más significativo de todo es que se está produciendo arte catamarqueño.

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