Alejandra Reinoso

“Las trans tenemos más garantías y leyes, pero oportunidades, no”

miércoles, 12 de diciembre de 2012 00:00
miércoles, 12 de diciembre de 2012 00:00

Termino de charlar por más de 30 minutos con Alejandra Reinoso y apago la grabadora. “Acabás de decir cosas bastante fuertes”, le digo. “Este sería el momento para decirme si querés que algo de esto no lo publique”, me siento en la obligación de aclararle. Ale me mira, sonríe y me dice: “Mirá, a esta altura… Vamos por todo. No podemos seguir calladas”.
Alejandra Reinoso es una activista por los derechos de la igualdad y una referente de la comunidad trans catamarqueña, quien se define a sí misma como activista de los derechos humanos y forma parte del Consejo de Diversidad de la Municipalidad de la Capital. En esta charla cuenta parte de su interesante historia de vida y lo que le toca vivir como parte de esta comunidad.

- ¿Cómo se encuentra actualmente la comunidad trans?

- Yo creo que vamos mejorando; había cosas muy silenciadas y muy tabú, pero hoy ya no lo son tanto. Antes, por ejemplo del VIH no se hablaba, pero actualmente la gente conoce más sobre el tema y se cuida más, por ejemplo; más allá de que no fluye un gran cúmulo de información, pero se notan cambios positivos.

-¿De qué dependen?

- Dependen de la evolución y la participación que empieza a tener la gente; de diez años para acá, la sociedad civil se ha organizado con agrupaciones. Hay charlas, asambleas, se generan propuestas, estamos más domesticados.

- ¿Qué contempla el término diversidad?

- Es un término político. Ya se rompieron las barreras de hablar de lo sexual e identirario como una cuestión de vida, y es lo que trasciende a una cuestión social y política. Lo diverso involucra hablar de estas cuestiones como homosexualidad y heterosexualidad, pero la heterosexualidad también es diversidad.

- ¿Cómo preferís que se refieran a vos?

- Yo ya tengo mi identidad definida. Las poblaciones trans tenemos nuestras identidades, que ya eran legítimas socialmente y los reconocimientos que se dieron en los últimos tiempos a nivel estatal le dio el marco de legalización. Lo del documento, por ejemplo, fue cerrar ese círculo en ese sentido.

- ¿Cuándo eras chica, hubo algo en particular que te hiciera notar que eras diferente?

- Yo lo fui notando a medida en que fui incorporándome al mundo social. Empezás a construir tus conocimientos y decidís qué querés y que no. Me acuerdo en el jardín de infantes, a los cinco años, a mí me gustaba el papá de un compañerito, que me dejó muy frustrada porque nunca me dio pelota aunque, obviamente, no hubiera correspondido porque se hubiera tratado de pedofilia (risas); pero en definitiva es todo una construcción que hacemos en el medio social.

- ¿Qué pasó cuando decidiste no usar la misma ropa que tus compañeros e identificarte?

- Bueno, yo fui pasando por diferentes procesos y los fui analizando. Yo elegí cuándo me convenía declararme abiertamente y cuándo no. Pasaba en mi medio que las chicas trans que se definían a temprana edad, 12 ó 13 años, eran echadas de sus casas y tenían que dejar la escuela para terminar en una esquina. El primer indicio que tuve fue a los 5 años y yo ya me sentía identificada desde ese entonces.
A mi identidad la declaré un poco antes de cumplir los 21 años, porque en el proceso de mi adolescencia conocía a las otras chicas que visibilizaron sus identidades y ya estaban prostituyéndose, porque no entraban en los cánones de lo normativo otra manera de subsistencia. Se veían obligadas a abandonar sus casas y la escuela, porque no tenían padres que las banquen. Esto les pasó y aún les pasa a la mayoría de las chicas.

- ¿No encuentran otra alternativa?

- Mirá, hay chicas que hoy no están porque les tocó desaparecer en la época de los procesos y eso fue totalmente ignorado. Estamos insertas en una sociedad que nos hace vivir por fuera. Las compañeras desaparecidas no están en las fotos colgadas en la Legislatura. Nuestros estilos de vida estaban silenciados y ocultos y estar o no estar, al no haber familiares que reclamen, era lo mismo para la sociedad. De todas maneras, fuera de la época del proceso, nuestras poblaciones estaban judicializadas y en plena democracia, los derechos no nos alcanzaban a nosotras.
- ¿Cómo fue tu vida después de los 21?

- Yo veía estas situaciones y corría el riesgo de dejar mi familia, mis estudios e ir directamente a pararme a una esquina, pero ya tenía poder de decisión, tenía que calcular esas variables. Y creo que hacerlo a esa edad fue la mejor opción.

- ¿Hoy por hoy hay más oportunidades para la comunidad trans?

- No, más posibilidades, no hay. Lo que sí tenemos son más garantías y más leyes, pero oportunidades, no tenemos.

- ¿Con qué se encuentran a la hora de ir a buscar trabajo?

- No, las chicas no van a buscar trabajo porque ya sabemos que el rechazo está garantizado. Precisamente la labor del Consejo de Diversidad se focaliza en el futuro. En mi caso, estoy en una posición un tanto cómoda porque manejo mi rutina y mi trabajo, pero en gran medida se debe a que por parte del Estado nadie tiene idea de cómo trabajar diversidad y hay mucho miedo.

- ¿Cómo es tu situación laboral?

- Yo soy una empleada más o un poco menos que una empleada; yo tuve la oportunidad de empoderarme, de estudiar y tuve acceso a herramientas a las que las otras chicas no tuvieron, pero de la Municipalidad no tengo siquiera un contrato, me pagan $1.200; desempeño este rol porque en los otros estamentos del Estado no saben cómo manejarlo. Pero, a decir verdad, yo no vivo de lo que saco de acá, termino haciendo trabajo sexual, y caí en el círculo en el que no quería caer, pero forma parte del folklore cultural de nuestra comunidad. La mayoría de las chicas entra a ese circuito y no las vas a sacar de las calles porque ya forma parte de sus esquemas de vida y ya tienen una resistencia al cambio, porque se encuentran en espacios que son hostiles y desconocidos. Al trabajo sexual saben cómo manejarlo y cómo defenderse.

- ¿Hay mucha hipocresía?

- Sí. Especialmente en la gente que detenta el poder, que son los que cuecen habas.

- ¿Se notaron cambios en la era k?

- Sí, fueron sustanciales pero no radicales, al menos en esta provincia, en otras se está encarando de otra manera. Acá, con esta gestión volvimos al modelo de políticas sociales de hace veinte años atrás. Hemos entrado en la era del reconocimiento y del trabajo de los Derechos Humanos, pero ese concepto cambió, porque hay que entender que los derechos humanos no son para los muertos, necesitamos políticas sociales y derechos para los vivos.

- ¿A qué te referís con políticas sociales?

- Son las que tienen que impactar en la calidad de vida de la gente; lo que no sucede. Yo, por ejemplo, pago $1.500 de alquiler, y como te decía, en la Municipalidad gano $1.200. ¿Cuál es el impacto en mi nivel de vida?... Si con el trabajo que hago acá no pago ni el alquiler..... Nuestras rutinas, lamentablemente, siguen igual.

Entrevista: Natalia Lucanera

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