Martín Borman

Cstll 569, un espacio único para el arte, las ideas y la gente

miércoles, 5 de diciembre de 2012 00:00
miércoles, 5 de diciembre de 2012 00:00

Si uno tiene, como yo, la mala costumbre de googlear a la gente cuando la conoce, seguramente que con Martín Bormann va a llevarse una sorpresa, porque la primera foto que el buscador de la red te muestra en los resultados es la de un militar nazi, muy cercano a Adolf Hitler, responsable de vaya a saber cuántas terroríficas muertes en la época del Holocausto.
Bueno. Tengo que aclarar que ese NO es el Martín Bormann al que le hice esta entrevista. Es más, a causa de la mala coincidencia del nombre, en el Facebok Martín figura como Germán, que es su segundo nombre, para evitar este tipo de malos entendidos.
El artista y arquitecto que desde hace más de quince años vive en la provincia, muy lejos de dedicarse a las armas es el creador y responsable del espacio cultural Cstll569 y en esta charla, cuenta parte de su vida y anticipa algunas de las actividades que se van a desarrollar en la galería, que es, además, su hogar.

- ¿Dónde naciste?

- En Corral de Bustos, provincia de Córdoba, distante a 5 kilómetros de Santa Fe.

- ¿Qué querías ser cuando eras chico?

- Viste que cada uno tiene sus ideales, yo recuerdo que tenía la idea de ayudar al prójimo, así que pensaba estudiar medicina o ciencias químicas, nada que ver con lo que terminé haciendo. En realidad, lo de la química es por una prima mía que vivía cerca y estudiaba eso; hablaba de ciencias químicas, y yo me imaginaba metido en un laboratorio, pero a mí siempre me gustó el dibujo. Cuando era chico me perdía por horas dibujando. Incluso hubo una época, en segundo año de la secundaria, en que me fui a vivir a Carlos Paz, y ahí era otra onda...la gente mucho más individualista; y como yo estaba acostumbrado a la vida de pueblo, donde tenía un montón de amigos, me costó adaptarme a ese cambio; por lo que toda esa época me encerraba los fines de semana a eso... a dibujar.

- ¿Qué dibujabas?
- Personajes o paisajes, un montón de cosas, hoy los veo a esos dibujos y me sorprende lo elaborados que son; ahora me pasa que tengo ansiedad por terminarlos; pero en ese momento dibujaba hasta el detalle mínimo, y utilizando muchas técnicas. Ahora estoy en una búsqueda con respecto a mi obra, porque me cuesta un poco que el dibujo sea la obra y no la instancia previa al proyecto arquitectónico, pero estoy en ese proceso.

- ¿Viviendo en Carlos Paz es que te decidiste por la arquitectura?

- Claro, ahí es cuando me empezó a interesar. Tenía un vecino que era costructor y dibujaba muy bien; este hombre era amigo de mi viejo y me regaló un libro buenísimo sobre cómo aprender a dibujar. Además me regaló unos rotring y me decía que tenía que cuidar mi futuro. Yo ya había hecho tres años de dibujo en Corral de Bustos en una academia que había en el club. La profesora era muy estricta y yo muy volado, así que renegaba mucho con ella; porque para ella era todo muy estructurado y yo quería dibujar libremente, pero me sirvió mucho en materia de técnicas. Luego de desarrollarme más en el dibujo, decidí que quería hacer arquitectura.

- ¿Qué tal la carrera?

- Me encantó. Ni bien empecé, dije ‘esto es lo mío’. Además disfruté muchísimo la vida universitaria, eras libre y hacías lo que querías, no como en la secundaria en donde tenías que seguir más órdenes y hacer materias, que a veces no te agradan para nada; aparte me iba bien en las materias.

- ¿Cómo llegás a Catamarca?

- Antes de recibirme me casé y me vine a vivir a Catamarca porque mi exmujer era de acá. En el Ministerio de Salud entré a trabajar en la Dirección de Promoción Comunitaria y una de las directoras tuvo la confianza de darme una obra muy grande en Choya, lo que para mí fue una linda experiencia, porque todavía no era arquitecto. Ya después de recibirme me contacté con gente de Turismo y me pasé a esa área, que me abrió otras perspectivas.

- Me contabas que el cambio de Corral de Bustos a Carlos Paz te resultó difícil, ¿cómo fue cuando viniste para acá?

- Ah, fue un encuentro duro, porque el año en que me vine fue muy parecido a este: mucho calor, mucho viento, sequía... así que físicamente era muy difícil y me resultaba todo muy inhóspito. A la noche se me pasaba un poco porque donde alquilabamos, cerca de El Jumeal, tenía una vista increible. De todas formas, cuando empecé a recorrer la provincia me sorprendí con lugares como las dunas de Tinogasta, Tatón, Aconquija. Trabajar para Turismo me hizo conocer y querer mucho a Catamarca.

- ¿Qué fue lo que más te sorprendió?

- Lo que más me sorprendió fue Antofagasta de la Sierra. Recuerdo que llegué ahí a las siete de la tarde y el cielo era rojo fuego, parecía otro planeta. Pero el trabajo en Turismo también me ayudó a vincularme con mucha gente, a darme a conocer y a hacer mis primeros trabajos. Pasé después a Cultura, donde estoy actualmente.

- De todas formas, el proyecto Cstllo 569 es independiente, ¿no?

- Sí, este proyecto es independiente. Todo comenzó porque me separé y buscaba un lugar para vivir; así encontré esta casona, que primero alquilamos con Julio Espeche y Gisella Isetta, y empezamos a trabajar, cada uno con su estudio ubicado acá. El espacio se dividía de esa manera; con los estudios de cada uno. Después se sumaron más personas, como Mariel Bomzuck y Sebastián Espinosa y allí decidimos abrir el espacio para hacer una muestra, el año pasado. Hicimos un par de trabajos que estaban relacionados con arte y diseño y cuando, por distintos motivos, ellos se fueron, yo decidí que me quería quedar, así que acondicioné la casa e hice alianzas con la parte pública para llevar adelante los distintos proyectos que, desde entonces, estamos realizando.

- ¿Cómo lo ves al catamarqueño con respecto al arte? ¿Cómo responde?

- A raíz de la arquitectura tengo contacto con gente relacionada con el arte, que se llega para exponer una obra en este espacio, o a ver las muestras, pero soy conciente de que la gente normal tiene otras prioridades y a veces les cuesta participar e integrarse, porque este tipo de espacios acá nunca existieron. Incluso el concepto mismo de lo que pasa acá es difícil de comprender. Yo vivo acá, tengo mi estudio y está la galería abierta para todo el público; muchas veces se asoma la gente preguntando si hay que pagar para entrar, o no saben muy bien cómo es el tema. Sin ir más lejos, el otro día vino un tipo, se dio una vuelta, y me preguntó hasta qué hora estaba abierto. Yo le dije que hasta las 22 no había problema y se fue. Pero se ve que le resultó interesante, porque buscó a toda su familia y los trajo a ver la muestra.

- ¿Qué estaría faltando para que la gente se anime y participe más?

- Todo tiene que ver con la educación, pero eso se va revirtiendo; ahora a los chicos los llevan a los museos, por ejemplo, así que eso va cambiando de a poco. En provincias como Tucumán, Córdoba y Mendoza, la gente es más participativa, pero porque la vida universitaria con las carreras relacionadas al arte genera otra movida. No hace mucho estuve con gente de San Juan y me contaban que la situación es bastante similar. Capaz que pagan $20.000 por un casamiento pero una obra no quieren pagarla; es una cuestión de la idiosincracia y las prioridades de la gente.

- El viernes comienza una muestra nueva en el espacio, ¿no?

- Sí, la muestra que comienza el viernes es de un artista, que es arquitecto y también fotógrafo, Dimas Melfi. Así que vamos a exponer parte de su obra, que tiene mucho que ver con el arte contemporáneo. Es un artista que, seguramente, va a tener una gran trayectoria y es un orgullo que exponga en este espacio, así que están todos invitados a ver la muestra. También se va a realizar un Workshop.

Entrevista: Natalia Lucanera

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