Salón de Usos Múltiples

Trabajo solidario en el Santa Marta

Las hermanas Toranzo están encargadas del funcionamiento del Salón, lo que financian con la venta de empanadas.
miércoles, 16 de enero de 2013 00:00
miércoles, 16 de enero de 2013 00:00

Rita y Noemí Toranzo son dos de las encargadas del SUM (Salón de Usos Múltiples) del barrio Santa Marta, en el sur de la ciudad. En el espacio ubicado frente a placita de ese conjunto habitacional, las hermanas se encargan de dar distintos tipos de talleres, que es la función principal que cumplen, pero atentas a las necesidades del barrio, que son numerosas, se encuentran permanentemente con la tarea de brindar contención y ayuda a los más vulnerables. Noemí es la delegada de las manzanas y Rita, de los centros vecinales.
La droga, la pobreza y la ausencia de los padres son la moneda corriente con la que deben enfrentarse día a día y ayudar a los chicos con estos problemas.

- ¿Cómo llegan al SUM?
- Noemí: El POMEBA creó este proyecto y lo puso a disposición de los vecinos, gracias al esfuerzo de los cuales se sigue llevando adelante. En el barrio había nueve organizaciones entre comedores y merenderos que trabajaban y un grupo de mamás se tenía que ir hasta la Casa de la Mujer a hacer distintos cursos. Por eso nace el proyecto de hacer aquí un centro de capacitación para las mujeres del barrio. A raíz de eso se hizo equipar con maquinaria de gastronomía al salón.

- ¿Ustedes ganan dinero a cambio del trabajo que hacen?
- Noemí: No. Nada. Y la verdad que a veces dan ganas de tirar todo, porque no conseguimos las cosas que necesitamos. Pero juntamos fuerza y seguimos adelante.

- ¿Hace cuánto que funciona el SUM?
- Noemí: El salón se inauguró hace tres años, hubo una comisión anterior que estuvo por dos años. De todas formas, tenemos que reconocer que se sumaron ocho mamás para colaborar. Vienen del San Antonio Sur, del Acuña Isí, del Alcira Sur.

- ¿Dan clases de apoyo?
- Noemí: Sí. Las clases de apoyo las da un programa municipal, que manda a dos capacitadores y nosotras hemos hecho notas para conseguir gente que dicte clases acá, pero nunca tuvimos respuesta.

- ¿Qué otras actividades se hacen?
- Rita: También enseñamos folclore para adultos adolescentes y niños… Yo aprendí folclore mirando y cuando ella ingresó acá me invitó a darle una mano. Cuando me eligen como representante de la comisión, dije ‘me tengo que capacitar’, por lo que el año pasado me recibí de maestra elemental de folclore, porque para estar frente a los chicos hay que estar preparado. Las clases se dan los martes y jueves para chicos de de 3 a los 11 años, y a los más grandes les da otro profesor pero yo le ayudo. Estamos de lunes a lunes.

- ¿Qué hacen las clases de baile por la gente?
- Rita: Hay niños que vienen y son huérfanos y hay que remontar con ellos porque necesitan otra contención. Los chicos vienen a jugar y a aprender algo, o quizás porque no tienen nada que hacer en la casa o adónde ir, pero de a poco vamos creciendo. Todo lo hicimos con la ayuda de los niños, la comisión y los vecinos. Por ejemplo, el año pasado nos propusimos representar al barrio en la Fiesta del Poncho, así que nos ayudaron a comprar la tela y hacer los trajes. Hay algunos que los tenemos que retirar pero no lo hacemos por falta de fondos. Todo es con el esfuerzo de los vecinos y a través de una peña solidaria que realizamos con la colaboración de la gente y los comercios de la zona.

- ¿Cómo reacciona la gente cuando saben que se trata de este proyecto?
- Noemí: Siempre nos ayudan, con la compra de empanadas, por ejemplo.
Rita: Nosotros somos discriminadas por ser de este barrio, es común escuchar cosas como “uh ya vienen los quilomberos del Santa Marta.” Yo soy del Santa Marta y quiero dejar bien parado a mi barrio.
Noemí: Nosotras, a pesar de eso, estamos orgullosas de ser de aquí. El año pasado hablé con la concejal Daniela Tula para que nos colabore con los estandartes y en el desfile del 25 de junio, fue el único barrio que desfiló, incluso con un equipo de fútbol femenino.

- ¿Reciben fondos de algún organismo gubernamental?
- Noemí: No. Nos gustaría, pero se nos hace muy cuesta arriba. El año pasado, por ejemplo, pedimos a la Municipalidad que nos ayudara con el alambre y la bandera Argentina, para ponerla en la plaza que tiene un hermoso mástil; pero hicimos la nota, la dejamos en la Municipalidad y me dijeron “volvé a los 15 días”. Cuando regreso, la nota no aparecía por ningún lado y no la habían hecho circular. El 24 de mayo, me llaman para avisarme que estaba la bandera, pero no el alambre y no me iba a trepar yo a arriarla, tampoco; así que hasta el día de la fecha, no tenemos bandera. El único que viene de vez en cuando y nos apoya es Simón Hernández. Rita: Con el locro y las empanadas juntamos plata para pagar la luz y saldar una deuda de $2.000 en impuestos que había quedado de la gestión anterior, además de vidrios y los baños que estaban rotos y que fuimos reponiendo. Además, hicimos un paredón y la idea es hacer otra galería y una urna para la santa que tenemos acá. Nosotros los esperamos a los vecinos y no tenemos problemas en explicarles en qué gastamos la plata que se gana con el alquiler del salón, donde a veces se hacen fiestas. Pero esto se da de vez en cuando, porque no tenemos tantas sillas ni espacio. Esto tenemos que cuidarlo porque es nuestro.

- Es decir que el servicio que se brinda no se limita a los talleres…
- Sí. Les damos contención. Si nosotras estamos acá picando cebolla para las empanadas, ya les damos de comer o hacemos bolsillo y compramos para unos choripanes y una gaseosa, o para el mate cocido. Los chicos vienen descalzos y todo eso a nosotras nos supera, y no sabemos cómo solucionarles, pero hacemos lo que podemos. Para el día de la madre, por ejemplo, hicimos un baile en el que cada chico bailaba con su mamá y hay algunos que son huérfanos, así que nos pidieron y bailamos con ellos. Pasan esas cosas que a nosotras nos emocionan. El día que dejemos esto nos va a costar mucho, pero hay mucha gente que también quiere trabajar.

- Además de esto, cada una debe tener sus actividades, ¿cómo se arreglan?
- Noemí: Yo tengo seis hijos y cuatro de ellos son menores, vendo pan en la punta de las Mil Viviendas, soy tesorera del comedor Santa Marta, estoy en la tarde en la comisión del SUM y en la Escuela de Capacitación
Rita: Yo tengo tres hijos, soy separada y hace cinco años que tengo una beca SIPADE, donde voy, mis hijos van conmigo, por las horas que sean.

- ¿Vale la pena?
- Rita: Pensamos que sí. Vale la pena. Es un segundo hogar de todos.

- ¿Qué les gustaría lograr y qué ayuda necesitan?
- Noemí: Que el gobierno…alguien se acerque y no sean tan largas las esperas, en un momento vino gente de La Cámpora y del municipio, que hicieron actividades acá, pero no contamos con ninguna ayuda fija. Todo se sustenta con la venta de empanadas que hacemos y lo que sacamos del alquiler del salón para fiestas.
Rita: Nosotras apoyamos todo lo que sea bueno para los chicos y para el barrio, sin importar el color o la bandera política de cada uno. Acá en el barrio vemos muchos flagelos…

- ¿Cómo cuáles?
- Principalmente la droga. A clases de apoyo, por ejemplo, venía un changuito de 12 años que venía tomado, nosotras de lejos le sentíamos el olor a vino y hablamos con la madre y a ella no le importaba y bueno… buscamos una agente social para que lo ayude, pero es algo que vemos constantemente. A veces vemos que acá al frente de la plaza se paran autos y les están vendiendo droga a los chicos y los denunciamos a la policía, pero enseguida viene otro, es un problema que no se acaba nunca. Acá hay casas abandonadas y ahí están toda la noche. Nosotros por ahí los corremos, pero nos parte el alma. Cada vez vemos a más chicos que están metidos en eso. Chicos de 9, 10 años que ya están con las bolsas de pegamento y no les importa a los padres. Nosotras les damos un plato de comida o una taza de mate cocido, pero más que eso no podemos hacer. Lo que quisiéramos es rescatarlos de eso. A veces nos vienen a pedir las bolsitas del azúcar para el pegamento y no les doy, pero si no les doy yo, les da otro vecino. Ese tipo de cosas hacen que la gente nos discrimine por vivir acá, y lo que nos gustaría es que no nos discriminen por ser del Barrio Santa Marta. A veces nos pasa que nos subimos a uno de esos remises truchos o “boleteros” y cuando decimos que vamos al barrio, la gente se aleja. Lo que quisiéramos es que cambie la imagen del barrio. Pero eso se hace con mucho trabajo y de a poco.
Rita: Lo importante es que las cosas se pueden hacer.

Entrevista: Natalia Lucanera

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