Sergio Orellana, periodista

“El papel que ejerce la prensa es muy importante a nivel social”

Después de trabajar 16 años en la sección Policiales de diario “La Unión”, decidió cambiar el área para tocar otras realidades.
lunes, 11 de febrero de 2013 00:00
lunes, 11 de febrero de 2013 00:00

Sergio Orellana es un reconocido periodista de diario La Unión y Radio Unión, que a lo largo de 16 años trabajó en la sección Policiales y Judiciales de ese medio. Teniendo en cuenta que el hecho de convivir diariamente con las malas noticias que son la muerte, accidentes y todo tipo de tragedias, y al enterarme recientemente que Sergio se cambiaba de sección luego de tantos años de dedicación, pensé que, indudablemente, debería tener muchas historias para contar... y la misma cantidad de experiencias para compartir.
A lo largo de esta interesante charla, nos cuenta cómo comenzó y cuál es su balance, luego de 16 años de trabajar informando a los catamarqueños sobre nuestra realidad.

-¿Qué es lo que te atrajo del periodismo?
-Básicamente, saber la verdad. Cuando uno piensa en periodismo es eso, conocer la verdad y contarla.

-¿Y qué fue lo primero que hiciste?
-Radio, en Radio Municipal, que creo que ahora se llama Radio Ciudad. Fue hace mucho, en el año 92, hacíamos un programa los sábados a la tarde con un amigo. Después, empecé a estudiar sin pensar que me iba a dedicar al periodismo gráfico, y con el tiempo, hice algunas otras cosas en diferentes radios.

-¿Cómo llegaste a La Unión?
-En el año 97 el 1ro de enero, entré a La Unión, en un principio era una beca para cubrir a la gente que salía de vacaciones, con la posibilidad de quedarse. Así que entré y empecé a hacer lo que se llama la “cocina del diario”, que es hacer los partes de prensa y las cosas más sencillas. Pero al mes, surgió un problema complicado en el ámbito judicial y no tenían quien lo cubra, y no tuvieron mejor idea que mandarme a mí. Yo hice lo mejor que pude, porque no conocía absolutamente a nadie, pero me salió la cobertura relativamente bien; y ahí quedé. Te estoy hablando de febrero de 1997, hasta enero de 2013.

-¿Y cómo fueron tus inicios en la sección Policiales/ Judiciales?
-Justo ese año, en agosto, comienza el segundo juicio de María Soledad Morales, así que me mandaron a cubrirlo, una experiencia única, porque me encontré trabajando con periodistas de Buenos Aires, Córdoba y Rosario. Como yo era nuevo, ellos me servían más a mí que yo a ellos. Yo miraba la forma de trabajar que tenían y eso me ayudó bastante. Pasa que en un diario, tenés que tener capacidad de síntesis y hay que saber lo que sirve y lo que no; lo que en esa época no me costaba tanto, porque yo llegaba, escribía y al otro día veía la página del diario impresa. Con el paso de los años yo tuve que aprender a hacer ese trabajo: además de escribir, editar y diagramar, todo un trabajo que se va aprendiendo.

-Estar en contacto con malas noticias permanentemente, es decir: muertes, accidentes, juicios donde se debaten cuestiones, a veces, muy complicadas, ¿te afectó?
-Creo que no me afectó. La primera vez que me tocó ver un cadáver, cuando entré a esta sección, me mentalicé con la idea de que me iba a tocar ver cosas muy fuertes. Con el paso del tiempo he visto mutilados, personas asesinadas, accidentados, gente que se suicidó. Y digo que no me afectó porque yo llegaba a mi casa y dormía tranquilo. Nunca tuve pesadillas ni nada así. Pero es porque hay que saber separar el trabajo de la vida de cada uno, salía de acá y me olvidaba. Recuerdo la noche que se dictó la sentencia en el caso Morales. Yo había trabajado desde las 8 de la mañana hasta las 10, 11 de la noche y fui a mi casa y dije, bueno...ya está. Después se seguía con el tema, pero terminó.
La gente en general y colegas, a veces, dicen que nunca podrían hacer este trabajo.
Sí, es cierto. El que no trabajó en esta sección dice que no le gustaría, pero es muy atrapante. Más allá de que no es cierto el hecho de que a uno, por trabajar en Policiales, le guste la sangre, que es lo que la gente piensa a veces. Nada que ver. En realidad, con los años, uno aprende a entender por qué suceden las cosas. Detrás del crimen más horrendo que te puedas imaginar, hay un porqué, lo que no significa que se justifique lo que hizo esa persona. Eso me movilizó muchos años; el buscarle la vuelta a los motivos que hay detrás de cada una de estas acciones. Además, todo se devela en los juicios. Los juicios orales y públicos son la mejor manera de conocer la verdad.

-¿Cuál fue el caso que más recordás, fuera del de María Soledad?
-El caso Rocío Ubilla sin dudas. Cuando ella desapareció, yo atendía a la mamá y a la madrina que todavía la estaban buscando. Después siguió todo el caso alrededor de eso y hasta el día de hoy seguimos en contacto.
Es decir que también hay un compromiso que va más allá de lo profesional.
Sí. El hecho de compadecerse por una madre que ha perdido a su hija no significa que uno deje de ser profesional. Pero he aprendido que hay que ponerse del lado de la víctima, más allá de ser objetivo; lo que uno hace. Yo de lo que reniego es de ese sentimentalismo medio barato que a veces se usa, aunque es muy difícil no caer en él. Uno tiene que pensar en cómo escribe las cosas para no caer en la cursilería. Por ejemplo, luego de haber seguido todo el caso, Ada Morales me considera una persona de confianza, aunque atienden a toda la prensa en general, pero hay ciertos temas que no los quieren tratar y los tocan con gente que consideran de su confianza. Eso es lo gratificante.
Está el caso de Ariel Romero, que lo mataron dos chicos de apellido Ochoa, y hasta el día de hoy, su familia me saluda y me muestra su agradecimiento, no sólo a mí, sino a mucha otra gente en el periodismo.

-Es que el papel que ejerce la prensa es muy importante a nivel social...
-Sí, aunque hay muchos que no quieren saber nada con la prensa. Te piden que te vayas. Más de una vez uno fue a hablar con la familia de una víctima y te sacan volando, pero algunos creen que los buscamos porque queremos vender más, nosotros no ganamos más ni menos por eso, simplemente queremos hacer nuestro trabajo.
El caso Brunello, por mencionar otro, me llamó mucho la atención, fue un asesinato del año 95, y el juicio se hizo en el 99. Eran 11 tipos los imputados, integrantes de una banda con gente de afuera que habían venido a cometer un asalto y llegaron a la casa de la familia Brunello en Polcos. Allí mataron a uno de los integrantes de la familia y estuvieron a punto de matar a su hermana. Escuchar la declaración del tipo que lo mató, fue terrible. Él lo mata porque vio que el chico también tenía un arma, y en el juicio, este tipo dijo “sí, al pibe lo maté”, como si nada. Con una frialdad increíble. Cosas como esa te hacen dar cuenta que fuera de la provincia hay gente muy peligrosa. A este tipo no le importó nada, como tampoco le importó al tipo que mató a la médica camino a la Gruta. En ese caso, este hombre ya había violado a una persona y lo habían dejado en libertad. Son casos increíbles y a uno le toca trabajar diariamente con eso.

-¿Qué nos podés decir del “handy” que acompaña al periodista de policiales permanentemente, y a través del cual escuchamos lo mismo que escucha la Policía?
-El handy es un elemento de trabajo vital y, a veces, la única forma de enterarnos qué pasa. Pero el grado de estrés que te genera es muy alto, porque esto seguramente la gente no lo sabe, no sólo tenés que estar escuchando, sino que tenés que prestar atención a lo que está pasando y lo que se dice. Vos estás durmiendo y lo tenés al lado, comés y ahí está; mirás la tele y lo tenés que poner un poco más fuerte que el volumen del televisor por si pasa algo...es todo un tema. Y te va consumiendo.

-¿Por qué decidiste dejar la sección?
-Sentí la necesidad de buscar otros temas y en los policiales podés tocar muchos, pero sentía que ya era hora de diversificar. Además, el estrés y los horarios que exige son importantes. Si pasa algo, no importa la hora que sea, hay que ir. Hay que bancársela. Y a veces no pasa nada pero estás cansado por haber trabajado tanto y tenés ganas de quedarte en tu casa. Mientras el cuerpo y la cabeza aguante, todo bien. Por eso, de alguna manera, pedí el cambio.

-¿Qué balance harías de tus 16 años en esa sección?
-Uno muy bueno. Me sirvió muchísimo. Por lo que te decía de buscar explicaciones y observar los comportamientos de la gente. Es decir, sin caer en la paranoia uno empieza a manejarse en la calle mirando a los demás y viendo las actitudes y movimientos de las personas. Además, aprendí de otros periodistas, por más que siempre hay algún mala onda, el balance es sumamente positivo.

-¿Qué le dirías a alguien que quiera desempeñarse en esta rama del periodismo, o a alguien que recién empieza?
-Les diría que lo hagan. Que aprovechen al máximo y mientras el cuerpo y la mente den hay que hacerlo. Después de cierta edad no querés salir corriendo o vivir pendiente del handy. Esta sección te enseña muchas cosas de la gente y te ayuda mucho a entender las cosas. Hay que tener en cuenta que hay que pararse al lado de situaciones que a la gente en general le causa indignación y, quizás deseos de venganza y que la desestabiliza, pero para uno tiene que ser parte del trabajo y sólo eso.

 

Entrevista: Natalia Lucanera

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