Mario Díaz

“Todo lo que hago es con pasión y lo intento transmitir desde mi lugar”

Profesor de música, con una gran capacitación en pedagogía, pero sobre todo un amante de la docencia.
martes, 19 de febrero de 2013 00:00
martes, 19 de febrero de 2013 00:00

Es de los pocos pero recordados “querido profesor” que se desempeñan en la educación catamarqueña. No son demasiados los docentes que a pesar de que los años transcurran aún sigan viviendo en la retina y la memoria de sus exalumnos. Mario Díaz lo es, sus cuantiosos años frente al alumnado en la Escuela Normal y en el Pía Didoménico, donde al día de hoy aún dicta clases, lo convirtieron en un entrañable maestro de la vida para todos aquellos que pasaron alguna vez por sus enseñanzas.

- ¿En la docencia arrancás como profesor de música?
- Así es, en 1977. Yo vengo del viejo profesorado de música, el que se estudiaba en los conservatorios. Luego hice en Buenos Aires la capacitación de la parte de formación docente, que me transforma ese título obtenido en un conservatorio particular en un título docente. Y dentro de la docencia musical siempre en dos polos importantes como es la enseñanza en el nivel inicial y en el secundario.

- También tuviste tu faceta de compositor…
- En lo que hace a la música para el nivel inicial yo tengo que ser un agradecido de la vida, ya que tuve a mi lado maestras jardineras muy generosas que me han enseñado muchísimo y eso me abrió en su momento una veta, que fue la de la composición musical. Con Stella Santi, quien escribe muy bien, empezamos a probar poniendo música a sus escritos creando canciones para chicos. Hoy por hoy hay más de cuarenta canciones nuestras que en su momento logramos grabar en un cassette. Recuerdo que llegamos a Buenos Aires para plasmar esas canciones contando monedas, pero luego nos fue muy bien y tuvimos mucha aceptación. Hay varias de esas composiciones que aún se escuchan en los jardines infantiles.

- ¿Por qué te acercas a la música y desde la docencia?
- De chico, cuando vivía en La Plata, provincia de Buenos Aires, era muy travieso e inquieto. Es por eso que mi mamá me mandó a estudiar música, en realidad debía ir dos veces por semana pero yo preferí ir todos los días, ya que quedaba cerca de casa y realmente me gustaba mucho. Gracias a eso te aseguro que aprendí a leer música antes que leer letras.
Luego cuando decidí dedicarme a enseñar tuve la dicha de ser acompañado por gente que me enseñó a enfrentar la tarea de otra manera, para evitar que se convirtiera en una cosa aburrida y sin sentido. Por suerte tengo la dicha de encontrarme con gente que ha sido alumna mía y guardan las clases como algo lindo y divertido.
Esto me llevó a incursionar en un campo poco trabajado como es la pedagogía, yo me considero un pedagogo de la música. Tengo 51 años y aún sigo estudiando y capacitándome en esto que es lo que me apasiona, sin ir más lejos el año pasado pude acceder a una beca y me recibí de máster en Educación, en la Universidad de Leones, en España.

- ¿Cómo hacés para llegar a los alumnos y dejar en ellos una huella imborrable?
- Me ha pasado en algunos lugares donde he trabajado y no me he sentido cómodo que he preferido dar un paso al costado. Todo lo que hago lo hago con pasión, y yo creo que esa pasión es la que intento transmitir en cada una de mis clases. Esto de innovar permanentemente en la educación es lo importante y tratar de hacer que el alumno se sienta contenido, ahí está el secreto. Puede ser muy interesante lo que le estés por enseñar a los chicos, pero si lo enseñás “desde las tripas” el chico lo percibe y lo valora. Si yo miro para atrás sé que no soy el mismo que hace treinta años, he ido cambiando con el tiempo porque el tiempo ha ido cambiado, y las necesidades y el acercamiento a los chicos es totalmente distinto. Lo importantes es poder tener la cabeza abierta para entender otros contextos y realidades, otras maneras de aprender y de concebir la educación. A mí esto de que la educación sea una oportunidad para todos me parece fantástico, me hace feliz saber que gente grande de pronto tenga esa necesidad de terminar el colegio o de que todos los chicos puedan tener acceso a una computadora. Estas cuestiones, cuando uno las hace acompañando a los alumnos no sólo desde lo académico, sino también conteniéndolos desde el afecto, toman real valor.

- Te ha tocado estar en diferentes roles. ¿Cómo ves el nivel educativo en Catamarca?
- Yo creo que la educación en este momento tiene una oportunidad, porque tenemos ley nueva, porque sí estamos en crisis y es necesario empezar de cero. Toda crisis te da una oportunidad, lo que hay que hacer es poner mucho compromiso y decisión a las cosas dejando de lados las apetencias personales. La docencia tiene un gran drama, a veces parece una jungla donde todos quieren ganar, y no se trata de eso. Creo que tenemos en este momento una gran oportunidad que debemos saber aprovechar, y eso nos tiene que dar la posibilidad de pensar una educación que permita que nuestros alumnos piensen de una distinta, diferente y múltiple manera todo aquello que le enseñamos, no como la verdad absoluta sino como puertas para abrir.

- ¿Para ello es necesario salir de las estructuras?
- Exacto, pero porque nosotros los docentes nos estructuramos. Yo que estoy viejo ya, permanentemente trato de desestructurarme y en muchas oportunidades debo confesar que vuelvo a caer en esas jaulas, y se me hace necesario “resetear” la cabeza y abrirme a nuevas cuestiones. Esto no quiere decir que vale todo, sino que todo tiene que ser viable, y eso se da cuando al chico le sirve en la vida aquello que le estoy enseñando. Estamos formando a sujetos competentes para que actúen en la sociedad, que sean capaces de repensar otras realidades que quizás nosotros ni conocemos.

- ¿Qué cosas te dan satisfacción al final del día?
- Para mí las relaciones interpersonales son algo muy importante a la hora de trabajar, haber aprendido algo nuevo, o haber pensado que aquello de lo que estaba absolutamente seguro que era de una forma resultó ser de otra, esas cosas me dan satisfacción.
Pero fundamentalmente estar en paz conmigo mismo; el docente debe tener un espacio muy importante que tiene que ver con la vida emocional. Yo no puedo enseñar valores como la paz, la tolerancia y otros, si yo no logro hacerme cargo de las cosas buenas y malas, incluso de perdonarme aquellas cosas que de pronto no las hice muy bien, no me sirve para enseñar. Debemos darnos la oportunidad de aprender de nuestros errores y empezar de nuevo desde allí.

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