María Soledad Vides Herrera

“Este trabajo enseña a valorar el esfuerzo y a no quejarse por cosas insignificantes”

Jefa del Servicio Hemato-Oncológico del Hospital de Niños Eva Perón y referente del Instituto Nacional del Cáncer.
miércoles, 27 de febrero de 2013 00:00
miércoles, 27 de febrero de 2013 00:00

Se fue a estudiar Medicina en la Universidad Nacional Córdoba y después hizo la residencia en Pediatría durante cuatro años en el Hospital de Niños de dicha provincia. Para hacer su especialización se fue a Buenos Aires, rindió en el Gobierno de la Ciudad y entró en la residencia de Hemato-Oncología en Casa Cuna. Allí permaneció tres años y después hizo uno más de Oncología en el Garrahan. Aparte, hizo la especialidad de Hematología en la Universidad de Buenos Aires. Regresó a Catamarca en agosto de 2005 y Alejandro Severini, en ese momento director del Hospital de Niños, le solicitó un proyecto para abrir el servicio Hemato-Oncológico aquí.
En diciembre fue la primera catamarqueña en asistir al Congreso Americano de Oncología en Atlanta, Estados Unidos.
Desde hace ocho años, atiende a todos los menores de edad que padecen este tipo de enfermedades. El año pasado fue designada referente provincial del Instituto Nacional del Cáncer y del Registro Provincial de Tumores.

-¿Cuándo supiste que querías seguir esta profesión?

-Decidí ser médica en el último año de la secundaria, me gustaban muchas cosas pero elegí después de unos encuentros religiosos. Siempre fui católica, pero después de hacer Palestra descubrí más a Dios y decidí que quería brindar un servicio, entonces pensé que siendo médica iba a poder hacer un trabajo humanitario. De todas formas, si uno hace las cosas con amor y con pasión, todos los trabajos son útiles.

-Y cómo te decidiste por esta especialidad?

-Es algo difícil pero mi idea siempre fue volver a trabajar en Catamarca. Independientemente de lo que hiciera, yo sabía que me iba a estudiar y mi idea era volver para poder prestar algún servicio en esta provincia, porque realmente amo Catamarca y me gusta mucho la provincia, así que siempre quise regresar. Siempre me gustó trabajar con niños y ya siendo pediatra elegí esta especialidad, sobre todo porque me llevaba bien con los pacientitos y pensaba que podía aportarles y ayudar. Las relaciones que tenía con los padres mientras hacía la residencia, el trabajo con los papás y los niños me traía paz a mí, me ayudaba en mi propia vida, valorar todo lo que los padres hacen es algo que te enseña a no quejarse por cosas insignificantes.

-¿Cómo se dan las malas noticias a pacientes tan chiquitos?

-En general uno tiene que hablar con los padres, el momento del diagnóstico no es lindo porque se trata de dar una mala noticia, entonces una trata de hacerlo siempre de la mejor forma, de a poquito. A los niños pequeños se les explica que están enfermitos y para que puedan regresar a la casa tienen que hacer un tratamiento, pero en sí no se explica con nombres la enfermedad. Los pacientitos más grandes sí se dan cuenta, y ahí son los padres quienes se encargan de hablar con los niños.

-¿Cómo está conformado el servicio del hospital?

-En el hospital hoy contamos en cuestión de infraestructura con esta oficina donde está el microscopio y la computadora, después la sala de hospital de día, que fue creciendo y ya tiene una salita de espera donde los pacientes se medican y tienen sillones. Hace poquito nos donaron una televisión, tenemos un consultorio y arriba una sala de aislamiento para internación. Respecto del personal, hay dos enfermeros que fueron al Garrahan antes de que yo llegara acá. Hay otros dos arriba, donde están los pacientes internados. Una técnica y un bioquímico me ayudan con el trabajo y están en el laboratorio, y la idea es seguir aumentando y crecer en infraestructura, porque ahora estamos como desparramados, pero a medida que crezca el servicio se va a acomodar todo, con las nuevas ampliaciones del hospital. El año pasado se donó en parte por la Fundación Oncológica de Catamarca y por el hospital, una cabina de flujo laminar (una especie de campana donde se preparan las medicaciones), con la que se evita la contaminación del medio ambiente y de la persona que prepara el medicamento. Es un logro que haya sido dentro de todo en poco tiempo.

-Desde su inicio se vieron resultados positivos...

-Hasta el año 2005 todos los pacientitos se derivaban, el 100%, y la mortalidad, evaluándolos hasta 2005, era casi del 50%. Sin embargo, evaluándolos ahora de esa fecha en adelante, muchos pacientes se quedan en Catamarca. Hay pacientes que sí o sí se deben derivar, pero en general se deriva lo que no se puede hacer acá y después vuelve, otros se quedan aquí y se hacen las quimio, radioterapia y otros tratamientos. En este tiempo, se evaluó que la mortalidad disminuyó al 35%. Entonces eso significa que es beneficioso que haya un servicio de hemato-oncología en la provincia, porque acá en Catamarca, al ser poquitos los pacientes, uno puede darles una atención más personalizada. Hay familias que no quieren ser derivadas a otro lado, tienen otros pequeños que no se quieren separar de su mamá, cuestiones laborales y económicas, el paciente no se siente bien con el desarraigo y es fundamental que estén tranquilos para el éxito del tratamiento. Por eso, es importante mejorar día a día para que se puedan tratar íntegramente aquí.

-¿Qué sentís al ver todo lo que generaste desde tu llegada?

-Fue muy importante que me llamaran, estoy muy contenta de estar en Catamarca y de haber sido quien inició esto, pero siempre el trabajo va a ser en conjunto porque no solo fui yo. Es un trabajo multidisciplinario y lo importante es que el hospital ha progresado mucho, antes no había tantas especialidades pediátricas. Todo contribuye a mejorar la calidad de la atención del paciente oncológico.

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