Cara a cara

"Era callejero por derecho propio..."

HOY: MALENA QUEVEDO-GRACIELA BROSIO (Grupo Proteccionistas Independientes Valle Viejo)
domingo, 30 de septiembre de 2018 06:03
domingo, 30 de septiembre de 2018 06:03

Los perros. Son protagonistas de las historias más conmovedoras. De las más tiernas, hasta las más terribles. Un reducido grupo de mujeres aman a los animales y sufren cuando saben que ellos también sufren por los malos tratos. Se las puede encontrar en las redes sociales en las páginas “Castraciones Sociales Catamarca” o “Grupo Proteccionistas Independientes Valle Viejo”. “Hagamos algo” fue la consigna primera. Hoy lo están haciendo. Con esfuerzo y mucho amor. Pero necesitan más ayuda para poder continuar, para que el cuesta arriba no sea tan empinado. La lucha es desigual, pero es más grande el sentimiento por los animales de la calle. En nombre de Malena Quevedo y Graciela Brosio, vaya nuestro reconocimiento a todas las mujeres y todos los hombres que dedican un tiempo de su tiempo para salvar la vida de un animal. Los  anónimos ejércitos nuestros de cada día. El Cara a cara de hoy es de ellos. De los que hacen honor al célebre “Callejero” del inmenso Alberto Cortéz.  
  -¿De qué manera están identificadas ante la comunidad?
  -Malena: formamos parte del grupo Proteccionistas Independientes Valle Viejo, que se inició el año pasado.
  -¿Qué las une?
  -Malena: Básicamente, el amor por los animales y el deseo de querer ayudarlos. Como somos vecinas y amigas de la zona, un día nos propusimos: hagamos algo. Y aquí estamos.
  -Aunque resulte una obviedad: ¿ustedes tienen perros?
  -Malena: Catorce. A todos los fui rescatando de la calle. Algunos fueron abandonados de chiquititos y los fui levantando.
  -Graciela: En mi caso, tengo veintitrés. La mayoría fueron rescatados adultos. Tuve cachorros también, pero casi siempre me encontré con situaciones como perras a punto de parir, perros lisiados, maltratados. Me encontré con muchos casos impresionantes de animales víctimas del maltrato.
  -¿En qué consiste el trabajo que están llevando a cabo ahora (miércoles pasado en horas de la tarde) aquí en el Parador de Tres Puentes (Valle Viejo)?
  -Malena: Aquí nos convoca otro trabajo: lo iniciamos este año a raíz de la falta de castraciones, un servicio que todos los municipios debieran tener. Paralelamente armamos un grupo identificado como Castraciones Sociales Catamarca, al que se sumó gente de la Capital, y en este lugar inscribimos a los interesados en castrar a sus animales. Lo ideal sería prestar el servicio de manera gratuita, pero como no contamos con el dinero suficiente ni recibimos aportes ni subsidios, decidimos hablar con algunos veterinarios que tenían distintas tarifas. Recibimos el apoyo del Dr. Julio Valderrama, que tiene su veterinaria en la Capital y que sigue trabajando con nosotros, a un precio mínimo, totalmente accesible. Un excelente veterinario. Nosotros nos encargamos de llevarles los animalitos callejeros para que sean castrados. A este trabajo lo hacemos en distintos puntos de la Capital y acá en Valle Viejo en el centro de zoonosis. Pedimos un lugar y el municipio chacarero nos colaboró desde un primer momento. 
  -¿La gente tiene conciencia de la importancia de castrar a los animales y que haya menos callejeros?
  -Malena: Notamos un cambio en mucha gente. Vienen, se interesan y se anotan para hacer castrar a sus animales.
  -Graciela: Si logramos un apoyo económico puntual en nuestra actividad, aspiramos llegar a muchos sectores. Porque a la atención del veterinario hay que sumarle toda la medicación necesaria y la atención que corresponde. Hay que tener en cuenta el posquirúrgico y todo lo que se necesita para una operación, como jeringa, pastillas, inyectables.
  -Junto al amor por los animales, suponemos que vuestra actividad las llevó a un verdadero aprendizaje de todo lo que tiene que ver con la salud del animal.
  -Malena: en mi caso, no tengo hijos y cuento con más tiempo para dedicarles a los perros. Pero es así: nos vamos interiorizando de las cuestiones básicas en la atención de la salud del animal.
  -Graciela: Por mi parte, tengo a mi esposo y a mis hijos. Pero mi casa es grande y puedo atenderlos bien.
  -¿Hay un caso en particular de alguien que tengo un número extraordinario de perros?
  -Graciela: Conocemos a una señora que vive en una localidad de Valle Viejo (nos reservamos el nombre del lugar) que tiene 43 perros. Pese a que está en una situación económica difícil, los tiene muy bien cuidados a los animales. Digamos que no es lo que corresponde, porque es muy difícil mantener ese número. Además, hay gente que le lleva perros porque sabe que ella no se va a negar a tenerlos. Entendemos que ésta es una situación límite.
  -¿Hubo un hecho puntual que marcó un momento para comenzar a amar a los perros?
  -Malena: Viene desde la familia. En mi casa siempre tuvimos cariño por los animales. Mis padres me enseñaron a quererlos. Y cuando me mudé a Valle Viejo me nació por ser proteccionista.
  -Graciela: Es difícil decir que hubo un hecho que haya marcado el amor por los perros. Creo que uno nace con esa condición. Yo nací en Buenos Aires y recuerdo que cuando era chiquita mi mamá iba hasta la esquina a dejar agua y comida para los perros callejeros. Nunca tuve menos de cuatro o cinco perros en mi casa y casi todos callejeros. Es un sentimiento y no lo puedo evitar. No puedo evitar ver a un animal y no sentir amor, compasión, empatía. Creo que cada uno tiene una misión que cumplir en la vida.
  -Suponemos que se han encontrado con perros víctimas del maltrato.
  -Graciela: Casos extremos. Inentendibles. De perros atados con una cadena de 30 centímetros y que son puro huesos. Es para acercarse a la gente y preguntarle: ¿para qué lo tenés? No le sirve como mascota ni como guardián. Por eso resulta inexplicable. Yo conocí un caso por el que me vi obligada a denunciarlo a la policía. Tuve que soportar amenazas, pero logré sacar al animal de lo que estaba sufriendo. Fue muy dura la experiencia, pero le pido a la gente que tenga coraje y denuncie los casos de maltrato animal. Porque las ordenanzas sobre la protección de animales están, existen, pero no se cumplen. Entonces, hay que luchar para hacerlas cumplir. No puede ser que haya perros maltratados, atados con cadenas, sin agua y sin comida; expuestos al sol y a la lluvia. Ni hablar de los perros golpeados, al igual que los caballos. Las peleas de perros, las riñas de gallos, las aves entrampadas y enjauladas, todo eso forma parte del maltrato animal. Por eso las castraciones son una forma responsable, ética y segura de controlar la superpoblación animal.
 

Cortéz y la historia de “Callejero”

 

En 1977, en Barcelona, España, Alberto Cortéz publicó “Equipaje”, un libro en el que cuenta parte de su vida y la historia de algunas de las canciones de su extraordinario repertorio. En 1981, hace 37 años, cuando vino a ofrecer un recital en el Cine Teatro Catamarca, el mayúsculo artista, después de una entrevista para diario La Unión, nos dejó su dedicatoria y su firma en la publicación. Sobre la historia de “Callejero”, una de sus grandes inspiraciones, cuenta: “Era un perrazo de pelo blanco y, distribuidas estratégicamente sobre todo él, una serie de manchas negras. Su cola, metafóricamente, se me ocurría la eterna incógnita de su vida que para evitar la problemática inherente, él, filosóficamente, ubicaba lejos de su campo focal, es decir, adonde terminaba su humani...perdón, su ´perridad´. Nos conocimos cuando por esas cosas nos encontramos en el edificio donde él nació, un sitio para vivir nosotros. Nuestras relaciones desde el principio fueron en ´crecendo´. Le bajábamos comida con frecuencia y él la agradecía sobriamente, esbozando un breve y amistoso saludo a nuestro paso”.
  -“Convencido de nuestra amistad, un buen día nos concedió el honor de la suya y lo demostró subiendo con nosotros a nuestro apartamento. Los porteros y algunos amigos festejaron lo que ellos consideraban una auténtica victoria nuestra, ya que nadie con anterioridad había conseguido semejante hazaña. Todo marchaba de maravillas hasta que un día ´Ella´ no se sintió bien para subir andando hasta la vivienda; entonces se dio por enterado y desde ese instante entró siempre en el ascensor; incluso muchas veces lo hacía solo; el portero le abría la puerta y alguien de nosotros lo recibía en el quinto”.
  -“La perrera visitaba el barrio con frecuencia, bien enterada de que en aquellas calles vagaban una buena colección de ´chuchos´ (así le llaman los madrileños a los perros vagabundos) en quienes descargar su sospechosos sentido de la higiene ciudadana y del deber, a sabiendas de que los habitantes del barrio nos preocupábamos por alimentarlos y vacunarlos, día a día y año tras año. La prueba de ello es que cada callejero llevaba un modesto collar con su chapa de salubridad correspondiente. Palomo o Moro, como indistintamente le llamábamos, llevaba varias aparte de la que rezaba ´Estoy vacunado´, y en cada una de ellas el número telefónico de alguien que, como nosotros, temía que a pesar de sus garantías de higiene se lo llevase la dichosa perrera. En resumen: el collar que Moro lucía orgullosamente era una auténtica guía telefónica del barrio”.
  -“Su libertad absoluta nos invitaba a defendérsela a ultranza, olvidándonos que la libertad no puede tener mejor guardián que uno mismo. El viejo Pablo era el portero nocturno del edificio. El viejo Pablo era un anciano que irradiaba una inmensa ternura desde la insalvable trinchera de su timidez. El viejo Pablo daba la sensación de que a cada instante pedía perdón por el aire que gastaba. Él era el verdadero amo de Moro, más no por su decisión, sino por la del propio perro. Diariamente, Pablo terminaba su labor a las ocho de la mañana y emprendía su caminata hasta la Plaza de Castilla para coger el metro que lo llevaba a su hogar. Cuando Moro dormía en nuestra casa (muchas noches lo hacía), a las siete en punto suavemente nos despertaba para que le abriésemos la puerta. Bajaba presurosamente y esperaba al viejo sentado en la acera. Cuando éste salía lo acompañaba hasta el túnel del Metro y se volvía. Así todos los días, con sol y con lluvia, invierno y verano, a excepción de los domingos que Pablo tenía su día libre. Ese día a nuestro perro no había forma de despertarlo, por lo menos hasta el mediodía. ¡Qué curiosa e infalible medición instintiva del tiempo tienen los animales!”.
  -Cuando después de un tiempo lo dábamos por perdido, aparecía de pronto como se había ido. Generalmente regresaba más flaco y con algunas huellas de pelea. El alivio a nuestras preocupaciones llegó cuando descubrimos el motivo de sus correrías… ¡callejera como él! De los niños soportaba cualquier cosa que le hicieran. Era un personaje amigo de todo el mundo. Debo aclarar: no regalaba ese sentimiento a cierto sereno nocturno y tampoco a los curas. Sotana que veía, sotana que rechazaba. Los automóviles le atraían. Creo que esto fue lo que le costó la vida. Nos llamó un operario de una obra en construcción cerca del sitio donde vivía su ´favorita´ y, curiosamente escogió nuestro número de teléfono entre los muchos que colgaban de su collar. ´No tiene ninguna herida –nos dijo- debe haber sido un coche´. Sí, ese cómodo y feroz asesino de nuestro tiempo había segado la apasionante vida de uno de los seres más libres que he conocido”.


“Poly”, “Valle” y “Amigo”

*El caso de la perrita Poly. Recientemente, una preceptora del anexo granja de la escuela “Gobernador José Cubas” (Valle Viejo) la encontró en el baño. Literalmente la habían tirado allí. Estaba flaca y golpeada, sin poder caminar, con problemas de cadera. Del hecho tomó conocimiento la profesora Hilda Villafañe, integrante del grupo de mujeres proteccionistas del departamento chacarero. La llevó al veterinario, la tuvo en una jaula dos semanas en su domicilio particular y el animalito volvió a caminar…y a ser feliz. Hoy, está en manos de una familia de una alumna del establecimiento y circula en las redes sociales su foto con la carita de sentirse querida y contenida. La nueva vida de “Poly”.
  *El caso de “Valle”. Forma parte del paisaje de la plaza de El Aborigen, en Valle  Viejo. Dicen que llegó al lugar hace unos 15 años con una tremenda herida en el lomo (una enorme cicatriz así lo demuestra), producto de un hachazo. Allí la protegió personal municipal, que en la actualidad se encarga de cuidarla y alimentarla. Está vieja, sorda y sin dientes. La encontramos descansando bajo un banco de cemento de la plaza. Levantó la vista, nos miró y se fue para el sector de baños del espacio público, convertido en su vivienda. Alguien le puso “Valle”.
  *El caso de “Amigo”. Una vecina de la localidad de Polcos lo encontró en la puerta de una despensa y se sorprendió cuando el perro, de entrada nomás, le extendió una mano como pidiéndole amistad. Además de  caricias, el callejero comenzó a llamarse “Amigo”, recibió mimos  y un poco de alimento en la galería que da a la calle del negocio. Con el paso de los días, “Amigo” espera pacientemente a la vecina y su cola exterioriza la alegría cuando la ve llegar. Sabe que junto al apretón de manos llega el momento de alimentarse. Lo mejor de esta historia es que “Amigo” cosecha día a día nuevos amigos que le demuestran su cariño y le acercan comida.
  *Nos hubiera gustado contarles la historia de los cachorritos del barrio La Antena (Valle viejo). Pero no pudo ser. Una máquina topadora los pasó por encima a poco de nacer.

Por Kelo Molas

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