HOY: EDUARDO “PIRULO” MORALES

Cara a Cara: VIVIR PARA LA DIGNA ELECCIÓN DE TRABAJAR

domingo, 9 de septiembre de 2018 02:30
domingo, 9 de septiembre de 2018 02:30

Por Kelo Molas

Dice ser del partido político “de los que hacen”. Parco y de gesto adusto, tiene al trabajo como sinónimo de vida. Vive para trabajar. Recuerda con cariño a Guido Moguetta y exhibe en su oficina una foto con el ex presidente argentino Carlos Menem, con quien tuvo algunos encuentros.

Jamás se tomó vacaciones y ni piensa en hacerlo. Rindió todas las materias de la escuela de la calle. Y aprobó con un sobresaliente.

Nos recibió en la estación de servicio YPF de Tres Puentes (Valle Viejo), que le pertenece. Participó como candidato a intendente de las últimas elecciones en Valle Viejo porque sentía que algo podía hacer por su pueblo. Lejos de considerarse un empresario exitoso, se define simplemente como “un hombre de trabajo”.

El Cara a cara de este domingo propone conocer a un personaje del ámbito de la construcción en Catamarca: Eduardo Ciro del Valle Morales, el increíble “Pirulo” que llegó lejos de tanto andar trabajando.  

 

  -Es un hombre plenamente identificado con Valle Viejo.

  -Nací en Capital pero me crié en el departamento Valle Viejo. Me considero un chacarero de ley. Siempre en el mismo lugar: la localidad de Santa Rosa, y presumo de conocer a Valle viejo como la palma de mi mano. Recuerdo que siempre tomaba café con este muchacho (señala a la pared ubicada a su derecha en la que había una fotografía del desaparecido empresario Guido Moguetta) y tenía metido en la cabeza que algo teníamos que hacer por Valle Viejo, por todo lo que nos dio. Y de esa manera, él me empujó a meterme en la política.

  -¿Qué recuerda de su infancia y su juventud?

  -Mi niñez fue feliz y ya en mi juventud, a los 17 años, recuerdo un hecho que me marcó para toda la vida. Cuando yo tenía esa edad, mi padre compró un camión nuevo a don Rafael J. Pérez, que también vivía en Santa Rosa, y me mandó a trabajar a La Cocha (Tucumán), más precisamente al dique de Los Pizarro. Fue papá quien me consiguió un carnet para manejar porque yo tenía 17 años. Y digamos que desde ese entonces arranqué a trabajar.
 

-¿Cambió los estudios por el trabajo?

  -No me gustaban los estudios. Mi madre nunca me pudo hacer estudiar, nunca. Ni siquiera completé la primaria. Le decía que ahí comencé a trabajar de chofer en el dique de Los Pizarro. Y en algún fin de semana que me venía para mi casa lo hacía directamente por el túnel de La Merced; éramos varios los camioneros que hacíamos lo mismo.
 

-¿A qué se dedicaba su padre?

  -Siempre tuvo camiones para transportar hacienda. Hacía transporte de ganado para todos los carniceros de Las Chacras. Hasta que un día se ilusionó con un camión-volcador y las cosas le fueron mucho mejor,  hasta que compró otro camión. Mientras tanto, yo trabajaba en el camino que va desde La Cocha a Taco Ralo, donde tirábamos arena de noche, y de día lo hacíamos en el dique de Los Pizarro. Era jovencito y tenía todas las ganas para trabajar.

  -Con un padre siempre trabajador, usted no pasó necesidades ni pobreza cuando era chico.

  -No. Además, mi madre era maestra en la escuela de El Portezuelo. Allí trabajó hasta que se jubiló. También, a esta altura, mi viejo ya tenía una fábrica de ladrillos.

  -Cuenta que comenzó a trabajar a los 17 años. Y no paró hasta el día de hoy.

-No paré nunca. Con decirle que no conozco lo que es tomarme unas  vacaciones…

  -Perdón. ¿Jamás se tomó vacaciones teniendo los medios económicos para hacerlo? ¿No se le cruzó por cabeza pensar en viajar a Brasil o Mar del Plata?

  -No. No me llama la atención. Prefiero descansar dando vueltas por el pueblo. Pasa que viajo mucho por cuestiones laborales por todo el interior, donde tengo obras. Tengo que ir seguido a Córdoba o Tucumán a buscar repuestos. No me fijo si tengo que amanecer en Tucumán o Córdoba para traer un repuesto para las máquinas.

  -¿Cómo es un día normal en la vida de “Pirulo” Morales?

  -Arranco alrededor de las 6 de la mañana. Antes que nada debo decirle que soy muy personal en mis cosas, en todo lo que tiene que ver con mis trabajos. Gracias a Dios que tengo un grupo de gente que es de hierro y que merecen todo mi reconocimiento. De esa gente que trabaja sin pereza, algunos de los cuales tienen mucho años a mi lado. Desde las 6 trabajo hasta las siete de la tarde u ocho de la noche, depende.

  -Perdón nuevamente: suponemos que hace un parate para ir a almorzar y hacer una siesta.

  -No, no. Le cuento: tengo mi casa en Santa Rosa y jamás prendí la cocina. Soy soltero, no formé mi propia familia. En la heladera no tengo nada… (sonrisa amplia) los changos me dicen que la tengo pintada a la heladera. Después del mediodía como un sándwich acá (en la estación de servicio de Tres Puentes), pido algo a una casa de comida o “pico” algo con los changos en el lugar que esté trabajando. Concluida la jornada laboral, vuelvo a casa, me doy una ducha y vengo a la estación de servicios para ver cómo andan las cosas. No soy de andar mucho de noche, como tarde me acuesto a las 12 de la noche.

  -Volviendo al tema de las vacaciones, ¿nunca pensó en ir a Mar del Plata, por ejemplo?

  -No, nunca. No conozco Mar del Plata y no me interesa conocer. En cambio, si un amigo me dice que vamos a tomar un café en El Rodeo, acepto; siempre en algún lugar de Catamarca. Recuerdo tantos encuentros en El Rodeo con mi amigo (vuelve a señalar la foto de Guido Moguetta con gesto de entrañable afecto); se imagina: 35 años juntos. Mire…no soy un hombre de llorar fácilmente, pero a este muchacho lo lloré mucho. Para que se dé una idea de lo que era para mí: hermano, me quedo corto; amigo, igual. No sé… me unía algo muy especial a Guido. Hoy sigo muy unido a la familia.

  -A propósito: se le conoce como un hombre de carácter  fuerte, con mucho temperamento y hermético en su personalidad.

  -Vivo para mi trabajo y me gusta estar ahí, cerca de dónde se hacen las cosas. No me gusta perder tiempo.
 

-¿Se define como un empresario de la construcción?

  -Soy un hombre que intento hacer de todo: construcción, caminos, distintas obras públicas, todo lo que se pueda hacer en base a maquinarias. Tengo desde la palita hasta la topadora, grúas y otras máquinas.
 

-¿Cuántas máquinas tiene en la actualidad?

-Y, debe haber unas 30 máquinas, más unos 60 camiones y unas 16 camionetas. No me olvido: a los 17 no tenía nada más que un camioncito.

  -¿Alguna vez pensó cambiar de actividad laboral?

  -No. Cuando salí de Tucumán, después de estar más de un año, me fui a Frías (Santiago del Estero) porque mi padre tenía una estrecha relación con don Luis Salím, que además de político era proveedor de Loma Negra. Allí estuve casi dos años transportando piedras para Loma Negra y después pasé a trabajar en las canteras de cal de don Ángel Garriga y recuerdo que estaban también Pepe Carabús y Coco Díaz Dian, dos amigos. Yo era jovencito, pero toda mi vida me relacioné con gente mayor.
 

-¿Qué enseñanza le dejó su padre?

  -La del trabajo. Un día, le dio un camión con acoplado a mi hermana, otro a mi hermano y yo me quedé con un camioncito más chico y una máquina. Soy el mayor de los hermanos y de esa manera arrancamos, cada uno por su lado.

  -¿Algún día sonó con llegar a ser un próspero y reconocido empresario?

  -En realidad, no me siento un empresario; yo soy un trabajador. Tengo presente a don Luis Salim en Frías: yo terminaba mi trabajo y me iba a la estación de servicio que él tenía. Y lo veía a este hombre: iba y venía, salía a los galpones donde tenía los camiones, volvía y así permanentemente. Entrábamos a trabajar con los camiones a las 4 de la mañana hasta las 8 de la noche. Alguna vez pensé: “cómo me gustaría ser como don Luis”, pensando en tener una estación de servicios y una empresa constructora. Y con el tiempo se me dió. Debo reconocer que el que me dio una gran mano con trabajo fue (Silvestre) Zitelli cuando tenía la empresa NO.RU.ZI.; era muy amigo de mi padre.

  -Es un hombre agradecido.  

-Es que corresponde decir la verdad. Otro gran amigo que me ayudó mucho fue don Arnoldo Castillo.

  -En Valle Viejo debe recordar a mucha gente importante.

  -Sí, por supuesto. Como le decía: Guido Moguetta y además don Primo Prevedello, los carniceros Arévalo y Quiroga, era amigo de todos los tamberos. Recuerdo a “Pichón” y “Pepo” Rizzardo, entre otros tamberos.

  -Con todo el respeto que se merece y sin querer invadir su vida privada: ¿nunca pensó en formar una familia?

  -No. Y le explico por qué: porque llegué a la conclusión que no iba a tener el tiempo necesario para dedicarle a una familia, el tiempo que se merece una familia. Le soy muy franco: Para mí los días sábados y domingos son iguales al lunes. El día domingo, por ejemplo, a las 6 de la mañana ya estoy acá, siempre hay algo que hacer. Y bueno, me casé con el trabajo. Cuando era joven y trabajaba en otro lado, me quedaba los fines de semana en los campamentos, no volvía para mi casa. Y si tenía que dormir en los camiones, lo hacía. Por esto, muchas veces recibí el reto de mi madre.

  -Cuentan que varias veces lo vieron atendiendo en la estación de servicios.

  -No me cuesta nada ayudar a despachar combustible a los chicos.

  -¿Qué disfruta de la vida? ¿Qué lo hace feliz?

-(Vuelve a sonreír abiertamente) ¡Yo soy feliz comprando fierros! Me encantan las máquinas, los camiones, las camionetas. Vivo para eso. En mi casa, por ejemplo, vivo solito. Insisto: no formé una familia porque sabía que no me iban a “bancar”. Porque no tengo horario para volver a casa y porque los fines de semana, feriados y días laborales, son todos iguales para mí.

  -¿Es un hombre de hacer favores, de dar una mano al que la necesita?

  -No tenga ninguna duda. No me fijo en nada a la hora de hacerlo. Ayudo a mucha gente, pero no ando haciendo publicidad cuando lo hago. Cuando aparece en un diario que un chiquito está necesitando algo para mejorar su salud, hago llegar mi ayuda, pero de manera anónima; en esto no me gusta figurar. Así como soy muy exigente con mis empleados al momento del trabajo, así también estoy siempre dispuesto a ayudarlos cuando tienen algún problema. 

  -¿Qué representan para usted fechas tan especiales como Navidad o Año Nuevo?

  -Cuando vivía mi amigo (dirige otra vez su mirada a la foto de Guido Moguetta) pasábamos las fiestas de fin de año juntos, los dos sentaditos a la par. Después, para Navidad estoy aquí hasta las 24, brindo con los chicos y me voy a casa. Llega Año Nuevo y hago lo mismo.

  -¿Es un hombre de tener muchos amigos?

  -Creo que es la gran cosecha que hice en mi vida. Recuerdo entre ellos a Guido Jalil.

  -Ha tenido participación en muchas obras importantes en el departamento Valle Viejo.

  -Sí, muchas obras por suerte. Ahora mismo estamos con el ingeniero (Gustavo) Jalile haciendo avenidas; le proveo hormigón, le alquilo maquinaria.

  -A todo esto, para hacer todo lo que hace hay que gozar de muy buena salud.

  -Gracias a Dios, tengo muy buena salud. Un día se me fui un poquito arriba la diabetes. De esto hace como cinco años, me fui a Córdoba y me hice los estudios correspondientes. Me recetó un par de pastillas y hasta el día de hoy nunca tuve problemas. No volví a ver a ningún otro médico. (Sonrisa ampliada) ¡Tengo hasta la dentadura de fábrica!

  -¿Es un hombre de fe?

  -Soy católico y muy creyente. Para las festividades de la Virgen del Valle trato siempre de estar cerca de los que ayudan a los peregrinos. Me gusta estar presente en el Día del Niño en distintos lugares. Sinceramente, en estas cosas no me estoy midiendo en nada. Pero no es necesario andar publicitando estas acciones. ¿Y sabe por qué? Porque el de arriba (señalando hacia lo alto con el dedo índice) no duerme nunca. ¡Ese sí que no duerme nunca! Y todo lo ve. Por eso no creo estar equivocado en mi política de vivir la vida.

  -¿Qué representa el dinero para usted?

  -Estoy convencido que no es lo más importante en la vida. No, seguramente que no. Odio a la usura y a los que tienen dinero para hacer uso de la usura. Mire, con decirle que ni siquiera quiero tener una tarjeta de crédito. Hubo gente que vino a pedirme dinero y se comprometía a pagar el interés que yo ponga. Y no acepté porque la usura es lo peor que puede haber. Habrá quienes ganaron dinero con la usura, pero seguro les fue mal en otras cosas. Le digo algo: el berretín de mi vida es trabajar la mayor cantidad de horas por día y todos los días, y no otra cosa. Y tener una buena salud para poder hacerlo.
 

En pocas palabras

  -Nombres y apellido: Eduardo Ciro del Valle Morales.
  -Apodo: “Pirulo”.
  -Edad: 62 años (“cerca de los 63”, agrega).
  -Padres: María Enriqueta Bracamonte y Ramón Ciro (ambos chacareros).
  -Hermanos: Rubén Guillermo y Olga Noemí (también chacareros).
  -Partido político: “No tengo preferencia por determinado partido político. Soy del signo político que hace cosas. Me gusta el político que hace. Por ahí me enojo con los políticos porque el pueblo no puede pagar las consecuencias de las cosas malas que hacen los políticos”.
  -La política: “No volvería a incursionar. Ya lo hice, cumplí con mi amigo Guido y creo también haber cumplido con mi pueblo. De algo estoy seguro: si hubiera contado con el apoyo de mi amigo fallecido, seguro que lo dábamos vuelta a Valle Viejo”.
  -El país: “Me preocupa la gente que la está pasando mal. Al margen de los errores de este Gobierno, hay que ver lo que hizo el Gobierno anterior. ¡Nunca vi que se haya despilfarrado tanta plata del pueblo!”
 

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