A telón abierto

viernes, 8 de febrero de 2019 00:00
viernes, 8 de febrero de 2019 00:00

Dos de los más importantes festivales folclóricos de la temporada veraniega concluyeron su versión 2019: Doma y Folclore de Jesús María y Cosquín. Lo de “festivales folclóricos” es casi a esta altura de los acontecimientos algo simbólico, ya que durante muchos años han perdido su esencia, su razón de ser de raíz folclórica, para convertirse en masivos encuentros de música popular, con la inclusión de otros géneros musicales. En cuanto a lo de “dos de los más importantes festivales” del país es porque desde este espacio seguimos convencidos que el mejor de todos es la Fiesta Nacional del Poncho, más allá de los aciertos y errores de los organizadores de turno. Para esta columna, es tiempo de leer La Voz del Interior para tener un panorama más claro o cercano de lo que pasó en ambas convocatorias. El periodista Andrés Fundunklian se hizo cargo de los respectivos balances y bajo el título “Los grandes festivales y el recambio que no llega”, dice: “Las preguntas recurrentes vuelven a sonar una y otra vez: ¿qué día está Abel Pintos? ¿Y la Sole? ¿Luciano Pereyra? ¿Cuándo es la fiesta de Los Tekis? ¿Y la chaya de Galleguillo? ¿Y la noche ‘joven’ con Raly Barrionuevo?” Está claro: nadie preguntó por un valor cordobés. Cualquier parecido con lo que pasa en Catamarca es pura coincidencia (más claro aun: no es un capricho de quien esto escribe, como pretenden instalar algunos –y algunas- inflados por el ego, cuando del tema se trata). Tras cartón, el columnista de La Voz relata: “Sin dudas hay un problema: al hacer un repaso por las grillas de los últimos años en estos festivales, se siguen repitiendo los nombres de los llamados cabezas de cartel o artistas más taquilleros. El recambio de los grandes nombres en la música popular nunca llegó”. Concluye el periodista: “Tal vez haya que empezar a acostumbrarse a un formato diferente en los festivales, ya sin un artista que garantice el grueso de la convocatoria, sino una grilla más pensada, diversa y equilibrada. De esa manera el peso no recaería en algunos pocos nombres a los que les colgarían la pesada mochila de tener que cortar entradas. Es un camino largo y desafiante. Por su historia, los grandes festivales tienen que ser protagonistas de este reto”.
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  El mismo Andrés Fundunklian, con el título “Cosquín cierra en medio de premios y replanteos”, se ocupó el pasado domingo de lo que pasó en el encuentro de las nueve lunas, justamente en el día de cierre de su edición número 59. Tras aludir a la crisis económica actual, señala en su escrito: “La caída en la concurrencia de público no fue tan marcada como se podía suponer. La comisión (organizadora) tuvo que apelar a algunas estrategias que levantaron cierta controversia, como la promoción de 2x1 en las entradas a partir del jueves por la tarde (está claro que también en Cosquín duelen las sillas vacías)”. Y continúa: “Con respecto a las discusiones más cercanas al plano artístico, hay dos que sobresalieron sobre el resto: el reclamo por la escasa presencia de mujeres en el escenario y la necesidad de seguir apostando por la renovación y consolidación de propuestas que vienen emergiendo en los últimos años”. Más adelante, el periodista se refiere a los premios Revelación y Consagración de Cosquín: “Aunque han perdido cierta relevancia que tuvieron en otros tiempos, los premios siempre son un termómetro para medir estas cuestiones. Hubo un tiempo en que el premio abría un antes y un después en las carreras de los folcloristas, ya que por un lado promovían contratos con sellos y productores y una alta exposición mediática, y por otro otorgaba una ‘chapa’ que iba más allá de los nombres”. Desde este espacio parte insistimos: esta cuestión formaba parte, con mucha fuerza (y sino que lo desmientan los casos Mercedes Sosa, Luis Landriscina, Víctor Heredia o Jorge Rojas, por ejemplo) de la magia coscoína. Esa magia que no tiene el Poncho: hacer trascender el distintivo de consagración. ¿Por qué será? Tema para debatir en adelante.
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 De lo mejor de Cosquín 2019: el homenaje en la última noche a Jorge Marziali, a quien La Voz señala como “La memoria de un creador con fundamento”. Señala el diario cordobés que “Marziali (que falleció el 9 de julio de 2017 en Cuba) les cantó a la libertad, a la justicia, a los trabajadores, a la gente sencilla y a la fecundidad de la resistencia cotidiana, a los sentimientos puros de provincia, a poetas, músicos y cantores como él, a sus convicciones sociales y políticas. De origen mendocino y en los últimos años vecino de Traslasierra, Marziali fue el creador de Cebollita y huevo, Los obreros de Morón (“si vivieran, votarían por Perón”), Este Manuel que yo canto, Elijo criollos y Coplas para la libertad (“los dueños de la soberbia tenían siempre razón, y el no equivocarse nunca era su equivocación”), entre otros. La obra de Marziali se defiende sola, tiene su vida propia más allá de las interpretaciones e incluso de los escenarios”. Hasta el viernes.
 

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