"Café Cacán", un rincón de sabores catamarqueños con un toque alemán

Agustín y Johanna convirtieron un garage abandonado del centro en una cafetería que pone en la mesa los sabores autóctonos de la provincia.
lunes, 10 de septiembre de 2018 00:15
lunes, 10 de septiembre de 2018 00:15

Por Marcelo Carabajal

Dejar Catamarca para ir a estudiar en Córdoba y recibirse de Ingeniero Industrial, es algo que hizo Agustín Amorena, un tiempo atrás. Partir de su Alemania natal, llegar a la “Docta”, capacitarse en turismo, fue lo propio de Johanna Burkhardt. Conocerse sí fue de ambos, como así también construir el vínculo de pareja que los une desde un tiempo a esta parte.

El otro fragmento de la historia, le corresponde a todos los trabajos que agarró Agustín y luego soltó –uno de ellos en Alemania–, además de los tantos viajes que realizó Johanna. También a la decisión de darle vida, juntos, a un proyecto después de algunos amagues: convertir un garaje abandonado del centro en “Café Cacán” (Prado 673), una cafetería que incorpora los sabores que brotan de tierras catamarqueñas y le da su espacio a lo tradicional.  

Esta nueva propuesta gastronómica que invita a hacerse conocer, abrió sus puertas en mayo de este año y sorprende los paladares de aquellos que comienzan a acercarse por curiosidad. En la carta, hay cafés con gustos de frutos autóctonos, como el de algarroba, tusca, mistol, higo y chañar. Ofrece desayunos y meriendas con denominación europea y los clásicos. Además, es posible armarse un yogurt a gusto, combinando granola, frutas frescas, cereales, semillas, etc. Allí, los celiacos encuentran un lugar para comer dulzuras y los veganos, para probar variedades de sándwiches de vegetales con nombres indios. Cabe mencionar que la mayoría de los alimentos están hechos con productos frescos de proveedores catamarqueños.



El café, en su estructura física, tiene distintos sectores: una barra, el de las típicas mesas para estar acompañado, un sillón para el que se quiere poner cómodo y un mesón extenso para quienes van a trabajar –hay wifi– estudiar o simplemente compartir una conversación. Otra curiosidad, es que las sillas además de ser –todas– diferentes, fueron restauradas, rescatadas del desuso y otras adquiridas en una casa de antigüedades o a través de un grupo de Compra-Venta en las redes sociales.

Las paredes son verdes y color crema, de tono ameno, al igual que la música. También hay cuadros y un marco sobreviviente que, junto a unos pequeños broches de madera, contiene varias postales escritas en alemán y dirigidas a Johanna. Predomina la onda vintage y se parece a ningún otro lugar.

En “Café Cacán” los dueños también son empleados y por eso a veces andan a las corridas.  Llevan un pedido, intercambian algunas palabras con un comensal y dedican unos minutos a El Esquiú.com para contar más de esta propuesta novedosa.

En cuanto a la gestación del café, Agustín revela: “Estaba (trabajando) en una fábrica y no quería saber más nada. Había tomado la decisión de irme y estaba buscando acá (en Catamarca) hacer algo relacionado con el turismo. Se lo planteé a ella (a Johanna) el venir para acá. En septiembre nos vinimos con la idea de hacer esto. Empezamos a armar todo y no teníamos mucho presupuesto, fue bastante a pulmón”.



“Casi que ahorros no teníamos mucho. Hicimos eventos con las chicas del Hostel (que está al lado del café) para juntar plata. Prestamos de la familia, la plata que iba saliendo de esto”, relata el catamarqueño y explica que el nombre del café representa al “idioma de los indios Diaguitas, antes de que llegue el Quechua con el Inca”.

Desde su apertura hasta estos días, “Café Cacán” recibe “cada vez más gente. Al principio nos mirábamos las caras, pero de a poco la gente viene más. Hay gente que viene y te dice: ‘Che, que bueno lo que están haciendo’”, comenta Agustín y Johanna destaca que “tenemos mucha gente que vuelve, que ya vino, todas las semanas. Para mí, personalmente, está muy bueno ver que la gente vuelva. Eso quiere decir que hay algo que estamos haciendo bien”.

La incorporación de los insumos y productos de proveedores locales que promueven, busca apuntalar la economía local y poner en la mesa “lo propio” de Catamarca: “Creo que surge un poco de que la economía se mantiene regionalmente o no se mantiene. Es una cuestión de crear una economía en la que vos me provees a mí, yo te doy la plata a vos y vos después le comprás a otro que también es de acá y ese después viene a mi cafetería. Se genera una cadena dentro del lugar. Acá en Catamarca hay muchísimo. Se puede producir de todo y no hace falta ir a comprar. Me interesa que se quede acá la plata”, considera Agustín.

“Es la idea, incorporar a los proveedores de acá (de Catamarca) para que todos crezcamos juntos. Que sea como una comunidad. Lo que yo observo acá es como que la gente todavía no le da mucho valor a lo que uno tiene, a los productos propios. Hay tantas cosas ricas y distintas que hacen la diferencia: es lo que queremos hacer nosotros, no queríamos ser una cafetería más. Volver a las raíces, ver qué es lo que tenemos acá al lado y no lo industrial. Apoyar la economía local, que es muy importante. Y saber de dónde viene lo que comemos”, agrega Johanna.



Con relación a la carta, Agustín remarca que “por ahí uno le cuenta un poco porque la gente no le presta tanta atención a la carta. Y al ser medio larga, pide lo clásico. Uno le dice que hay opciones”. “Es un poco un experimento que hicimos. No sabíamos si lo iban a aceptar o no. Me sorprendió que mucha gente viene, prueba el café de higo, le encanta y lo vuelve a tomar. Les gusta mucho y se sorprenden”, apunta Johanna.

Para los celiacos salir a comer ó compartir algo con la familia y amigos, no es tan sencillo porque tienen menos opciones para elegir. Por eso, Agustín señala que de manera constante están “tratando de buscar una oferta para que todos puedan venir a comer. Tenemos una canasta especial que es para celiacos. La preparamos y la dejamos fuera del alcance de la harina de trigo. De eso se trata, de incorporar”.



Johanna, por su parte, pretende que “Café Cacán” no sea un lugar de paso para los comensales: “Para mí es muy importante que la gente se sienta un poco como en su casa. Que venís y no tengas la sensación de que te tenés que ir rápido. Que puedas venir a pasar un rato largo y disfrutar de un ambiente distinto”.

Tanto Agustín como Johanna están sorprendidos porque la propuesta es aceptada por quienes los visitan. Con eventos, quieren sumar una oferta cultural en el futuro. Pero sin dudas, hay algo que importantísimo para ellos y Johanna lo define con tres palabras: “Hay que mantenerlo”.

La carta





Horario de atención:
Lunes a viernes: 8:00 - 13:00, 17:30 - 22:00.
Sábado: 9:00 - 12:30, 18:00 - 22:00.

Ubicación: Prado 673 (Capital).

Facebook: https://www.facebook.com/cafecacan/

Fotos: Fabián González y Café Cacán.

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Comentarios

12/9/2018 | 19:11
#149002
..En la nota mencionan alternativa para celíacos, cuál es? .. y quien los instruyo en cuanto a la manipulación de estos productos..? Saludos y Éxitos..
10/9/2018 | 15:45
#149000
Buenisimo idea.Mucha Suerte.Que todo guste y crew's El emprendimiemto.Felicitaciones!
10/9/2018 | 12:02
#148999
Ay pero que rico todo!!

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