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Día del Circo

Se celebra en homenaje a José Podestá, que nació el 6 de octubre de 1858 en Montevideo y desarrolló en Argentina una labor pionera. Inventó el circo criollo y a Pepino el 88, un payaso que fue modelo del cómico rioplatense.
lunes, 4 de octubre de 2010 00:00
lunes, 4 de octubre de 2010 00:00

Los orígenes del espectáculo circense están indiscutiblemente ligados a la familia Podestá, constituida por los hermanos Antonio, Pablo, Juan, José "Pepe" y Jerónimo, hijos de Pedro Podestá y Teresa Torterolo, genoveses, radicados por motivos políticos en Montevideo, la mayoría de sus vástagos nacieron en la vecina orilla. Pepe fue uno de los que más notoriedad obtuvieron por crear el personaje Pepino el 88, famoso en las primeras décadas del siglo pasado.

En los comienzos del circo se representaban dramas europeos; Los Brigantes de la Calabria, Los Bandidos de Sierra Morena, etc. A fines del siglo XIX, los hermanos Podestá pioneros fundamentales de este tipo de espectáculos, incluyeron en el teatro móvil circense la pantomima Juan Moreira. Al poco tiempo, en Arrecifes, a Pepe Podestá le sugirieron transformar la pantomima en drama. En 1886, en Chivilcoy se estrena el drama Juan Moreira, el primero representado en los circos; luego siguieron otros: Martín Fierro, Pastor Luna y Hormiga Negra.

En medio de la obra se bailaba un gato y Pepe cantaba un estilo. Esta fue la cuna del teatro argentino. La repercusión fue inmediata, principalmente entre la población rural analfabeta por verse allí representada. En cierta oportunidad, durante la representación de un drama, en el momento en que el protagonista era atacado por la policía, de la platea subió al escenario un espectador, facón en mano, para defender a Juan Moreira.

Estas situaciones llevaron a varios empresarios a pedir guardia policial durante la representación de los dramas para seguridad de los artistas. El artista de circo, formado en la escuela del picadero, era un profesional integral debía saber de todo, hacer de payaso, actor, acróbata, trapecista, armar el escenario, pintar, armar el decorado, fabricar el barniz para pegar bigotes postizos, cantaba y bailaba las danzas criollas, eran grandes jinetes, montaban caballos corcoveadores, manejaban sables y dagas en pelea con gran naturalidad provocando el aplauso entusiasta de la concurrencia.

El circo preservó y difundió la payada, resucitó danzas criollas, cuando éstas corrían el riesgo de ser olvidadas por el predominio de los gustos europeos llegados con la inmigración. En esas épocas los artistas de circo fueron maestros incluso fuera de la carpa. En ocasiones, después de la función solían acercarse docentes de escuela para invitarlos a los colegios a enseñarles a ellos y los alumnos nuestras danzas.

A partir de la década del 30 empezó el ocaso del gran circo criollo debido en parte a la llegada de compañías extranjeras. Los empresarios nacionales para hacer frente a la competencia tuvieron que suprimir esta segunda parte.

Pese a ello, este tipo de circo subsiste humildemente en localidades rurales aisladas del interior, a pedido de los propios pobladores. 

Más información sobre el Circo Criollo 

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