Perú y su singular crisis

jueves, 3 de octubre de 2019 01:11
jueves, 3 de octubre de 2019 01:11

Los peruanos amanecieron esta semana con dos presidentes. En realidad, dos personas juramentadas para el cargo, pero solo una de ellas con poder real. Y se fueron a dormir otra vez con un solo presidente. 


De un lado, el presidente Martín Vizcarra, que ejerce el cargo desde marzo de 2018 y que el lunes, amparándose en la Constitución, disolvió el Congreso dominado por el fujimorismo y convocó nuevas elecciones legislativas para enero, quien para todo efecto tiene el control del poder. Las Fuerzas Armadas y los veinticinco gobernadores regionales le dieron su respaldo. También la mayoría de la población. 


Del otro lado, la vicepresidenta Mercedes Aráoz, fue juramentada como presidenta por la mayoría parlamentaria que se resiste al cierre del Congreso. Minutos antes esa mayoría había suspendido de su cargo a Vizcarra. Un día después, Aráoz renunció a su presidencia inexistente. 


Nunca tuvo algún poder real, fue presidenta solamente en los papeles de la mayoría parlamentaria fujimorista, una presidenta de ficción. Fue un papelón de 24 horas.


Atrincherados en el Congreso, los legisladores de la mayoría armaron una sesión en la cual, en forma sumaria, sin un proceso previo, decidieron la suspensión por un año del presidente Vizcarra, al que acusaron de infracción a la Constitución alegando que había cerrado el Congreso en forma ilegal. 


Estaban solamente los de la mayoría. Pero no tenían los 87 votos que necesitaban, dos tercios del total del Parlamento unicameral, para destituir al presidente y forzaron la figura de la suspensión temporal por un año, para lo que necesitaban solamente 66 votos. Suspendieron a Vizcarra sin juicio político y juramentaron como presidenta a la vicepresidenta Aráoz, que dio un discurso en el que dijo que su gobierno apostaría por el diálogo y la unidad. 


Pero ese gobierno nunca existió. El auditorio monocorde la aplaudió. Parecía una comedia. “La presidenta fantasmal”, podría llamarse.


El izquierdista Frente Amplio denunció ante la Justicia a Aráoz por usurpación de funciones. Horas después de esa denuncia llegó la renuncia de Aráoz. Antes de dimitir a un cargo que en la realidad nunca tuvo, había declarado a la agencia Reuters que sentía que “hoy día buena parte del Perú me está odiando”. 


Fue un reconocimiento de la impopularidad de las posturas que defiende, de la mano del fujimorismo.
En una rueda de prensa con corresponsales extranjeros, se le preguntó al destituido presidente del Congreso, Pedro Olaechea, sobre la legalidad de suspender a un presidente sin juicio político previo. “Eso es perfectamente legal”, argumentó, sin mayor explicación. Juristas lo desmienten.

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