Se complica entrar y salir de EE.UU

martes, 11 de junio de 2019 01:40
martes, 11 de junio de 2019 01:40

En la base de la Estatua de la Libertad, a la entrada de Nueva York, hay un poema de Ema Lazarus que dice: “Dame tus cansadas, tus pobres, tus hacinadas multitudes anhelantes de respirar en libertad”.

Su significado quedó hecho añicos a lo largo de varias presidencias, pero Donald Trump lo terminó de hacer polvo. Estados Unidos impuso desde este mes más condiciones a los extranjeros para ingresar al país y también aplicó restricciones a sus propios ciudadanos para salir de él con destino a Cuba. Las dos noticias que la mayoría de los medios dieron por separado hablan de una misma política. De un control orwelliano que agrega filtros más duros para cruzar sus fronteras –no basta con el muro en los límites con México– e impone una zona de exclusión a quienes pensaban visitar la mayor isla de las Antillas con pasaporte de EE.UU. Para entrar habrá que entregar los perfiles utilizados en redes sociales, correos electrónicos y números telefónicos de los últimos cinco años. Para viajar al exterior los norteamericanos deberán elegir cualquier nación menos Cuba. Quien lo intente se verá en serios problemas. Desde el 5 de junio, Washington le dio vigencia al Título III de la Ley Helms-Burton con el fin de asfixiar todavía más a su vecino. El gobierno de Miguel Díaz Canel repudió la decisión que retrotrajo a cero los avances que se habían logrado durante las presidencias de Barack Obama y Raúl Castro.

 “Las medidas buscan impedir que el pueblo de Estados Unidos conozca la realidad cubana y derrote así el efecto de la propaganda calumniosa que a diario se fabrica contra nuestro país”, señaló La Habana. Por 60 años la isla fue sometida al bloqueo económico de EE.UU que ha tenido un costo para el país de 134 000 millones de dólares a precios corrientes hasta 2018. Aunque el caso de Cuba se explica por sí solo en la política de creciente aislamiento que pretende imponerle Trump, todo tiene que ver con todo. Estados Unidos está en guerra contra el mundo o una buena parte de él. En guerra comercial con China y Europa, en guerra fría con Rusia, en guerra con Venezuela para apropiarse de su petróleo como ya lo hizo en Irak, en guerra migratoria con México y los países de América Central. 
 Ahora los viajeros que quieran ingresar a su territorio para hacer turismo, trabajar o estudiar se verán obligados a entregar datos sensibles. Las nuevas condiciones solo eran exigidas hasta la semana pasada a personas que habían visitado países que integran la llamada lista de “estados terroristas”, según la mirada gendarme de EE.UU. Con cierta ironía, el bloguero y analista político cubano Iroel Sánchez comentó: “Obviamente, las contraseñas no las piden porque como la mayoría de esas empresas son norteamericanas no las necesitan, tienen las puertas traseras de sus servidores”. Se estima que unos 15 millones de extranjeros tramitan cada año la visa para entrar a Estados Unidos. La nueva regulación es tan restrictiva como la que se puso en vigencia para los norteamericanos que aspiren a viajar a Cuba. No serán alcanzados por ella quienes compraron o reservaron pasajes hasta el 4 de junio. 

  Peter Kornbluh escribió un artículo sobre las consecuencias de esta política: “En 24 horas, más del 50 por ciento del mercado de viajes de Estados Unidos a Cuba simplemente se ha evaporado”.

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