Coronavirus: ¿Cambiará nuestra vida con la vacuna?

sábado, 8 de agosto de 2020 10:42
sábado, 8 de agosto de 2020 10:42

Aunque poco tienen en común Daniel Gollán, Roberto Baradel y Donald Trump, la ideología, la cantidad de poder que cada uno maneja, el país de origen, depositan en una eventual vacuna contra el coronavirus la salvación que compense desaciertos y carencias propias.

El presidente de Estados Unidos espera - o más bien ansía con desesperación- que la vacuna esté lista antes de las elecciones norteamericanas, el 3 de noviembre; sería el salvavidas perfecto para una campaña que, hasta ahora, no dejó error sin cometer.

El ministro de Salud de la provincia de Buenos Aires advirtió esta semana que, sin vacuna, no habrá temporada de verano en la costa argentina. Para Gollán, la solución más fácil para contener la pandemia es cerrar todo y prohibir la circulación, aun cuando el peligro sea acelerar incluso más el hundimiento de la economía y el crecimiento de la pobreza o quitarle efectividad y credibilidad a las decisiones del Estado.

El secretario general de Suteba dijo, por su lado, que "hasta que aparezca la vacuna, las clases presenciales serán una complicación" y puso en duda su reanudación, pese a que cada vez hay más evidencia de que las clases remotas no logran involucrar a los alumnos como sí lo hacen las lecciones en el colegio y que la desigualdad en el acceso a la educación se disparó en la pandemia.

Pero tal vez Baradel, Gollán y Trump tengan que buscar otras soluciones, salvo que quieran o perder las elecciones o cerrar todo, incluido las escuelas, por un año más. La vacuna estará seguramente lista antes, incluso puede ser en octubre, como dice el mandatario norteamericano, o a fines de año, como estiman algunos laboratorios; después de todo, cuatro de los 163 proyectos en marcha están ya en ensayos clínicos, la fase anterior a la aprobación.

Pero el impacto en la vida diaria de los países de esos proyectos comenzará a sentirse varios meses después, muy probablemente en la segunda mitad de 2021. La historia, los tiempos de la ciencia, la realidad de la producción y distribución de las medicinas y las necesidades de la geopolítica muestran que la vacuna le devolverá la normalidad al mundo, quizás una mejor a la de 2019, pero lo hará con mucha más demora de lo que Baradel, Gollán y Trump piensan.

¿Inmunizamos todo?

Si ese es el plazo estimado para una primera etapa en el país más rico del mundo, es probable entonces que los tiempos sean más trabajosos, largos e inciertos para la Argentina. Por eso, especialistas de todos los países aconsejan a sus gobiernos que tan importante como celebrar el día en que la primera vacuna vea la luz, será gestionar la expectativa de las sociedades sobre lo que viene después, que lejos estará de ser una solución mágica.

Advierten que -como Gollán, Baradel y Trump- pensar que la vacuna devolverá automáticamente la normalidad es riesgoso porque las sociedades relajarán los hábitos de distanciamiento social que deberán seguir vigente en los meses hasta que una amplia proporción de un país esté vacunado.

Será tan peligroso como pensar que un país debe permanecer confinado hasta que la vacuna que nos inmunice al Covid-19 vea la luz.

Una vez que levantaron sus cuarentenas, los gobiernos europeos, desde Noruega a Italia y Francia, prometieron evitar a toda costa un segundo confinamiento estricto; estiman que el costo social, económico y cultural pesará tanto como el trauma sanitario. No descartan rebrotes, ni siquiera las tan temidas segundas olas pandémicas. Pero con las experiencias de esa primera oleada que los marcó tanto, todos se disponen a abrir los colegios cuando llegue septiembre y el otoño boreal. Los protocolos serán tan estrictos como la vigilancia de nuevos casos será rigurosa; la temporada de verano les sirve de experiencia para unos y otra.

Ambos, vigilancia y protocolo, serán esenciales también una vez que la vacuna empiece con la tarea de inmunización; seguirán en pie hasta que la inmunidad de rebaño -un 60% en el caso de coronavirus- toque la puerta de cada país, en la profundidad de 2021 o el amanecer de 2022. Entonces, como ya lo hicieron las inoculaciones contra la viruela o la poliomelitis, la vacuna desterrará la amenaza del coronavirus para cambiar, como sus antecesoras, la calidad de vida diaria en cada rincón.

Fuente: La Nación

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