En la mañana del miércoles, el Gobierno de Estados Unidos ejecutó a Lisa Montgomery, la única mujer a la que se ha aplicado la pena capital por orden federal en casi 70 años, condenada a muerte por asesinar a una embarazada y abrirle el vientre para extraer a su hijo. La ejecución fue llevada a cabo en una prisión de Terre Haute, en el estado de Indiana.

La decisión llegó después de que el Tribunal Supremo despejara la última posibilidad para evitar su muerte, tras las demandas de la defensa por el estado mental de Montgomery tras "una vida de torturas sexuales a manos de sus cuidadores", tal y como ha recogido la cadena de televisión NBC.

Sin embargo, la decisión final del Tribunal Supremo permitió que la ejecución fuera llevada a cabo. Ayer, un tribunal de apelaciones decidió suspenderla, después de que la defensa de Montgomery, sin justificar su crimen en ningún momento, recordara la «vida de torturas sexuales» que había padecido la sentenciada «a manos de sus cuidadores».

En este sentido, la abogada de Montgomery, Kelley Henry, sostuvo que su defendida sufrió daños cerebrales por golpes recibidos cuando era niña y que sufría de psicosis y otras afecciones mentales, había definido la decisión de ejecutarla como una “injusticia”. Montgomery había vivido una infancia difícil, atravesada por abusos de todo tipo, y que en apariciencia había trastornado su personalidad. Con graves problemas psicológicos, fue responsable de un terrible crimen: el asesinato de una mujer embarazada de ocho meses, una joven de 23 años llamada Bobbie Jo Stinnett, a la que estranguló. Después, sacó al bebé de su útero, que logró sobrevivir.

La mujer fue ejecutada a través de una inyección letal en una prisión de Indiana, según confirmó la Oficina Federal de Prisiones.

Tras la ejecución, Henry afirmó, a través de un comunicado, que esta aplicación de la pena capital es «viciosa», lamentando «la sed de sangre de una Administración fallida».