Unas 751 tumbas sin identificar fueron descubiertas en un antiguo internado para niños indígenas en la provincia canadiense de Saskatchewan.

El macabro hallazgo sacude nuevamente a Canadá, después de que a finales de mayo trascendió que se encontraron los cadáveres de 215 menores, algunos de no más de tres años, en fosas de otro internado en la Columbia Británica. Esto profundiza la herida de un país que lidia desde hace generaciones con un abuso generalizado y sistemático de los pueblos indígenas.

Tal y como sucedió tras el primer hallazgo hace unas semanas, el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, volvió a decir que su corazón está destrozado.

“Ningún niño debería haber sido arrancado de sus familias y comunidades, robándoles su lenguaje, cultura e identidad”, remarcó Trudeau el jueves en un comunicado. “Ningún niño debería haber pasado su preciosa juventud bajo una soledad terrible y de abusos. Ni sufrir sus últimos momentos en un lugar donde vivía con miedo, sin poder volver a ver nunca más a sus seres queridos. Y a ninguna familia se le debería haber quitado la alegría de sus niños jugando y el orgullo de verlos crecer”, prosiguió.

“Reconozco que estos descubrimientos solo profundizan el dolor de las familias supervivientes y lo que sienten todos los pueblos nativos, que ven reafirmada una verdad que ellos sabían desde hace mucho tiempo”, subrayó.

Trudeau prometió que el Gobierno continuará ayudando con medios y recursos a esas comunidades para que salgan a la luz las atrocidades cometidas.

El descubrimiento se produjo en los terrenos de la antigua Marieval Indian Residential School, según información de la Feder­ación de Naciones Indígenas ­Soberanas, que representa a las 74 Primeras Naciones de Saskatchewan.

Tras el primer hallazgo del pasado mayo, Trudeau y los líderes nativos expresaron el triste convencimiento de que muchas más fosas sin identificar aparecerían durante las investigaciones en las zonas donde estuvieron abiertos otros internados de este tipo.

Alrededor de 150.000 menores indígenas fueron enviados a centros de la iglesia, que contaban con apoyo económico del gobierno, desde el siglo XIX y hasta 1990. El objetivo de estos centros era su asimilación a la cultura blanca. Los malos tratos físicos y los abusos sexuales se prodigaban como método. En Canadá operaron 130 escuelas de este tipo. “Por desgracia, estos hallazgos son el principio”, dijo Bobby Cameron, otro jefe nativo.