La inhabilitación de Evo Morales por parte del Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP) marca un giro decisivo en la política boliviana, poniendo fin a una larga etapa de protagonismo del exmandatario y abriendo un nuevo capítulo para el Movimiento al Socialismo (MAS).

Al establecer que la reelección solo puede darse una vez de forma continua, el tribunal cerró definitivamente la puerta a un eventual tercer mandato, en línea con principios constitucionales y con fallos anteriores de organismos internacionales como la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

La renuncia de Luis Arce a su candidatura, en medio de una fuerte crisis económica, agudiza la reconfiguración interna del MAS y evidencia las fracturas entre las distintas alas del partido. Arce, cada vez más debilitado políticamente, deja un vacío que rápidamente fue ocupado por Andrónico Rodríguez, presidente del Senado y figura emergente con fuerte arraigo en sectores juveniles y sindicales.

Rodríguez, de 37 años, representa una nueva generación dentro del MAS que busca desmarcarse de la figura dominante de Morales, pero sin romper con el ideario de izquierda popular que caracterizo al partido. Su ascenso en las encuestas sugiere que podría capitalizar tanto el desgaste de los liderazgos tradicionales como la necesidad de renovación en el electorado boliviano.

Este escenario anticipa una campaña electoral intensa, donde la izquierda buscará reconfigurarse bajo un nuevo liderazgo, mientras la oposición intentará aprovechar la fragmentación del oficialismo. En cualquier caso, las elecciones del 17 de agosto se perfilan como un punto de inflexión en la política boliviana.