Tras su debut en la Fórmula 1 con Toleman, la primera victoria de Ayrton Senna en la F1 se hizo esperar hasta su segunda temporada y, más concretamente, hasta la segunda carrera, el GP de Portugal de 1985.

La gran protagonista de aquel fin de semana en el circuito de Estoril fue la lluvia y, bajo esas condiciones, Ayrton Senna siempre demostró una habilidad extrema. El fin de semana empezó bien para el brasileño, consiguiendo la primera pole de su trayectoria en la Fórmula 1 por delante del McLaren de Alain Prost y el Williams de Keke Rosberg.

El domingo, las 67 vueltas que habría que dar al trazado para completar el GP de Portugal se convirtieron en una auténtica odisea en la que Ayrton Senna fue el que más rápido consiguió ir con su Lotus 97T.

El brasileño cruzó la meta con 1:02 minutos de ventaja sobre el segundo clasificado, el Ferrari de Michele Alboreto, y dobló a los otros ocho pilotos que acabaron la carrera.

Sorprendentemente, el Lotus 97T nunca se había probado en mojado, por lo que también fue una aventura hacia lo desconocido. Después de un problema de transmisión en el calentamiento de la mañana, le habían aplicado un cambio de motor y caja de cambios. "Mi coche era perfecto, tengo que decirlo”, dijo Senna después. “Pero los frenos de fibra de carbono eran difíciles y las condiciones no eran buenas para ellos ... No podía usar las revoluciones máximas en ninguna parte, ni siquiera en la recta".

Algunos años más tarde, agregó: “Fue una carrera dura y táctica, curva por curva, vuelta por vuelta, porque las condiciones cambiaban todo el tiempo. El coche derrapaba por todas partes; era muy difícil mantenerlo bajo control. Una vez tuve las cuatro ruedas en el césped, totalmente fuera de control, pero finalmente volvió al circuito. Más tarde, la gente dijo que mi victoria en mojado en Donington, en el 93, fue mi mejor actuación, ¡de ninguna manera! ¡Tenía control de tracción!”.

La conexión de Senna con el monoplaza era casi espiritual, un don que él refinaría en los próximos años. Chris Dinnage, su mecánico jefe ese día en Portugal y ahora Team Manager de Classic Team Lotus recuerda bien cómo fue aquel día.

"Esa fue la primera vez que condujo en esas condiciones. Fue en Estoril cuando realmente salto a la palestra, porque la gente se incorporó y pensó: “espera, ha doblado a casi todos" y sabíamos que teníamos algo muy especial. Ayrton tenía el mismo ritmo brusco que todos los demás, pero solo estaba usando el 50 por ciento de su capacidad como ser humano para conducir el coche a toda velocidad, dejando el otro 50 por ciento libre para estar realmente al tanto de todo lo que estaba sucediendo. Sus niveles de concentración no tenían igual: nunca he conocido a nadie más como él".