Habló la persona con el primer caso autóctono de coronavirus en la Argentina

miércoles, 25 de marzo de 2020 18:12
miércoles, 25 de marzo de 2020 18:12

El 9 de marzo, Juan, se dijo a sí mismo que algo no andaba bien. Estaba algo afónico, pero eso no le impediría ir a dar su clase a la Universidad de General Sarmiento. Agarró el auto y se fue a San Miguel. Al día siguiente, aunque la tos se había acentuado, Juan cumplió con el ritual del fútbol.

Para el miércoles 11, cuando fue a tomar examen a la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, la tos ya se había puesto peor. A la noche, llamó un médico de la prepaga a domicilio. “¿Viajaste a algún lado?”, “¿Tenés fiebre?”, le preguntó el profesional. “¿No? Quedate tranquilo, es una faringitis nada más”, le diagnósticó, y le recetó el primer corticoide de una serie que pasaría de la administración oral a la inyectable en pocos días.

Atento a las noticias internacionales de una epidemia a la vuelta de la esquina y, sobre todo, a su tos insidiosa, Juan resolvió comunicarse el jueves 12 con el sistema público de salud. En el 107, le hicieron las mismas preguntas, y él dio las mismas respuestas. “Faringitis”, le confirmaron, y le recomendaron con un poco de sorna que no se persiguiera. Juan redujo sus salidas al aire libre pero se esforzó por continuar con su vida diaria.

Después de noches durmiendo en el sillón para no despertar con la tos a su compañera y a su hijito, Juan decidió ir el sábado 14 a la guardia cerca de su casa. No tenía fiebre. No se había ido de viaje a ningún lado. Pero los síntomas seguían y, después de tantos años de escribir sobre temas científicos, sabía que tenía que consultar a profesionales en un centro hospitalario.

Mediante una app de su prepaga, esperó en el auto a que hubiera pocos pacientes y entró al área de Emergencias del sanatorio. Lo atendieron enseguida y, tras una radiografía sin señales preocupantes, le aplicaron un corticoide y lo mandaron de vuelta a su casa.

Juan se sintió mejor un par de días, pero el jueves 19 amaneció con dificultades para respirar, muy agitado y, al mismo tiempo, agotado de tanto toser. A pesar de las suspicacias del entorno, volvió a la guardia del sanatorio. Creía íntimamente que tenía coronavirus pero sabía que, sin fiebre ni antecedentes de viaje, no le iban a hacer el test oficial de coronavirus. De modo que le pidió encarecidamente a los médicos que lo examinaran a fondo: la cosa había cambiado mucho desde que sentía los síntomas en la garganta hasta ahora, que percibía los síntomas más abajo, en los pulmones.

Una tomografía mostró algo que los médicos, tras deliberar durante bastante tiempo, definieron como una “neumonía rara”. Ahí mismo lo aislaron. Los profesionales de la salud se enfundaron en trajes protectores y él, aliviado, pudo descansar en una cama hospitalaria después de más de una semana de inquietud y tos.

Desde ese día, Juan está internado en la clínica porteña, desde donde se comunica telefónicamente con una gran tranquilidad. Repite que lo atienden muy bien tanto los médicos como las enfermeras. Está esperanzado: dice que pronto le darían el alta y podría continuar el aislamiento en un domicilio. Sólo está enojado por las versiones que hicieron correr cuando contó su situación a los vecinos del edificio en el que vive y a algunos colegas de la UBA, con los que había estado en contacto mientras no sabía que estaba enfermo. Se siente mucho mejor ahora, asegura, aunque se nota que todavía le cuesta subir la voz. En ningún momento necesitó oxígeno ni respirador: afortunadamente, tiene una neumonía leve, apunta. “Mi preocupación pasa más por los días que tengo que estar aislado sin ver a mi familia que por morirme”, asegura con un dejo risueño.

Desde el lunes pasado, Juan tiene la confirmación oficial de su diagnóstico por parte del Malbrán, ese que él mismo sospechaba hace muchos días y el sistema de salud no quería ver. Juan insiste en que él no es importante, en que sólo quiere advertir que el coronavirus puede presentarse sin fiebre, sin haber viajado, sin una explicación convincente. Mientras se le acaba la batería del celular, Juan quiere recomendarles a todos que cumplan la cuarentena y alertar sobre la estigmatización de las víctimas de la pandemia.

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