El fallecimiento de una beba de apenas dos años conmociona hace todo el barrio Provipo de la capital salteña. Su mamá, es una mujer de 23 años, la llevaba en brazos y confesó a los médicos que la recibieron por guardia que su hija se había ahogado mientras comía. Pero no era cierto, y el resultado de la autopsia la dejó en el centro de la investigación.

Pese a la afirmación de la madre, los profesionales de salud que tuvieron contacto judicial con la víctima, notaron a simple vista que el cuerpo de la nena presentaba signos de golpes y escoriaciones, y advirtieron también que “lucía descuidada y baja de peso para su edad”, informó a través de su portal de noticias el Ministerio Público Fiscal de la Provincia de Salta.

La revisación médica puso en jaque la coartada de la mujer que después, acorralada por las preguntas insistentes de los doctores, empezó a contradecirse en su relato. Entre idas y vueltas, terminó por reconocer que había dejado a su hija sola en la casa y que, al volver, la había encontrado con “dificultades para respirar” y la llevó al centro de Salud. También aseguró que había mentido para que no pensaran que era “mala madre”.