Tres testigos clave declararon ayer en el juicio oral en contra de César Pihuala, el chofer de colectivo acusado de embestir y matar a un hombre de 80 años en la esquina de las avenidas Güemes e Hipólito Yrigoyen, el 28 de agosto de 2006. Se trata de las pasajeras que estaban a bordo del colectivo el día del hecho, quienes coincidieron en destacar que Pihuala conducía prudentemente y despacio al momento del siniestro.
La primera de las testigos, Susana Acevedo, dijo que ella no pudo ver cuando la víctima cruzaba la calle y que sólo sintió un golpe y de inmediato la gente que se encontraba circulando por el lugar comenzó a gritar y a exclamar que un hombre había sido atropellado. Agregó que no se explica cómo pudo suceder el siniestro ya que el chofer manejaba muy despacio.
Por su parte, Griselda Arce señaló al igual que Acevedo, que nunca vio a la víctima debido a que ella iba sentada en el lado derecho y en el medio. Así también indicó que cuando Pihuala dobló hacia la izquierda se sintió un golpe y que debido a la lentitud con la que circulaba el rodado frenó inmediatamente. Ante la conmoción por lo sucedido la testigo sólo atinó a entregarle al chofer su número de celular ofreciéndose como testigo.
 

La tercera pasajera que atestiguó fue Ana María Izquierdo, una mujer que desde el primer momento aseguró que Pihuala era inocente. Y dijo que había vehículos estacionados en la esquina que impedían la normal visión.
Por último, el cuarto testigo en declarar fue Claudio Julio Herrera, el hijo de la víctima, quien manifestó que a raíz del fallecimiento de su padre su familia está “destruida y que sólo busca justicia”.
Al finalizar la audiencia el abogado del imputado, Enrique Lilljedahl, solicitó se realice una inspección ocular en el lugar del hecho. La medida será resuelta mañana cuando se reanude la audiencia tras el cuarto intermedio.