Capilla del Rosario

“Un jefe militar reconoció las ejecuciones”

Lo afirmó el periodista Gustavo Molina en relación al represor Luis Manzanelli.
martes, 1 de octubre de 2013 00:00
martes, 1 de octubre de 2013 00:00

En la audiencia del pasado 23 de septiembre, en el marco del histórico juicio por delitos de Lesa Humanidad por la “Masacre de Capilla de Rosario”, declaró el periodista de Clarín Gustavo Molina. Se trata de un testigo propuesto por la Fiscalía Federal que aportó su testimonio y documentación, referidos a una serie de entrevistas con el represor Luis Manzanelli, quien reconoció que en los hechos de Capilla del Rosario "los guerrilleros fueron ejecutados".
En diálogo con Molina, el periodista relató cómo accedió a la información que aportó en el juicio.

- ¿Cómo llega usted a declarar en la causa de Capilla del Rosario?
- En el año 2006, en julio aproximadamente, una editora de Clarín, María Seoane, me pide que entreviste a los presuntos asesinos de monseñor Enrique Angelelli. El 4 de agosto de ese año se cumplían 30 años del crimen. Entonces busqué en la lista de sospechosos e hice un contacto con Luis Manzanelli, un sargento ayudante del Ejército, un suboficial, que en la estructura del CCD La Perla se destacó por ser uno de los torturadores más feroces. Manzanelli me había contado su experiencia como agente de inteligencia, y que había participado en la resolución del frustrado ataque al Regimiento 17 de Infantería Aerotransportada de Catamarca, una acción realizada por el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). Pero en junio pasado, hablando en Córdoba con Carolina Graieb -que trabaja colaborando con los abogados de Fiscalía de Estado de Catamarca y con el ingeniero Roberto Díaz, que es hijo del abogado Roberto Díaz que defendió a los sobrevivientes de esa masacre y fue detenido por eso- le digo que yo contaba con el testimonio y documentación de Manzanelli sobre esos hechos. Fue en esas circunstancias que llego a declarar a este juicio.

- ¿Qué le cuenta o aporta Manzanelli a usted?
- Bueno, mi testimonio en sí no tiene mucha validez. Cuando sucedieron los hechos en agosto de 1974, yo tenía menos de cuatro años de edad. Lo importante radica en, precisamente, el material de un propio militar, un suboficial del Destacamento de Inteligencia 141 del Ejército que relata cómo sucedieron los hechos tras la huida de los militantes del ERP y cómo fueron cercados y ejecutados. Es más, creo que Manzanelli usa esta frase: "Los responsables de la acción son Carrizo y Nakagama". Pero además, hay un dato sutil. Manzanelli reconoce que Jorge Acosta participa de los hechos, pero le baja el precio por una cuestión de egos. Dice algo así como "Acosta, cuando regresa al Regimiento se la cuenta y agranda su participación, pero en realidad tuvo una participación secundaria". Yo creo que, efectivamente, Acosta participa activamente como indica Manzanelli, en la ejecución de los guerrilleros. Y por tratarse de un oficial, que comparte después con él un rol en la represión ilegal, comienza a gestarse allí cierta inquina. Por eso, en el relato que Manzanelli hace de los hechos, él se pone en una situación superior, como que en su rol de suboficial fue a Catamarca a hacer el trabajo que los oficiales no hicieron. Y lo que le debe molestar, es que fue recluido en la base a hacer tareas de inteligencia y no pudo ir al monte a participar de la acción armada, como sí lo hizo Acosta.

- ¿Usted cree que su testimonio aporta datos nuevos al juicio?
Mire, a lo largo de los juicios hubo un pacto de impunidad entre los represores. Y Manzanelli, como un hombre formado en Inteligencia del Ejército, había redactado un especie de manual para responder en los juicios, donde debía responsabilizarse por los crímenes a las propias víctimas, acusándolas de quebradas, o a militares ya muertos. Lo novedoso es que aquí hay un militar que admite las ejecuciones, y parafrasea al general (Alejandro Agustín) Lanusse, que justificó los crímenes de Trelew: "El Ejército no toma prisioneros". Pero más allá de las responsabilidades penales de Carrizo Salvadores, Nakagama y Acota, hay que recordar que cuando ocurrió el intento de copamiento del Regimiento 17 de Infantería Aerotransportada, recién había asumido como presidenta Isabel Perón y en Catamarca gobernaba Hugo Alberto Mott, un médico ligado a la derecha peronista. Y esas responsabilidades políticas no deben pasar inadvertidas. Yo no escuché que Mott se haya quejado por estos crímenes durante su gobierno, ni que se haya solidarizado con las víctimas. Tuvo una actitud más bien de complicidad con la represión ilegal en democracia, si no fue por acción, fue por omisión, lo cual también es grave.

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