Testigo clave en la Masacre de Capilla del Rosario

“Carrizo Salvadores dio la orden: hay que liquidarlos a todos”

Lo aseguró un soldado que participó del operativo que concluyó en la masacre. El hombre sufrió de persecuciones y fue dado de baja.
lunes, 3 de junio de 2013 00:00
lunes, 3 de junio de 2013 00:00

En el marco del juicio que se está llevando a cabo en el tribunal de la Cámara Federal por los delitos de lesa humanidad que se cometieron en agosto de 1974, denominados “Masacre de Capilla del Rosario” y donde se trata de establecer la culpabilidad de los ex militares Carlos Carrizo Salvadores, Mario Nakagama y Jorge Acosta, en la muerte por fusilamiento de un grupo de miembros del ERP que estaban desarmados; desfilaron 10 testigos más, en este caso, presentados por el Ministerio Público y la querella.
Sin lugar a dudas, el testimonio más sobresaliente de la jornada por su precisión en los detalles brindados y su claridad, es el ofrecido por José Gambarella, quien en el año 1974 se encontraba haciendo el servicio militar y el día de los hechos estuvo presente en el lugar de los hechos.
El en ese entonces “colimba” dio a conocer que en la jornada del 11 de agosto, recibió órdenes de hacer un rastrillaje en la zona aledaño al circuito de carreras, conocido como “Campanas del Rosario”, por espacio de tres o cuatro horas con un grupo de soldados.
Es que, según refirió el testigo, había llegado a Catamarca parte de la plana mayor del Ejército Argentino y tenían información del lugar en donde se encontraban ocultos los guerrilleros del Ejército Revolucionario del Pueblo.
De acuerdo con el testimonio de Gambarella, en horas de la tarde del domingo 11 de agosto siguió adelante el operativo, para el que se desplazaron varios helicópteros que llegaron desde el Oeste y se movilizaron grupos de oficiales de Ejército, en esta oportunidad, bajo las órdenes de un militar que tomó el mando, de tonada porteña, pero de quien desconocía su nombre o apellido.

Pesadilla

El relato del ex militar tuvo por momentos atisbos de pesadilla, especialmente al describir pormenorizadamente la situación: un grupo de jóvenes con las manos en alto o detrás de la nuca, en señal de clara rendición y la respuesta de un nutrido grupo de soldados a esta actitud; disparar a quemarropa y sin piedad sobre sus humanidades.
El hombre explicó que pudo observar cómo los guerrilleros sucumbían ante los impactos de bala, efectuados desde una corta distancia, aclarando que no presentaron resistencia alguna o portaban armas en este punto. “Me hice para atrás y no quise seguir mirando”, indicó, justificando que fue la única reacción posible ante tamaña brutalidad.
De acuerdo con el testimonio del soldado, luego de ese episodio, le ordenaron colaborar con el traslado de los cadáveres, que fueron llevados hasta un helicóptero. Puntualmente, Gambarella debió trasladar personalmente a uno de los cuerpos destrozados, que posteriormente fue llevado hasta la morgue ubicada en la ciudad Capital .
El exmilitar recordó con angustia la manera en la que fueron tratados los cuerpos, “no como si fuesen personas, sino animales”, hecho que lo horrorizó por ser él católico y comprender que esa no era la manera de tratar restos humanos.
Gambarella explicó que como parte del código que había adquirido en su instrucción militar, no era lo debido dispararle a un paracaidista antes de que toque el suelo, mucho menos disparar en contra de alguien que está rendido y se encuentra despojado de armas; por este motivo, una vez que concluyó el operativo, preguntó a sus compañeros: “Si se rindieron...¿por qué los mataron?.
El hombre explicó que haber lanzado este interrogante en esa oportunidad, le valió grandes disgustos, ya que estuvo en un calabozo por treinta días, le quitaron su DNI por un año y se dieron una serie de sucesos que desembocaron en su baja del Ejército.
El excolimba indicó que tratando de buscar explicaciones sobre esto, la única posible fue que lo consideraron un subversivo por haber mostrado humanidad ante los restos de los guerrilleros del ERP.

Respuestas

Una vez concluido el esclarecedor relato de Gambarella, continuaron las preguntas por parte de los fiscales, la querella y la defensa de los exrepresores, que, a pesar de la consistencia en los dichos del testigo, Montero calificó a sus dichos como “inexactos, contradictorios y falaces”.
Ante el cuestionamiento del abogado defensor de Carrizo Salvadores, Nakagama y Acosta, en la que ponía en duda el origen de las órdenes acatadas por Gambarella y el resto de los soldados que formaron parte del operativo, éste explicó que Carrizo Salvadores en persona dio la orden parado en la ruta cercana al lugar de la masacre.
En esa ocasión, el militar al mando del operativo dijo que se trataba de malvivientes que iban a tomar el Regimiento y que “había que liquidarlos a todos”, en referencia a los guerrilleros del ERP.
A su vez, el testigo indicó que en el mismo momento en que las órdenes eran impartidas a los diferentes grupos de soldados; Nakagama, es decir, el otro imputado, también estaba presente.
Asimismo, respondiendo a los cuestionamientos de Montero es que Gambarella recordó el estado en el que se hallaban algunos de lo cuerpos sin vida de los guerrilleros, a los que pudo observar desde una distancia de tres metros. Algunos estaban “partidos por la mitad” y con un gran número de impactos de bala en el cuerpo, y a otro le faltaba una mano.

Banda de Varela

Otro de los testimonios desarrollado en horas de la mañana de ayer fue el brindado por José Florencio Zalazar, un hombre que relató que en la noche referida estaba en su casa ubicada en Banda de Varela.
Hasta allí, segun atestiguó, llegaron dos hombres, uno de ellos heridos de bala. El pedido que le hicieron a Zalazar fue desesperado: necesitaba un médico que asista al joven gravemente herido.
Pero según explicó, cuando trató de encontrar para los desconocidos un facultativo que pudiera brindarles ayuda, fue detenido por miembros del ejército, que le obligaron a decirles en dónde estaba su casa y cuál era la situación. El hombre dijo que esos individuos se presentaron con el apellido Arroyo y Viudez.

“En calzoncillos”

Otro de los testigos que desfiló en la tercera jornada, fue uno de los choferes de los vehículos del ejército, quien aseguró que se le solicitó que conduzca al lugar de los hechos y se saque su uniforme, desconociendo el objetivo. El hombre asegura que estuvo “en calzoncillos” por tres horas, hasta que le devolvieron su uniforme.
Su testimonio trae a colación de la presunta actuación de un oficial de civil en la sangrienta escena.

Ormachea y Véliz

En horas de la tarde y en la continuidad de los testimonios del juicio, se presentaron algunos militares retirados, quienes dieron a conocer su participación en los hechos en cuestión, pero lo más sobresaliente de la segunda parte de la jornada fue que una vez concluida la lista de testigos, el fiscal Rafael Vehils solicitó una copia de la desgrabación de los testimonios de Gambarella y de José Perea, quienes a lo largo de sus relatos develaron la comisión de otro posible delito de lesa humanidad a manos de los militares.
Estos documentos se utilizarán para girar actuaciones a la Justicia Federal por la muerte de los conscriptos Ormachea y Véliz, hechos que tuvieron lugar en violentas y oscuras circunstancias, ya que se tratarían de infiltrados del ERP, dentro del Ejército.

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