Quince años de tormentos sin respuestas

“A veces pienso que esperan que él me mate para recién hacer algo”

Una víctima de violencia de género cuenta su vivencia y cómo, al acudir a la Justicia, no obtiene seguridad ni garantías.
domingo, 7 de julio de 2013 00:00
domingo, 7 de julio de 2013 00:00

G.G. estuvo en pareja con su ex durante más de 15 años, durante los cuales soportó todo tipo de humillaciones, hasta que decidió denunciar esto ante la Justicia. Antes, su pareja la desmayó asfixiándola en dos oportunidades, le envenenó el mate, cortajeó toda su ropa y la insultó públicamente y frente a sus hijos.
Cuando al fin logró salir de ese círculo de sometimiento al que ya estaba acostumbrada e hizo la denuncia ante la Justicia, 16 denuncias más tuvieron que pasar hasta que logró la restricción absoluta del hombre de su hogar.
El Esquiú.com dialogó con ella ya que su caso es un claro ejemplo de la violencia de género en todos los aspectos, físico, psicológico, económico y emocional, ya que, hasta el día de la fecha y a pesar de las denuncias, su expareja viola cuando quiere las restricciones de la Justicia y la hostiga, tanto a ella como a los hijos que tienen en común. Éste es su desgarrador relato, en primera persona.
“Estuve 15 años con él, y durante cuatro vivimos en la misma casa pero separados. Ahora tengo que alquilar. Desde que yo dije basta, todo fue empeorando.
“Yo me vine desde Córdoba por él; desde el 99 estoy en Catamarca. Al año y medio, él perdió el trabajo y desde ahí nunca más trabajó. Siempre la relación fue mala, pero después de tener mi último bebé, que ahora cumple 6 años, me di cuenta de que esto estaba afectando a mis hijos también y decidí ponerle freno”.

Obsesión

“Siempre había discusiones, pero llegó un punto en el que destruía toda mi ropa. Cada vez que llegaba, faltaba algo, pero no cualquier cosa... la ropa de salir, por ejemplo, la bijouterie, perfumes, la ropa interior. Las remeras las rompía en esta zona, los pantalones, en esta zona (señala la zona de los pechos y la cola).
“Todo apuntaba a que yo no vaya a estar con alguien, que nadie me vea bien. Era una cuestión sexual, una obsesión. Cada vez eran más los gritos y las peleas... desde ese momento, él juró hacerme la vida imposible y yo pensé que estaba hablando pavadas, pero no fue así”.
En su relato, G. G. asegura que tuvo que irse de la casa que compartía con él y sus hijos porque fue la única manera de escapar de él después de todos los maltratos. “Trató dos veces de asfixiarme, hasta que me dejó casi desmayada, parece que se asustó y paró, pero no fue la única vez. Otro día, como no quería tener relaciones con él, me escupía a la cara, me agarraba de los pelos. No daba más”.
La mujer explica que todo llegó a su punto límite cuando, aún estando separados, compartían la casa en marzo de 2012 y él trató de envenenarla.
“Habíamos tenido una discusión terrible a la siesta y me había acostado. Después de eso, empezó a tirar veneno para moscas. El olor llegaba hasta el fondo. Yo me aguanté para no seguir peleando. En esa oportunidad, me acusaba de ser amante de un médico, inventaba historias todo el tiempo y me manipulaba de esa manera. Yo me mataba dando explicaciones.
“Se fue a acostar en otra habitación y cuando me levanto para tomar unos mates y doy el primer trago, siento un ardor que me llegó hasta el pecho... porque no es que había tirado veneno al ambiente, lo tiró en el mate. Yo lo desperté y él lo negaba… pero podría haberme dado un enema de glotis y hoy no lo contaba. Ahí recién hice la denuncia”.
En ese momento, para G. G. comenzó otra odisea. La de enfrentarse con los burocráticos mecanismos de la Justicia, que en vez de proteger a una víctima que, como ella, estaba pidiendo ayuda, hacían todo más complicado y no le garantizaban nada.
“Logré la exclusión de la casa porque me puso veneno en el mate, pero en definitiva no se hizo nada con eso, el mate nunca fue analizado en un laboratorio.
“Cada vez que voy a la unidad judicial a hacer la denuncia, me dicen que lo que yo denuncio son estupideces. No me lo dicen abiertamente, pero no me quieren atender, me dicen ‘vení mañana’, ‘volvé pasado’, es agotador volver a ese lugar.”
Asimismo, la mujer explica que “se comenzó un expediente, el de alimentos, el de régimen de visita de los chicos, pero la jueza de Familia ni vio el de violencia, sólo terminó disponiendo que sea yo la que me retire de la casa con tres menores porque él no se iba ya que era una herencia familiar.
“Tuve que llamar a la policía porque les mostró un cuchillo a los chicos, me amenazaba a través de ellos. Además, cuando yo iba al súper, él me metía una denuncia por abandono de hogar. Pero yo tengo que trabajar y él nunca cumplió con la cuota alimentaria. Lo hace porque juega con el miedo de que no tenga plata para darles de comer a los chicos, yo no sé si al mes siguiente voy a llegar con el dinero”.
G.G. cuenta que hace 5 meses se fue definitivamente de esa casa, porque en las últimas épocas que habitó ese lugar el maltrato se incrementó. “Un día entró a la casa, sacó al más chico y se fue. No pude recuperarlo hasta cuatro días después, Yo estuve ese tiempo rogando en la fiscalía correccional para que me devuelvan a su hijo. ¿Y sabés por qué hizo eso? Porque era mi cumpleaños y quería que la pase mal”.

Pesadilla

La víctima cuenta que lo más difícil de sobrellevar es el acoso que, aún hoy y con todas las restricciones, su ex ejerce sobre sus hijos. “Después de cada evento llama a los chicos y los hostiga, les dice que soy una puta, que me subo a autos, hasta inventó que me prostituyo en el Casino, lo cual es falso, ya que ni siquiera una vez he pisado el Casino. Pero nadie me da respuestas para hacer que se detenga, incluso en una defensoría me llegaron a decir que yo no puedo dejar a los chicos por ninguna causa en ningún momento, pero tengo que trabajar. Tengo que tejer para afuera, porque yo no sé si me va a pasar la cuota y por lo general alguien me ayuda porque yo sola no llego, pero al mes siguiente yo no sé si alguien me va a ayudar.
“Además, cuando los chicos lo llaman para pedirle algo, les dice ‘no me pidas a mí leche, pedísela al macho de turno de tu mamá’, lo que no tiene sentido porque ahora no estoy en pareja, pero porque él me ha hecho imposible rehacer mi vida. “Cuando llama a los chicos, a mi hijo de 5 años lo acosa preguntándole qué hago, a dónde estoy y con quién”.

Sueño imposible

A su vez, G. G. contó que ha tratado de rehacer su vida, pero la tormentosa relación con quien era su pareja lo hace imposible. “Salía con un chico y lo amenazó, lo buscó en su casa y le hizo un escándalo. Hasta que vino y me dijo que así no quería seguir, ahí se terminó esa historia.
“Después de eso, tan mal estaba la cosa que me fui a El Rodeo. Prácticamente me escondí ahí, pero me encontró. Se fue hasta allá y se puso a gritarme en la calle principal, me decía puta, me acusaba de tener amante, delante de las criaturas. Su objetivo es alejarme de todos los que me quieren o me quieren dar una mano.
“El me seguía desde la salida de mi casa hasta el trabajo y cuando lo denunciaba en la unidad fiscal Nº4 me decían que no podían hacer nada, que eran pavadas las que estaba denunciando. Aclaro que hay gente que me atendió muy bien, pero hay otros que dicen ‘ahí viene la loca’, etc”.
La mujer también dijo que trató de que se haga justicia y conseguir protección en todas las instancias: “Me entrevisté con Milagros Vega (la fiscal general), que no se explicaba cómo me informaron tan mal. No tienen idea y lo peor es que cuando me pasa algo y voy a hacer la denuncia, se burlan de este tipo de cosas.”
Su ex, además, trató de causarle problemas en el trabajo. “Al ser conocido de mi jefe, habló con él y creó un mal ambiente en mi trabajo y de desconfianza, porque le dijo que era una ladrona y estafadora”.
Las amenazas en contra de su persona además son constantes y la agotan emocionalmente. “Me manda mensajes a mi celular permanentemente. Hace un mes tuve un episodio; me iba a un cumpleaños con unos amigos y con mi hijo de 5 años. Allí salió, porque me estaba esperando en la esquina. Me quiso pegar con un palo, me dijo que nos iba a matar, lo más chico que me dijo fue puta. Ese día estuve hasta las 5 de la mañana declarando en la Judicial. Esa vez lo detuvieron y le dictaron la restricción absoluta. Quedó detenido un día y medio y lo llamé al fiscal a cargo de todas las denuncias, que es Sebastián Lípari, pero en definitiva él está procesado no por todas las denuncias, sino por una sola”.
G.G. a estas alturas, está resignada. “Yo sé que más de lo que se hizo no se puede hacer, porque para que me saque este problema de encima, él tiene que hacer algo grande; yo sé que a él nunca le va a pasar nada porque a pesar de que me persiga, me hostigue psicológicamente, me insulte y me golpee, no pueden hacer más que encerrarlo 24 horas.
“Yo me pregunto ¿qué están esperando? ¿Que me maten para hacer algo? Él no tiene piedad, y nadie lo detiene”.

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