El año pasado la Justicia de menores solicitó al ministerio de Salud la asistencia integral, rehabilitación e integración de un niño de 12 años que presentaba un alarmante estado de vulnerabilidad, con padres ausentes y una seria adicción a los estupefacientes. El jueves último, el preadolescente fue encontrado por la Policía en muy mal estado, inhalando pegamento en una plaza.
Transeúntes preocupados por las condiciones en las que estaba el niño dieron aviso a las autoridades de la Comisaría Cuarta para que vayan a buscarlo. El hecho fue puesto en conocimiento del Juzgado de Menores Nº 2 a cargo de Rodrigo Morabito, quien ordenó las medidas pertinentes.
Según se pudo conocer, el pequeño se volcó al consumo de estupefacientes, principalmente fármacos y pegamento, a los 9 años. Su historia de vida es trágica, ya que se trata de un niño al que se le vulneraron todos sus derechos. No sólo no está escolarizado sino que su padre se encuentra purgando una condena en el Servicio Penitenciario de Miraflores y su madre, empleada doméstica, a quien el niño “se le escapó de las manos”, el cual, además tiene muchos hermanitos, todos damnificados por la pobreza.

Sentencia

En septiembre de 2014, Morabito emitió una sentencia donde solicitó a la subsecretaría de Salud Mental y Adicciones dependiente del ministerio de Salud poner en marcha un plan estratégico y sostenido para poder tratar al niño, observando las disposiciones de la ley nacional de Salud Mental, (26.657), la convención de los Derechos del Niño y la ley provincial de Protección Integral de Niños, Niñas y Adolescentes (5.357).
Además, puso en conocimiento de ese ministerio, de la necesidad de contar con un centro de rehabilitación para las personas que voluntariamente deseen recuperarse del flagelo de las drogas.
En principio, se supo que el chico estuvo internado en el hospital de Niños, pero por lo visto volvió a las calles y retomó sus adicciones.

Problemas

A pesar de su corta edad, el niño estuvo en “problemas con la ley” casi una veintena de veces por hechos de hurto, amenazas y robo. Sus vecinos, cansados de la actitud violenta que adopta el muchachito cuando se encuentra en abstinencia, amenazaron varias veces con “devolverlo en un cajón”.
“La falta de contención, amor, extrema pobreza, marginalidad, ausencia de escolarización, el consumo excesivo de psicofármacos y pegamentos, un padre privado de libertad, madre como único sostén económico de varios hermanos, el reclutamiento por parte de adultos para la comisión de delitos, etc., son algunos de los factores que al presente padece y afectan al niño, quien viene aportando al sistema penal desde muy niño, ergo de no intervenir a tiempo protegiendo sus derechos y garantizándolos en forma efectiva”. Así describió el magistrado la situación del niño en su sentencia.
En audiencias, su madre explicó que el niño se le fue de las manos y que por su problema de adicción, su carácter se vio transformado llegando al punto de delinquir para poder adquirir estupefacientes.
El jovencito escapó del hospital numerosas veces en las que estuvo internado por abuso de drogas. Hasta el momento, no ha encontrado protección de su familia y tampoco del Estado.

Soñar con comida

De las innumerables audiencias a las que fue sometido debido a los hechos de hurto en los que estuvo involucrado, el niño volcó una vez un testimonio desgarrador. Consultado sobre sus adicciones, contó que se drogaba porque cuando lo hacía “soñaba” con juguetes y comida.