Columna de opinión del Dr. Rodrigo Morabito

Los niños y la (in) seguridad del hogar

martes, 8 de octubre de 2019 01:07
martes, 8 de octubre de 2019 01:07

Hoy en día, es casi incontrastable que la problemática del abuso sexual está en casa ¡Sí, claro! La mayoría de los abusos sexuales ocurren en la intimidad del hogar, puertas hacia adentro, en ese lugar a donde creemos que nuestros niños se encuentran a salvo, sin embargo, las estadísticas demuestran que no es así. 


Hace muy reciente, se publicó que en nuestra provincia el Sistema de Protección Integral de Niños, Niñas y Adolescentes creado por ley 5.357 y quien interviene en la problemática de niños en riesgo (y vaya si en el abuso sexual no lo están) registró entre marzo y fines de agosto de este año, noventa y cuatro (94) casos de abusos sexual infantil y si a ello le sumamos que el abuso sexual es de los delitos de mayor cifra negra (o sea aquellos de los que menos se denuncian) y que en ellos existe la seria posibilidad de coacción a los niños, niñas y adolescentes de mantener silencio debido a la fuerte autoridad o preeminencia que existe respecto del agresor sexual hacia esos niños; la prevención, persecución y castigo de estos delitos se torna sumamente dificultosa. 


Ahora bien, el perfil psicológico de los agresores sexuales es muy característico y operan con respecto a los niños de una manera muy particular, pues generalmente es un adulto (sin embargo existe en estos tiempos una marcada tendencia al crecimiento de la agresión sexual juvenil o en otras palabras, existen y cada vez más los agresores sexuales menores de edad que atacan sexualmente a otros niños, niñas y adolescentes) que trata de obtener la confianza de los niños; se porta persuasivo y seductor hasta lograr su propósito para luego mostrarse compulsivo y con trastornos de personalidad.


En algunos casos, este tipo de agresor proviene de familias desestructuradas con problemas de alcoholismo, abuso, violaciones o separaciones traumáticas. El haber enfrentado circunstancias difíciles en los primeros años de su vida, los convierte en individuos inestables, por esas experiencias de vida y de las relaciones de pareja.


Esto, no quiere decir que los niños víctimas de abuso sexual vayan a ser agresores sexuales de adultos, pero es posible que en algunos casos si puedan llegar a serlo, por lo que es indispensable y prioritario ante la detección de agresión sexual por parte de las autoridades competentes, el abordaje interdisciplinario exhaustivo y sostenido en el tiempo. 


Por supuesto que en todos estos casos hablamos de agresiones sexuales consumadas, sin embargo ¿y la prevención? ¿dialogamos con los chicos respecto de este tipo de agresiones? ¿les advertimos sobre la posibilidad de ser víctimas o victimarios de violencia sexual y sus consecuencias? ¿Qué pasa con  la educación sexual integral? 


Evidentemente estamos fallando en la PREVENCIÓN, en el diálogo cotidiano con los chicos en un tema que dejó de ser un tabú desde hace mucho tiempo, los chicos están madurando cada vez a más temprana edad, como también a más temprana edad lo es su curiosidad y la incursión en la sexualidad, por ende deben estar preparados para ello, para tomar todas las precauciones posibles, pues educar a los chicos sobre sexualidad, fortalecer su autoestima  y adiestrarlos para que ante cualquier insinuación o consumación de ultraje lo cuenten, es el primer paso para vencer la problemática, paso en el que debe estar involucrada toda la sociedad. Claro que también debe existir (en forma real y efectiva) el acompañamiento y la contención, insisto, de tipo profesional e interdisciplinaria para las víctimas y victimarios, al solo fin de evitar la gran ola de abusos sexuales infantiles intrafamiliares que existen día a día en nuestra provincia y que, en la actualidad, sigue siendo una deuda pendiente.

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