La canción de Alejandro Lerner que de un modo muy sabio expresa “Volver a empezar que aún no termina el juego. Volver a empezar, que no se apague el fuego. Queda mucho por andar y que mañana será un día nuevo bajo el sol. Volver a empezar”; nos permite o nos debería permitir reflexionar sobre las adversidades, obstáculos o desafíos diarios a los que las personas se enfrentan cada día; con mucha más razón en el ámbito penal en donde muchos se equivocan en la vida y necesitan una nueva oportunidad para reintegrarse a una sociedad en la que nunca estuvo integrado. 

En efecto, siempre trato de reflexionar sobre algunos eufemismos e hipocresías que existen en el ámbito más violento que ostenta el Estado para castigar a las personas, ergo me suelo preguntar ¿Cómo es posible que se hable de reinserción social y a ella tratar de llegarse mediante la incorporación de derechos (educación, trabajo, etc.) desde un contexto de encierro? ¿No hubiese sido más sencillo garantizar esos derechos en libertad y sin menos costos para el Estado que también lo conforman los ciudadanos? Y si el origen del delito es de índole social en la gran mayoría de los casos ¿Por qué no atacar esas causas (sociales) que lo generan y dejar de seguir apostando a los efectos del delito cuando ya existen personas dañadas? Y esto no es todo, sino que otra pregunta ronda por mi cabeza ¿Qué oportunidades tienen las personas que salen de una privación de libertad para volver a tener una ocupación con un salario digno que los aleje de aquellas causas que los llevaron al delito? ¿Cuáles son las herramientas con las que disponen al recuperar su libertad?, pues se supone y así prefiero pensarlo que para algo debe servir la “REINSERCIÓN SOCIAL” si no se cae lamentablemente en una crónica de un fracaso anunciado. Bueno, al presente, lamento afirmar que ello es así, no hay oportunidades que a esas personas les permita “VOLVER A EMPEZAR”, las estadísticas son una prueba clara de ello. 

Quizás en vez de seguir pensando en parchar el Código Penal o redactar otro nuevo (que no discuto que algunos fenómenos delictuales novedosos deban ser incorporados, por ej. los delitos ambientales o figuras como la Eutanasia o la vuelta del infanticidio o los informáticos), se debería repensar no solo el sistema carcelario que tiene serios déficits para reintegrar a las personas a la sociedad, sino que además debería apostarse fuertemente a que con las herramientas aprendidas en ese contexto de privación, esas personas puedan tener una real oportunidad en el medio libre que dignifique su vida trabajando sin la mínima posibilidad de volver a caer en el círculo vicioso del delito que es lo que hoy en día realmente ocurre. 
Llegó la hora de que se piense por parte de los gobiernos en apostar fuertemente a erradicar o al menos aminorar las causas sociales (pues no son otras que la desigualdad reinante, por falta de garantía de los derechos fundamentales básicos de las personas) que generan al delito y sus consecuencias, sumado al serio problema del consumo desmedido o uso abusivo de drogas que sin dudas debe ser tratado como un problema de salud pública y no como fenómeno delictivo.
Si se trabaja seriamente en ello, no tengo dudas de que el fenómeno del delito reducirá notablemente y las personas que se equivocaron en la vida tendrán una real oportunidad de “VOLVER A EMPEZAR” como cualquier persona en el medio libre. 
(*) Rodrigo Morabito, juez de Responsabilidad Penal Juvenil y docente en la UNCA.