Columna de Opinión

Los valores y el valor de los niños

lunes, 8 de abril de 2019 00:41
lunes, 8 de abril de 2019 00:41

Es común escuchar en algunos hogares a los niños quejarse del plato de comida que en ocasiones al no ser de su agrado suelen servirle sus padres, abuelos o aquellos con quienes conviven. 


Es allí donde aparecen los reniegos constantes de algunos adultos (otros aceptan ese cuestionamiento y hasta salen corriendo ante la demanda del niño para comprarle algo de su agrado; generalmente comida chatarra) manifestándoles sus experiencias desde niños cuando se comía lo que había y si no les gustaba, en algún momento cuando tuvieran hambre la comerían. 


Lo mismo pasa cuando los niños demandan lo que se les viene en mente, lo que generalmente es tecnología y más tecnología.
Me pregunto si los papás están concientizando o mejor aun sensibilizando a sus hijos sobre la situación de otros niños y si en base a ello los están educando en la cultura del esfuerzo, de los valores, la solidaridad y la preocupación por el otro, en otras palabras, si realmente les muestran lo que pasa en el mundo con otros niños y si les enseñan a mirar con ojos de preocupación y valorar lo que tienen.


No cuestiono que los papás quieran darles a sus hijos “todo lo que ellos no tuvieron cuando eran niños o que hagan todo lo que ellos no pudieron”, esa es una decisión y elección que tal vez ellos consideren importante a la hora de educar, sin embargo, también deberían saber que son discursos que ya deben ser superados debido a que los niños se han formado o se vienen formando en una sociedad de alto consumo cada vez más desmedido.


Hoy sin dudas nuestros hijos tienen más de lo que antes tenían: tecnología, juegos, etc., y sin embargo y en ocasiones, se muestran como niños vacíos porque se cansan o aburren rápidamente y de nuevo aparecen las demandas y los papás salen una vez más corriendo a satisfacer esas demandas ¡esto no es bueno; nada bueno!


Creo fundamental que los adultos vuelvan a generar en los niños hábitos de esfuerzo, de abandonar el “individualismo” y el “ahorismo” y que la vida no pasa por si tengo el mejor celular, el mejor juego, las mejores zapatillas, la mejor casa o el mejor auto, sino por valorar lo que poseen, cuidarlo y compartirlo, ayudar al prójimo, en definitiva, los papás antes de enviar a los chicos a mil actividades en el día les deberían enseñar a jugar y a ser creativos, preocuparse por formar “buenas personas” y no solo niños “competitivos” y poco críticos y observadores por lo que pasa en el mundo, especialmente con otros niños.


En realidad digo esto en razón a las últimas estadísticas que el Indec ha dado a conocer en cuanto al crecimiento de la pobreza en la Argentina, la cual alcanzó al 32% de la población a fines de 2018, mientras que la indigencia al 6,7%. 


No obstante, el dato más doloroso e inaceptable es que esa pobreza tiene mayor incidencia entre los niños, lo que me lleva a considerar que LA PROBREZA EN ARGENTINA TIENE CARA DE NIÑO.


Y esto no es para menos si tenemos en cuenta que el 46,8% de los niños menores de 14 años son pobres, incluyendo esa cifra a un 10,9% de niños indigentes, sin embargo se habla de BAJAR LA EDAD DE PUNIBILIDAD, de REFORMAR LA LEY PENAL y no de cómo GARANTIZAR LOS DERECHOS FUNDAMENTALES DE ESTOS NIÑOS y, lo que es peor aún, que en los hogares no se les muestre a los niños esta realidad, no para traumarlos y hacerlos sentir mal, sino para hacerles saber que existen otros niños que a su misma edad PASAN HAMBRE  y quizás NUNCA lleguen a tener un PLATO DIGNO DE COMIDA, para que aprendan a VALORAR lo que tienen. 


Esto es fundamental para su formación y educación como personas de bien y para que el día de mañana cuando quizás desde el lugar que elijan como ciudadanos lleguen a ocupar lugares estratégicos y mejor posicionados, puedan ayudar y mirar de otra manera al prójimo y en esa idea (de bien por supuesto) formen a sus futuros hijos, caso contrario, la brecha de desigualdad y el egoísmo reinarán en este mundo cada vez más individualista.    


Sin dudas que las esperanzas del mundo están puestas (o al menos deberían estarlo) en los niños que lo habitan, sin embargo, sabemos que no todos los niños del mundo podrán llegar siquiera  a ser adultos por los contextos adversos e inhumanos por los que deben pasar, es por eso que respecto de aquellos que sí podrán hacerlo por sus mejores condiciones de vida; los papás deberían estar enfocados en formarlos, insisto, desde una mirada crítica de lo que pasa en el planeta y educarlos en el valor diario de las cosas, en el esfuerzo y en el sacrificio, pero por sobre todo, en la solidaridad, el compartir, comprender y ayudar, en disfrutar de la naturaleza y de la magia del juego con otros niños, pues ellos serán quienes salvarán nuestro mundo, de lo contrario, seguiremos hipotecando el futuro de la humanidad.


 No tengo dudas, aunque me lamente al decirlo, que “día tras día, se niega a los niños el derecho de ser niños. Los hechos que se burlan de ese derecho, imparten sus enseñanzas en la vida cotidiana. El mundo trata a los niños ricos como si fueran dinero, para que se acostumbren a actuar como el dinero actúa. El mundo trata a los niños pobres como si fueran basura, para que se conviertan en basura. Y a los del medio, a los niños que no son ricos ni pobres, los tiene atados a la pata del televisor, para que desde muy temprano acepten, como destino, la vida prisionera. Mucha magia y mucha suerte tienen los niños que consiguen ser niños” (Galeano).


¡Que esto cambie, no depende de los niños, sino de los valores adultos!
 

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