Opinión

¿Se puede predecir un femicidio?

lunes, 6 de mayo de 2019 00:43
lunes, 6 de mayo de 2019 00:43

Por Rodrigo Morabito (*)

Los casos de violencia grave contra la mujer ocurren en Argentina a un ritmo alarmante, sin que la mayor sensibilización social y las medidas adoptadas por el Estado puedan aún frenarlos, pues todavía hay muchos hombres que consideran que la libertad conquistada por las mujeres atenta contra la esencia de su identidad.


Sin embargo, me pareció muy importante plantearme el interrogante que titula esta columna de opinión a los fines de dejar abierto el debate y, a través del mismo, encontrar una respuesta que plasmada en la práctica cotidiana pueda llegar a traducirse en una solución real, concreta y positiva.


Hace no mucho, en relación a este flagelo lamentable de asesinatos de mujeres víctimas de violencia, leía un interesante artículo que expresaba que “el punto de máximo riesgo físico para la mujer suele ser el momento de la separación, cuando la mujer se rebela y cuando el varón se da cuenta de que la separación es algo inevitable. El riesgo aumenta si ha habido con anterioridad violencia física y un aumento creciente de los episodios violentos, si ha habido agresiones o amenazas con armas u objetos contundentes, si el hombre no acepta radicalmente la separación, si ejerce conductas de acoso, si consume alcohol y drogas o si muestra alteraciones psicopatológicas (celos infundados, impulsividad extrema, dependencia emocional, depresión, etcétera). Además, muchos de estos agresores tienen una historia de conductas violentas, bien con parejas anteriores, bien con otras personas (por ejemplo, compañeros de trabajo) o bien consigo mismos (intentos de suicidio), y muestran una situación social complicada (por ejemplo, estar en paro). 


En el caso de los homicidios contra la pareja, los malos tratos habituales, el abandono y los celos (o las conductas controladoras extremas) constituyen una trilogía letal. Por ello, en estos casos la mujer puede requerir, con frecuencia, la ayuda de otras personas o de mecanismos sociales protectores para cortar esos lazos traumáticos. 


La ruptura no deseada de la pareja desencadena en el hombre graves consecuencias de íntimo dolor y frustración. En ese momento puede abrirse la puerta de las reivindicaciones y de la expresión de los agravios, al hilo de la desintegración del proyecto de vida, de la pérdida de la persona amada, de la infidelidad, de la mentira o del desprecio” (Echeburúa, E. y De Corral, P. “El Homicidio en la Relación de Pareja: Un Análisis Psicológico”. Artículo publicado en la revista Eguzkilore: Cuaderno del Instituto Vasco de Criminología, Ed. Nº 23, año 2009, ps. 139/140).


Como se podrá advertir, es de suma importancia no perder de vista que la violencia por razones de género y en especial los “femicidios o feminicidios”, es una problemática que transita por varias esferas de la sociedad; no obstante, me parece oportuno indicar que en este tipo de situaciones tan delicadas el Estado debe asumir una participación activa, proponiendo soluciones no sólo legales, sino también, desde lo psicológico e institucional y, sobre todo, a través de la creación de condiciones sociales mínimas de rechazo a las diversas manifestaciones de violencia contra las mujeres. 


Ahora bien ¿Y mientras tanto qué? ¿Podríamos anticiparnos a un desenlace letal de una mujer?
La respuesta no es del todo satisfactoria, ergo, solo podríamos afirmar que en ocasiones sí y en otras no ¿Y por qué en ocasiones no? Simplemente porque en algunos femicidios no existieron señales de alarma previas. Y si existieran esas señales de alarma previas ¿Cuáles serían?
SEÑALES DE ALARMA EN EL AGRESOR: 1) Intenta reiteradamente controlar la conducta de la pareja 2) Se muestra posesivo con la pareja, 3) Es extremadamente celoso, 4) Aísla a la pareja de familiares y amigos, 5) Muestra conductas humillantes o actos de crueldad hacia la víctima, 6) Recurre a las amenazas o a la intimidación como medio de control, 7) Presiona a su pareja para mantener relaciones sexuales, 8) Culpa a la víctima de los problemas de la pareja, 9) Minimiza la gravedad de las conductas de abuso, 10) Tiene cambios de humor imprevisibles o accesos de ira intensos, sobre todo cuando se le ponen límites, 11) Su autoestima es muy baja, 12) Tiene un estilo de comportamiento violento en general, 13) Justifica la violencia como una forma de resolver los conflictos, 14) Se muestra agresivo verbalmente, 15) Responsabiliza a otras personas por sus problemas o dificultades, 16) Manifiesta creencias y actitudes sobre la subordinación de la mujer al hombre, 17) Cuenta con una historia de violencia con parejas anteriores, 18) Tiene un consumo abusivo de alcohol y drogas. 


SEÑALES DE ALARMA EN LA VÍCTIMA: 1) Tiene cambios en el estado de ánimo que antes no tenía, 2) Muestra actualmente una baja autoestima, 3) Se siente rara, con problemas de sueño, nerviosismo, dolores de cabeza, etc., 4) Se muestra confusa e indecisa respecto a la relación de pareja, 5) Experimenta sentimientos de soledad, 6) Se aísla de amigos y familiares o carece de apoyo social, 7) Miente u oculta a sus padres o amigos conductas abusivas de su pareja, 8) Muestra señales físicas de lesiones: marcas, cicatrices, moretones o rasguños, 9) Le cuesta concentrarse en el estudio o en el trabajo, 10) Tiene conciencia de peligrosidad (temor sobre nuevos episodios de violencia), 11) Ha sufrido violencia en relaciones de pareja anteriores, 12) Tiene un consumo abusivo de alcohol y drogas (Cfr. Echeburúa, E. y De Corral, P., ob. cit. p. 140).


Quizás estas señales no sean determinantes pero si muy importantes para tener en cuenta a la hora de poder ayudar a una potencial víctima de violencia de género cuya vida se encuentre en riesgo, ergo, cuando hablamos de femicidio o feminicidio, siempre estaremos ante el último eslabón de una cadena de violencia. Antes de esa muerte hubo avisos, hubo violencias verbales, simbólicas, económicas y físicas. Sin embargo hay una desatención de estas formas preliminares de violencia. Para evitar los femicidios hay que pensar en el largo camino que conduce a una mujer a la muerte y en el que la sociedad y el Estado tienen muchas oportunidades de intervenir, pues, sino asumimos un compromiso como Nación incurriremos en lo que Cicerón afirmaba con tanto convencimiento al decir que “existen dos formas de injusticias; a la primera, se la encuentra en quienes dañan y la segunda, en quienes no protegen a los dañados”.

(*) Juez de Menores. Miembro de la Asociación Pensamiento Penal.

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