En esta semana se dio a conocer un caso ocurrido en la ciudad de Andalgalá, en el que un grupo de niños (en un contexto escolar) habrían golpeado a otro niño hasta tirarlo al piso y luego de escupirlo, llegaron a ahorcarlo con una bufanda mientras lo insultaban. 

En verdad, hechos como éstos deben llamarnos notablemente la atención.
¿Qué lleva a esos niños a llevar actos violentos y denigrantes contra otro niño o niña? En otras palabras ¿cuál es la razón, origen o causa que motiva esa conducta hacia un semejante?

El bullying es un fenómeno que lamentablemente se está cobrando cada día más víctimas y sin dudas, los adultos deben asumir la responsabilidad que les corresponde.

Ahora bien, el bullying puede presentarse en muchas variantes o diversas formas de violencia. En una rápida enumeración, podemos distinguir la VIOLENCIA FÍSICA (golpes, patadas, escupitajos, tiradas de pelo, estrangulamiento, etc.), VIOLENCIA VERBAL (burlas, apodos, discursos de odio, amenazas), VIOLENCIA EMOCIONAL (exclusión y rechazo, ventilar rumores, forzar a otros a que hagan lo que se quiere); VIOLENCIA SEXUAL (abrazos no buscados, golpes, cachetadas o bromas sexuales) y, en otra modalidad bastante utilizada en esto tiempos del auge tecnológico que se denomina cyberbullying (utilizar internet, correos electrónicos, mensajería instantánea y redes sociales para infringir algún daño de los mencionados). Lo cierto es que cualquier conducta violenta e intimidatoria o de persecución podría configurar una situación de bullying siempre que existan además dos características fundamentales: (1) que se lleven a cabo de manera reiterada y, (2) que exista una relación asimétrica de poder entre la el niño víctima y el niño o niños agresor/es. 

Resulta obvio además destacar, que siempre debe existir por parte del victimario la intención de producir daño.
En el caso ocurrido en el interior de nuestra provincia, al menos tres tipos o modalidad de esas violencias que caracterizan al bullying estuvieron presentes, lo cual debe poner en alerta a los organismos del Estado e insistir con la prevención a través de la sensibilización y concientización en el contexto escolar y los medios de comunicación y, sobre todo, en el familiar que es el principal  ámbito de formación del niño o niña en su proceso de socialización, pues existe una relación directa entre las conductas aprendidas por los niños o niñas (quizás como normales en el seno de la familia pero que en realidad no lo son) y la responsabilidad de los padres en el trato que tiene sus hijos para con sus semejantes, como también, respecto de aquellos docentes que directa o indirectamente consienten un abuso de sus alumnos por no poder identificar sus propios conflictos.
(*) Por Rodrigo Morabito: juez de Responsabilidad Penal Juvenil. Profesor de la Cátedra de Derecho Penal II de la Facultad de Derecho de la UNCA. Miembro de la Asociación Pensamiento Penal.