Columna de opinión por Rodrigo Morabito*

¡Apostar y fortalecer la niñez!

martes, 13 de octubre de 2020 01:15
martes, 13 de octubre de 2020 01:15

Hace muy poco leí una reflexión que me dejó pensando bastante.
En una entrevista, le consultaron al fundador de Dubái, Shaikh Rashid Bin Saeed Al Maktoum, sobre el futuro de su país, y éste respondió: “Mi abuelo andaba en camello, mi padre en camello, yo ando en Mercedes, mi hijo en Land Rover y mi nieto va a andar en Land Rover, pero mi bisnieto va a andar en camello”. Ante esta curiosa respuesta, inmediatamente le consultaron por qué. La respuesta fue la siguiente: “Tiempos difíciles generan hombres fuertes, hombres fuertes generan tiempos fáciles, tiempos fáciles generan hombres débiles y hombres débiles generan tiempos difíciles”.


Sin dudas, a partir de esta reflexión, por cierto muy interesante, creo oportuno destacar que a diario escucho mucho criticar a la niñez y su comportamiento actual, sin embargo, nos detenemos muy poco a pensar que antes de criticar a los niños, niñas y adolescentes de hoy, deberíamos analizar a los padres de hoy, ergo, estos últimos son la consecuencia de los primeros.
La Constitución de la provincia de Catamarca, en el Art. 58 inc 1, primer supuesto, considera a la familia como base fundamental de la sociedad y responsable primaria de la crianza y educación de los hijos; a su vez, la ley provincial 5.357 de Protección Integral de Niños, Niñas y Adolescentes, en su Art. 7 nos dice que la familia es responsable en forma prioritaria de asegurar a las niñas, niños y adolescentes el disfrute pleno y el efectivo ejercicio de sus derechos y garantías. Asimismo menciona que tanto el padre como la madre tienen responsabilidades y obligaciones comunes e iguales en lo que respecta al cuidado, desarrollo y educación integral de sus hijos, por lo que, evidentemente, los padres y las madres de hoy, ya sea a través de cualquiera de las modalidades de familia existentes actualmente, tienen un rol fundamental y prioritario en la crianza y educación de sus hijos.
Ahora bien, no resulta posible, al menos desde una concepción realista, esperar que el Estado (a través de sus instituciones y yendo más allá de las obligaciones que le corresponden), reemplace a la familia en un rol tan trascendental para el cual están no solo destinados sino, además, obligados.


En otras palabras, la crianza a través de la transmisión de valores como la educación primaria, la tolerancia, el respeto, la solidaridad, la empatía, etc., le corresponde a la familia, mientras que el Estado se encuentra obligado a propiciar la herramientas necesarias para “fortalecer el rol de la familia” (Art. 4 de la ley 5.357).


Los niños, niñas y adolescentes de hoy son consecuencia de los adultos de hoy. Entonces, cuando hacen algo mal, deberíamos consultarnos como punto de partida qué están haciendo mal los adultos o en qué están fallando; pues no podemos seguir cayendo en el simplismo de que los culpables son los chicos y las chicas, pues el mundo se encuentra gobernado por adultos y no por los niños, debe abandonarse la idea de seguir utilizando a los niños y las niñas como chivo expiatorio para cubrir, tapar u ocultar los fracasos del mundo adulto.


Apostar y fortalecer la niñez es una obligación de la familia y el Estado, cada uno desde su respectivo deber, pues es fundamental criar hijos e hijas a través de la cultura del esfuerzo y no del facilismo, hijos e hijas que sean buenas personas, tolerantes y empáticas y no personas egoístas, intolerantes y competitivas, el mundo necesitará el día del mañana de personas que sean fuertes y criteriosas, capaces de luchar por un mundo más justo, igualitario y pacífico y, para ello, es necesario que en estos tiempos difíciles los padres y las madres asuman ese rol tan importante que deben cumplir día a día, así como también el Estado, brindando asistencia, apoyo y contención a los niños, niñas y adolescentes de todos los estratos o clases sociales, especialmente respecto de aquellos más olvidados y postergados. Caso contrario, un proverbio africano de sumo valor debería resonar en los pensamientos de los adultos modernos de hoy y hacernos recordar y recapacitar en que “el niño que no sea abrazado por su tribu, cuando sea adulto, quemará la aldea para poder sentir su calor”.

(*) Juez de Responsabilidad Penal Juvenil. Profesor de Derecho Penal II (UNCA). Vocal Titular de la Mesa Nacional de Asociación pensamiento Penal. Miembro de Ajunaf. Miembro de la Red de Jueces de Unicef. 
 

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Comentarios

13/10/2020 | 08:58
#149006
Muy fácil Dr. Antes, nuestros padres nos educaban con valores y principios. Y esa educación se forjaba en base a premios y castigos. Entraba si o si. Hoy no se puede mirar fuerte a un hijo, porque uno puede ir preso. Entonces no hace falta preguntarse mucho ¿qué pasó? Se pide respetar a los niños, pero con tanto respeto, se les distorsiona el sentido de verdadero respeto. ¡Si sr., cada vez estamos peor! Y son nuestros legisladores, ustedes, los jueces y el propio Estado, quienes modifican las conductas de la sociedad, llevándola al caos y la perdición. Entonces, no se pregunten ¿por qué?

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