Carta al director

“Aparece, con total evidencia, la falta del control de los padres”

domingo, 16 de febrero de 2020 00:18
domingo, 16 de febrero de 2020 00:18

No concibo que a un mes del aberrante hecho aun se ventilen posibilidades, contradicciones y dudas sobre el nefasto acontecimiento.
Lo humano, atado a un desprecio total por lo más importante que es la vida, pone de manifiesto lo mucho que falta en esta sociedad para ser dignos de  aceptación como seres aptos para convivir.
Mientras eso transcurre, los medios en deleznable afán por ganar o cubrir espacios, utilizan las mas desprolijas entrevistas para demostrar el cumplir con su labor informativa, rayando en lo vulgar, sensiblero y por sobre todo crean la incertidumbre y confusión.
Las intenciones de involucrar al deporte no dejan de rondar.
Los responsables del criminal hecho buscan las mas arteras maneras de zafar. Nadie quiso que lo que pasó, pase!!!
Los padres consternados solo atinan a dejar limpia su persona, sin interesarle la gravedad de hecho y menos en atinar por lo menos en disculparse ante quienes llevan el peso de la tragedia.
La víctima demuestra una entereza cabal pidiendo se haga justicia.
Los letrados, cada uno en su trabajo; dan respuestas técnicas poco convincentes, en una justicia plagada de inverosimilitudes.
La carátula del caso, deja mucho por desear cuando la disponibilidad de los medios le permiten una contundente tipificación y la innegable alevosía con la que dieron rienda suelta a la verdadera personalidad de delincuencia asesina.
El rugby como deporte es neutro ante el hecho en cuestión. Si bien exige fuerza y destrezas propias de su exigencia deportiva, está totalmente alejado de la violencia que ponen de manifiesto los supuestos jugadores o mas acertadamente detractores del rugby.
Aquí cabe la aclaración que  el deporte, cualquiera fuere, nunca supone violencia.
Si los dirigentes, técnicos y otros estamentos en los clubes, desprovistos de un fin humano y social llevan a mal traer la inclusión de personas que no reunen las condiciones morales y éticas para practicar determinados deportes es responsabilidad ineludible de sus designios.
Cabe destacar  la responsabilidad en la formación de los jugadores, quienes sabedores de sus condiciones de fortaleza deben abstenerse en público de la aplicación de sus destrezas, a menos que se vea obligado a ejercer su legítima defensa.
Aparece, con total evidencia, la falta del control de los padres, que una vez en el hecho solo atinan a ejercer una lastimosa defensa buscando desesperadamente a quien le pueden cargar la culpa.
El comportamiento del grupo y los antecedentes de alguno de sus integrantes, si las autoridades no atinan a tomar serias y ejemplificadoras medidas; predisponen a crear un precedente de impunidad que atenta contra toda norma de poder vivir sin miedo y obligar a que se cedan espacios públicos y privados jaqueados por esta irreverente juventud que malgasta su porvenir con la ejecución de vandálicas acciones.
Se debe salvar lo mas preciado que es la vida y desde allí administrar la justicia necesaria para devolver la tranquilidad pública y enmendar el daño producido, a pesar que ello signifique el castigo necesario para los que osaron delinquir criminalmente.
Vaya a los responsables de la formación y contención de los jóvenes, para que las reglas y normas que aseguran la convivencia sean respetadas por todos y cada uno de los que integran la sociedad, para el beneficio de todos sus integrantes.
Debe quedar claro que lo que no suceda en la cuna del hogar, será el determinante del proceder en la vida en sociedad.
Papás!!!
Maestros!!!
Jueces!!!
Ocupar sus puestos!!!

Eder Pecile

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