La violencia en diferentes ámbitos sociales viene ganando territorio a ritmos alarmantes. Ahora bien, esa violencia en tiempo real puede llegar a ser abordada a través de la ley cuando se plasma en evidencias contrastables, sin embargo, existe un territorio en donde la violencia tiene lugar a diario y, a su vez, goza de una impunidad absoluta, me refiero a las REDES SOCIALES.
En efecto, esa violencia a la que llamaremos virtual y que se viraliza rápidamente hasta llegar a cualquier rincón del mundo en cuestión de minutos, es canal de reacciones humanas de las más llamativas y repudiables, ergo, basta con subir o compartir una determinada publicación de una conducta humana (por cierto quizás también repudiable e inaceptable) para generar una avalancha de opiniones violentas irreproducibles.

¡Sí, claro! Las REDES SOCIALES son territorio de nadie o tierra de nadie, como quede más cómodo decirlo. 
Una aclaración previa que debo hacer es que no está en discusión el derecho a la libertad de expresión de las personas, máxime cuando hoy en día el acceso a internet es un derecho humano en donde los ciudadanos gozamos de más de una red social para expresarnos, eso es sin lugar a dudas algo indiscutible, no obstante, lo que sí es debatible y discutible (más allá que no podemos negar que la cosa pública es de importancia de todos y no solo de especialistas y debemos expresarnos al respecto) es por qué la violencia virtual llega a tener hoy en día altos niveles de aceptación y tolerancia.

Debe quedar muy en claro que al presente internet no es solo un espacio de comunicación, sino que es un nuevo espacio social y, como cualquier espacio social, las conductas humanas que allí se desarrollan son impredecibles, tanto como en la vida real, incluso, llegando en ocasiones a la materialización efectiva de esa violencia. 

Las personas con frecuencia escriben y expresan en las REDES SOCIALES lo que normalmente no dirían en una conversación en tiempo real con otra u otras. Incluso, sacan a relucir su lado más oscuro a través de amenazas, rabia, odio, deseos de muerte, incitación a la agresión, etc. 

Por supuesto que la prohibición y el castigo no son ni deberían ser la única respuesta. Recordemos que simplemente prohibir o criminalizar un comportamiento no lo hace desaparecer como por arte de magia. Hay formas más adecuadas y efectivas para controlar la violencia en las REDES SOCIALES sin afectar la libertad de expresión.

Insisto en que la violencia (cualquier tipo de violencia) debe ser abordada siempre con diálogo desde el hogar (la educación se mama en la casa dice una expresión bastante popular). Es allí en donde las personas van formando su identidad personal y su forma de interactuar con el resto del mundo; si la violencia no tiene límites en la casa no esperemos que lo tenga en otros ámbitos de la vida cotidiana y, menos aún en el virtual en donde la desinhibición es por cierto casi absoluta. 

No hay dudas que las REDES SOCIALES llegaron para quedarse ocupando nuestras vidas cotidianamente, inclusive, reemplazando lugares que cuando no existían eran asiduamente visitados por las personas para interactuar con otras; entonces, como nuevo espacio social, merece ser considerado y tenido muy en cuenta por nosotros los ciudadanos para la promoción de la PAZ y la convivencia armónica y no como vía para actuar como en el viejo oeste.

Todo comienza en el hogar a través de la enseñanza a los niños y jóvenes de cómo manejar los diferentes aspectos de las REDES SOCIALES (me refiero tanto a los buenos como los malos) y prepararlos para un mundo cada vez más digitalizado en donde deberían actuar con tolerancia y respeto al prójimo sin dejar de expresarse; pues hay un verdadero peligro al culpar al medio (las REDES) por el mensaje o las manifestaciones de quienes no han sido educados en no reaccionar violentamente.