Columna de opinión

“El bullying, los niños y el rol de los adultos”

lunes, 2 de marzo de 2020 01:54
lunes, 2 de marzo de 2020 01:54

Hoy en día, los adultos que ya tienen hijos pueden recordar, incluso con anécdotas graciosas, su paso por la escuela primaria y secundaria como una etapa de risas, alegrías, amistad y aventuras sin otra preocupación más allá que no fuera la de estudiar.
Por supuesto que los tiempos han cambiado mucho y distan de lo que los adultos hoy en día tienen como recuerdos felices de su etapa escolar, pues en estos tiempos la violencia no sólo que es moneda corriente sino que también en el ámbito escolar o en la comunidad educativa (llamémosle así) esa violencia se ha intensificado.


Claro, para algunos niños el paso por el colegio ya no es un tránsito tan alegre.


Durante la etapa escolar cada niño, a partir de sus diferentes personalidades, va buscando un lugar de pertenencia dentro de los distintos grupos. A uno de ellos pertenecerá una vez ubicado y aceptado y seguramente permanecerá unido a él y estable por un par de años.


Obviamente, en tales grupos, encontraremos los distintos perfiles de chicos en razón de su personalidad: el inteligente, el gracioso, el popular, el tímido, el agrandado y también el “VIOLENTO” o los “VIOLENTOS”.


No desconozco que ya en mis épocas de colegio primario y secundario las burlas y el acoso escolar existían, no quizás en la medida y cantidad de hoy en día, pero existían y es por eso que no debemos restarles importancia nunca debido a las serias consecuencias psicológicas que provocan en las víctimas de hostigamientos y humillaciones sostenidas en el tiempo, sumado por supuesto a los castigos físicos, llevando en la gran mayoría de los casos a que los niños quieran abandonar la escuela y en otros (lo que es peor aun) a tener ideas autolesivas o suicidas.


Son muchos los síntomas que pueden manifestarse en los niños víctima de este tipo de violencia escolar, quizás los más cotidianos suelen ser la depresión, la tristeza, los dolores de cabeza o vómitos, el síndrome del domingo (ansiedad, angustia, inestabilidad emocional, miedo, sensación de vacío, tristeza, melancolía y una predisposición a centrarse en los aspectos negativos del mundo y la existencia pueden ser algunos de los síntomas de esta patología dominguera que, en algunos casos, puede llegar acompañada también de alteraciones físicas), miedo de ir al colegio o expresar excusas todo el tiempo para retirarse de él, alteración del rendimiento escolar, soledad, aislamiento, destruir cosas o elementos escolares, etc.
Por supuesto, son variadas las causas que originan estos ataques, pues las estadísticas señalan que a las niñas y adolescentes mujeres las atacan en un 45% por “belleza”, en un 25% por rendimiento escolar superior, un 15% por características físicas , un 10% por rendimiento escolar inferior y 5% por rendimiento deportivo inferior. En tanto, a los varones, en un 35% por rendimiento deportivo inferior, 25% por rendimiento escolar superior, 20% por belleza, 10% por características físicas y 10% por rendimiento escolar inferior.


Ahora bien, a todo esto debemos sumarle el rol que ocupa hoy el uso u abuso de la tecnología en la vida de los niños, que muchas veces tiende a exacerbar esta lamentable realidad.


Evidentemente, el rol de comunicación y control de los padres sobre sus hijos es fundamental, no sólo poniendo el foco de atención en potenciales víctimas de los niños, sino, principalmente, asegurándose de que no pertenezcan a estos grupos de niños acosadores ya sea participando en forma activa o pasiva, ergo, caso contrario, si legitiman estas conductas siempre justificando a sus hijos (como ocurre a diario), sin ponerles límites, permitiéndoles las faltas de respeto y conductas violentas no sólo a sus propios pares, sino también reaccionando agresivamente contra sus maestros o profesores cuando esos límites no son impuestos en el hogar, generándoles impunidad; quizás las circunstancias de la vida pongan límites a esa violencia injustificada y, por experiencia, los lamentos posteriores de esos mismos padres que no supieron hacerlo a tiempo (poner límites, ya sean tardíos).

(*) Rodrigo Morabito

0%
Satisfacción
22%
Esperanza
44%
Bronca
11%
Tristeza
0%
Incertidumbre
22%
Indiferencia

Comentarios

2/3/2020 | 12:41
#149006
Cuando era chico, iba a un colegio de Curas, no importa el nombre y me cagaron a palos ... no me perdonaron ni una, con la regla de madera en la punta de los dedos y de rodillas y los brazos extendidos por horas. no guardo rencor y aprendí a respetar a Dios, a mis padres y mis maestros... Gracias !
2/3/2020 | 08:28
#149005
Sr. Juez, en sus tiempos de niño como en los míos (muchos mas atrás), la autoridad de los padres se imponía. Y no solo con buenas palabras, sino con buenos chirlos. Hoy, las leyes progres, prohíben cualquier maltrato. Entonces, la culpa no es solo del chancho. A la realidad me remito, esos tiempos de maltratos paternos, dieron generaciones mas sanas que las actuales.

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