Columna de opinión del juez de Menores

Rodrigo Morabito: “El costado altruista de las cárceles”

lunes, 18 de mayo de 2020 02:19
lunes, 18 de mayo de 2020 02:19

Existe un imaginario colectivo respecto de las cárceles y las personas que allí se encuentran alojadas (producto de errores en la vida), de que son seres humanos despreciables y malos, sin ninguna clase de empatía hacia el resto de las personas que integran una determinada comunidad.  


Bueno, en verdad no hace falta estar privado de libertad para ser alguien difícil, despreciable o antipático. En el mundo hay muchas personas así que no llegan a estar privadas de libertad. Es parte de la vida y de las distintas formas de pararse ante ella y el resto de las personas.


Ahora bien, debo confesar que soy alguien que siempre cree que las personas privadas de libertad pueden redimirse ante la sociedad, como así también, que “toda legislación represiva saca su valor de la manera como es ejecutada la pena”, tal lo solía señalar Julio Herrera, aquel notable jurista y penalista catamarqueño.


El día de ayer se dio a conocer una noticia en uno de los medios de prensa local que  informaba acerca de que el Sr. Gobernador de la provincia al recordar a los distintos actores que contribuyeron para la inauguración del nuevo Hospital Monovalente “Carlos Malbrán” (otro notable catamarqueño del ámbito de la medicina) mencionó “que las camas fueron donadas y que internos del Servicio Penitenciario fueron quienes las restauraron”.


Sin dudas, aun cuando existan muchos pesimistas al respecto y respetando sus opiniones, que el primer mandatario de la provincia rescate este tipo de gestos, no es una cuestión menor; muy por el contrario, claro que las personas privadas de libertad desde el encierro en cumplimiento de su condena pueden contribuir en momentos difíciles como los que atravesamos para con la sociedad. 


El fin de toda pena de prisión no es tan solo que una persona privada de libertad adquiera la capacidad de respetar y comprender la ley como también la gravedad de sus actos y de la sanción impuesta, sino además (y a mi modo de ver crucial) procurar su adecuada reinserción social mediante la comprensión y el apoyo de la sociedad, lo cual, aclaro, nunca será comprender el delito en sí mismo y sus consecuencias negativas que por supuesto son y serán siempre dolorosas, por el contrario, tan solo detenerse a observar que las cárceles y las personas allí confinadas forman parte de este mundo y que aun a partir de sus errores pueden ayudar a mejorarlo, pues en definitiva ya han recibido una sanción y se encuentran cumpliéndola a través de la pérdida de su libertad y, sin dudas, entender de una vez y para siempre que “nadie conoce realmente cómo es una nación hasta haber estado en una de sus cárceles, ya que una nación no debe juzgarse por cómo trata a sus ciudadanos con mejor posición, sino por cómo trata a los que tienen poco o nada”(Nelson Mandela).

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