Columna de opinión

Adolescentes y violencia institucional

lunes, 10 de agosto de 2020 01:07
lunes, 10 de agosto de 2020 01:07

“Los excesos del Estado Democrático”: Valentino Blas Correa, un jovencito cordobés de 17 años de edad, que circulaba en un automóvil junto a otros amigos, fue asesinado de un tiro en la madrugada del jueves 6 de agosto por personal de las fuerzas de seguridad de la provincia mediterránea, luego de no detenerse en un control policial ya que aparentemente venían siendo seguidos por una motocicleta en la que se conducían dos sujetos, presuntamente con intenciones de robo o agresión debido a circunstancias que se están investigando.


Sin dudas, un nuevo caso de violencia institucional o de “gatillo fácil” como se le suele decir vulgarmente y con ribetes por demás repudiables, ya que se intentó plantar en la escena del crimen por parte de los agentes de las fuerzas, un arma para endilgarle a los jóvenes quizás un “supuesto intercambio de disparos” que rápidamente fue descartado, como así también, la rapidez con la que se limpió la escena del crimen según confirmaron testigos.


Desde que comenzó la cuarentena, en Córdoba se han contabilizado cinco casos de gatillo fácil. 
Ahora bien, me viene a la mente en estos momentos el caso Walter Bulacio vs. Argentina de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. El caso se refiere a la responsabilidad internacional del Estado por la detención arbitraria y posterior muerte del joven Walter David Bulacio, también de 17 años de edad al momento de los hechos. Asimismo, la falta de investigación, dilación indebida y sanción de los responsables de los hechos. 


En aquella oportunidad (año 2003) el Estado argentino fue condenado por el Máximo Tribunal Regional declarando su responsabilidad internacional por violencia institucional. 


Walter Bulacio había salido a un recital de Los Redonditos de Ricota y luego de una detención masiva fue trasladado y golpeado en una comisaría hasta encontrar la muerte. Valentino Blas Correa también salió a divertirse y encontró la muerte a manos de la Policía. Ambos tenían 17 años y toda una vida por delante. No estaban sospechados de ningún delito. 


Cuando se hace referencia a la “violencia institucional”, se da cuenta de un fenómeno más restringido de la violencia de las instituciones del Estado, pues abarca desde la detención “por averiguación de antecedentes” hasta las formas más extremas de violencia como lo son los asesinatos (el llamado “gatillo fácil”) y la tortura física y psicológica.


 Sin dudas, de los colectivos de personas en riesgo que más suele sufrir estas formas de violencia, es el grupo de los niños, niñas, adolescentes y jóvenes. La violencia contra este grupo de sujetos de derecho vulnerables se ejerce de muchas formas. Además, al no ser considerados aun por muchos (a pesar de los tiempos que corren) como sujetos de derechos y posicionarlos en condición de desigualdad, los niños, niñas, adolescentes y jóvenes suelen ser víctimas de hostigamiento por parte de personal policial. De esta forma, negando sus derechos, se los detiene arbitrariamente (por “averiguación de antecedentes”, “actitud sospechosa”, etc.), en ocasiones se los violenta y hasta se los asesina. Ejemplos sobran y si no, pensemos en Walter y Valentino. 


¡Sí claro!, el Estado Democrático de Derecho también carga con sus muertos; solo resta preguntarse ¿hasta cuándo?
Debemos comenzar a pensar la violencia y abordarla. Repensar las instituciones encargadas de brindar seguridad los ciudadanos a través del paradigma y preparación en materia de los derechos humanos es fundamental y necesario.

(*) Rodrigo Morabito
 

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Comentarios

10/8/2020 | 16:40
#149006
Todo tipo de violencia es reprochable y debería ser penada. Pero en Argentina, no hay castigos. Y las penas son muy blandas, a tal punto que la delincuencia sigue siendo rentable. Otro tema es que se debe educar al ciudadano para hacerlo responsable de sus actos. Toda acción tiene una reacción, expresó Isaac Newton. Y la vida en sociedad es igual. Toda acción tiene consecuencias, buenas o malas, y cada uno debe responder por ellas. Si no se hace responder por esas acciones, la persona no aprenderá más. Los hechos comentados en la nota, son reprochables, pero de ambas partes, tanto los cometidos por los policías, como los cometidos por los jóvenes, que no respetaron un control policial (si lo hubieran hecho, no habría un muerto). No iba a divertirse como dice la nota…Estaba incumpliendo la cuarentena. Y si bien no merecía la muerte, su acción tuvo consecuencias…No miremos un solo lado de los hechos. Las cosas pasan por algo, y en la mayoría de las veces, por algo ocasionado por nosotros mismos.