Columna de opinión por Rodrigo Morabito
¿Desahogo sexual? ¿Manada? ¿Chacales? ¿Monstruos? Las cosas, por su nombre
Términos tales como “desahogo sexual”, “manada”, “chacales”, “monstruos”, que se han venido utilizando en los últimos tiempos para caracterizar a los abusos sexuales a niños, niñas y adolescentes, son inexistentes para la ley penal e inapropiados desde el punto de vista práctico para caracterizar tales abusos, pues se corre el riesgo de que sean considerados esporádicos e excepcionales cuando en realidad son más comunes de lo que se piensa.
En efecto, no existen en todo el Código Penal Argentino términos de semejante magnitud, algunos de ellos, incluso, cargados de subjetividad machista y patriarcal.
El abusador abusa y no se desahoga sexualmente, el abuso sexual es grupal y no en manada, los abusadores son simplemente abusadores sexuales y no chacales o monstruos, son personas que abusan y los abusos sexuales son más comunes de lo que suele creerse, es por ello que a cada cosa debe llamársela por su correcto nombre.
La violencia sexual contra los niños, niñas y adolescentes es una grave violación de sus derechos fundamentales. Sin embargo, insisto, son más comunes de lo que parecen y una realidad latente en todos los países y grupos sociales; ergo, pueden ocurrir en los hogares (principal lugar donde se producen), escuelas, etc.
Por otra parte, los teléfonos celulares e internet también ponen a los niños en riesgo de violencia sexual, ya que algunos adultos utilizan internet para buscar abusar sexualmente de niños, niñas y adolescentes. También hay un aumento en el número y la circulación de imágenes donde se producen actos de abuso sexual en contra de esos niños y niñas. Los propios niños, niñas y adolescentes también envían entre sí mensajes o imágenes de contenido sexual en sus teléfonos móviles, modalidad conocida como “Sexting”, lo que les coloca en serio peligro de sufrir algún tipo de abuso sexual.
Ante estas circunstancias, dependiendo la forma o modalidad del abuso sexual, existe un esfuerzo para caracterizar algunos abusos sexuales con una terminología no prevista y absolutamente inadecuada que, reitero, los muestra como excepcionales o casi ajenos a una realidad que es, insisto, más común de lo que parece.
La realidad es que no existe un perfil psicológico del abusador sexual. Nadie diría, a simple vista, que son monstruos o que tengan algún tipo de enfermedad mental.
Es por tal razón que al abuso sexual hay que exhibirlo y llamarlo por lo que simplemente es, “UN ABUSO SEXUAL”, y mentalizarse de que es una realidad que debe ser visibilizada para poder abordarla y prevenirla adecuadamente.
(*) Juez de Responsabilidad Penal Juvenil. Profesor de Derecho Penal II (UNCA). Vocal Titular de la Mesa Nacional de Asociación pensamiento Penal. Miembro de Ajunaf. Miembro de la Red de Jueces de Unicef.