El fiscal Alejandro Gober indagó e imputó formalmente a Juan Carlos “Vitillo” Barrionuevo, el popular “estafador de los sanguchitos”, por el delito de grooming.

El sospechoso decidió guardar silencio ante el representante del Ministerio Público, quien decidirá hoy su situación procesal.

Cabe recordar que el caso se comenzó a investigar luego de que en Facebook, el senador de Valle Viejo José Luis Martínez diera a conocer que personas desconocidas utilizan su nombre para estafar.

En su comunicado, el legislador señalaba que “personas inescrupulosas” usaban su nombre y “se comunicaban por redes sociales ofreciendo trabajo y realizando estafas”.

A raíz de ello, la Fiscalía a cargo de Gober inició una investigación que pudo determinar que el sospechoso, conocido en el ámbito delictivo, enviaba mensajes de contenido sexual a una menor de edad.

Luego de averiguaciones, finalmente se ordenó la detención de Barrionuevo, quien al momento del arresto circulaba por avenida Los Terebintos, en la zona norte de la Capital. Además se logró el secuestro de un teléfono celular y una campera que estarían relacionadas con el hecho.

También, en un domicilio ubicado en la avenida Manuel Navarro S/N°, de la localidad de Santa Rosa (Valle Viejo), los policías secuestraron un dispositivo móvil con la línea telefónica que se encuentra ligada directamente con la causa que se investiga, un router, anotaciones con los números de las personas damnificadas y documentación personal a nombre del autor del hecho, que quedaron en calidad de secuestro a disposición de la Justicia interviniente.

Juan Carlos “Vitillo” Barrionuevo, también conocido como el “estafador de los sanguchitos”, fue condenado en diciembre de 2016 por la Cámara Penal Nº 3 a cuatro años de prisión efectiva y declarado reincidente por cuarta vez al ser encontrado culpable de dos hechos delictivos, uno de robo y otro de estafa.

Todas las condenas y causas que pesan sobre Barrionuevo tienen un común denominador: a través de engaños y sin mediar violencia, logró que los damnificados le hagan entrega de objetos de su interés.

La primera vez que se conoció sobre su accionar llamó la atención su proceder, puesto que el hombre preparó todo un ardid: llevaba paquetes de sándwiches a comercios o reparticiones públicas, asegurando que los recogería algún funcionario u otra persona.

El incauto compraba el paquete ya que éste le aseguraba que el supuesto “funcionario” vendría a retirarlo luego, al pasar el tiempo y al no venir nadie a reclamarlo, lo abría para encontrarse con que en su interior había desperdicios.