La interna peronista, definitivamente, se ha enrarecido. A las denuncias cruzadas por las listas de candidatos que, en homenaje a la verdad, casi nadie las conocía hasta 48 horas después del cierre del día viernes, se sumaron acusaciones que no hablan de reglas de juego claras. Unidad y Lealtad, que es el sector de Ramón Saadi y, por identidad, el más representativo de esta interna, ha amenazado con realizar impugnaciones y presentaciones penales por lo que, poco menos, considera un fraude electoral. Pero hasta en la misma Junta Electoral, según confiaron, existen disidencias que enturbian un proceso que, faltando 18 días para que se vote, tiene de todo menos de proyectos o plataformas electorales. Es más: la gran mayoría de la gente ni siquiera conoce al 20% de los candidatos, especialmente los del interior. Por lo tanto, si rápidamente no se pone orden, los comicios caminan hacia un fracaso estrepitoso.

Producto de la anarquía que reina en el PJ, a partir del cierre de las listas, ayer a la mañana aparecieron pintadas en numerosas paredes de la ciudad que hablan de un contubernio entre el barrionuevismo y el Frente Cívico. Concretamente, los manuscritos públicos acusan al líder gastronómico de haber entregado el PJ a la coalición oficialista, a través de dos personas que vienen de distintas vertientes: una es Jorge Moreno, el sorpresivo candidato a gobernador de la mal llamada renovación (el 99% de sus integrantes busca eternizarse en el poder sin dar lugar a algo nuevo), y el otro es el ministro de Gobierno, Javier Silva. Los cargos de traición y entrega, como otras veces, vuelven a levantarse con toda la fuerza. Lamentable.

Sea como sea la historia, lo mejor sería que rápidamente se busque un acuerdo entre las líneas provinciales que se han presentado (Ramón Saadi, Jorge Moreno y Antonio Greco) y que se brinde un mensaje claro a la ciudadanía. Si no ocurre tal cosa, nadie en sano juicio puede apostar ni un penique por la suerte de esta interna, que fue programada hace seis meses atrás y todavía no logra acuerdos.