La Biblioteca “Dr. Julio Herrera” es una institución centenaria. Lleva el nombre de un hombre visionario que entendía que el conocimiento debía estar al servicio del hombre y que una biblioteca presta un servicio ineludible a la sociedad que la cobija. Sin embargo, estuvo sumida en la postergación y el olvido. Muchos de los libros permanecieron durante años acumulando polvo, sin la debida clasificación y ordenamiento que permitiera la consulta por parte del público. Tampoco se realizaron acciones tendientes a la adquisición y actualización del material bibliográfico. Esto resulta paradójico porque sus señoriales salones de consulta siempre se vieron visitados por gran cantidad de asistentes: adolescentes, investigadores, lectores habituales o esporádicos.

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Hace un lustro, el edificio fue remozado, aunque el proyecto original no fue terminado. Un tema pendiente e impostergable es la habilitación de los baños para el público, por ejemplo. Sin embargo, es necesario destacar el impulso interno que hoy presenta la biblioteca. Luce limpia, ordenada, se ha reclasificado el material bibliográfico, se ha puesto a disposición del público el más completo catálogo de autores catamarqueños y una hemeroteca única, sólo por dar dos ejemplos. Todo este patrimonio estaba, sólo faltaba la aplicación de criterios modernos de bibliotecología, de un manejo profesional o, simplemente, de contar con el trabajo de quienes asuman el compromiso de cumplir con los objetivos por lo que fue creada.

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Aún queda mucho por hacer, por ejemplo dotar a la única biblioteca provincial de las herramientas tecnológicas que le permitan acceder al increíble universo de conocimientos disponibles o habilitar más salas que permitan trabajar selectivamente todo el material disponible. Existía un proyecto de habilitar todo el edificio del ex Consejo de Educación para este fin, falta la decisión política. Esperamos que se continúe con este rumbo y seguramente esa decisión no tardará en llegar.