Km 20/10

sábado, 16 de octubre de 2010 00:00
sábado, 16 de octubre de 2010 00:00

Nuevamente hay voces de alarma en torno al dengue, la enfermedad que produce el Aedes Aegypti y que tuvo a maltraer a los catamarqueños en el otoño de 2009, cuando se detectaron en el Valle Central más de 10.000 casos que, para aumentar los índices negativos, convirtieron a Catamarca en la Capital de provincia con mayor número de personas afectadas. Ahora, el Ministro de Salud de la Nación, doctor Juan Luis Manzur, ha revelado que, especialmente en la zona fronteriza con el Brasil y Paraguay, se ha desatado una verdadera epidemia, lo que impone reforzar las preocupaciones.


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Como se recordará, en aquella oportunidad, hubo una irresponsabilidad manifiesta de las autoridades al no anoticiar a la población sobre las necesidades de prevención contra la acción del terrible mosquito. Cuando se detectaron los primeros casos, el Gobierno escondió la información, para no afectar su campaña preelectoral de aquel entonces. La maniobra fue pagada por miles de catamarqueños que no tuvieron oportunidad de protegerse. Después, el mismo gobierno levantó el aplazo y puso todas las energías en combatir el mal. De esta forma surgió una copiosa publicidad, se realizaron fumigaciones masivas y deschatarreo, para lo cual hubo una colaboración importante de la población.


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El gobierno, ojalá nos equivoquemos, parece que ha olvidado del dengue. No es cosa buena. Sabemos que el mejor mecanismo para controlar la enfermedad, es la prevención y educación de la población respecto a medidas personales, tales como destrucción de los criaderos y protección contra la picadura de mosquitos de actividad diurna, incluso el empleo de mosquiteros, ropas protectoras y repelentes. En cuanto a los criaderos, lo común comprende recipientes naturales o artificiales en los que se deposita por largo tiempo en agua limpia, cerca o dentro de las viviendas, por ejemplo, neumáticos viejos y otros objetos como frascos, envases o floreros. Tampoco sabemos que se cumplan tareas de fumigación de los basurales, algunos de los cuales ya tienen dimensiones gigantescas, o en los sitios baldíos.
 

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