Columnna Política

sábado, 2 de octubre de 2010 00:00
sábado, 2 de octubre de 2010 00:00

Los vaivenes no terminan nunca dentro del peronismo. Lo dijimos en la edición del mismo jueves, el día que, supuestamente, se iba a refrendar un pacto para dar batalla dentro de la interna del 31-10-10. El acuerdo alcanzado, finalmente, fue otro y, por si fuera poco, con grietas tan profundas que nadie en sano juicio puede apostar que sea el definitivo. Es más, en función de objetivar, hay que animarse a hacer un gran preanuncio: el conjunto del peronismo irá fraccionado a las elecciones de 2011. Por un lado, posiblemente, vaya la orgánica con Luis Barrionuevo como candidato a gobernador y, por el otro, lo haga el Frente para la Victoria y sus aliados. Con ello, está claro, el radicalismo lugareño será el gran favorecido y, por ende, se convierte en candidato a retener la Gobernación. Pensar en otras lecturas políticas, o forzarlas, forma parte de puros anhelos, pero nunca de la realidad. Hoy por hoy, la geografía peronista se divide en dos y únicamente resta mensurar cuál de los dos pedazos es más grande, lo que, para bien o para mal, ya no podrá determinarlo la interna.

 


La determinación de la Nación de reforzar su propio espacio, conforme a una rápida “secreteada” realizada por esta columna, es materia opinable. Unos dicen que es lo mejor y recuerdan con énfasis el gran triunfo de 2005 del Frente para la Victoria, con la tripleta Pastoriza-Corpacci-Jalil puesta en los escaparates publicitarios. Otros, casi con resignación, enfatizan que si no hay unidad de acciones no existe futuro venturoso. Ambas posturas son entendibles, conforme el prisma por el que se las mire, pero lo cierto y palpable es que la interna del PJ se verá sensiblemente reducida por la ausencia de uno de los dos pedazos que referíamos en el bloque anterior.

 


¿Por qué la Nación llegó a este punto y no hizo esfuerzo alguno por establecer la unidad? Por una cuestión muy sencilla: nadie confía en refrendar un acuerdo con Luis Barrionuevo, porque temen sufrir las mismas consecuencias que en 2009, cuando el gastronómico cerró un esquema de unidad y, una vez que fueron confirmadas las listas, no dejó micrófono sin anunciar la derrota de la alianza Frente para la Victoria Justicialista y culpar a los Kirchner de todos los males. Hoy ese escenario desaparece: el representante duhaldista deberá medirse únicamente con expresiones menores o, en el mejor de los casos, acordar una alianza entre ellas para medirse después, en la interpartidaria, con los frentes “para La Victoria” y “Cívico y Social”.
 

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