Una gran ausencia de la interna del domingo, sin duda alguna, será la de Luis Barrionuevo. Hombre de recia personalidad, con poder real en distintos estamentos sociales, controvertido como ninguno y con habilidad política para convertirse, desde la nada, en personaje notorio, fue en los últimos veinte años figura central del peronismo. Es más: hoy en día es el conductor real y el dueño de todos los movimientos que se llevan a cabo dentro del PJ, incluso los referidos a la organización y programación de esta misma interna. El titular formal, Daniel Barros, y los demás integrantes del Consejo Provincial están allí, que nadie se engañe, por exclusiva decisión suya. “Lejos de Catamarca”, como dice la vieja canción de don Manuel Acosta Villafáñez, “Luisito” rumea el futuro convencido que hoy no puede perder tiempo con Catamarca.

******
Muy cerca suyo, gente de sus más caros afectos hasta asegura que ni siquiera vendrá a votar. Únicamente analizará los resultados, el número de votantes y las eventuales negociaciones que podrían establecerse de cara al futuro. Ahora bien, nadie puede soslayar que después de la interna quedarán flotando en el ambiente un par de interrogantes generales: ¿no será esta interna el final definitivo de Barrionuevo? ¿el ganador, sea cual sea, no tendrá acaso una posición dominante con respecto a su figura? ¿los pocos dirigentes que aún le son fieles, seguirán aceptando una conducción ausente y dedicada en un ciento por ciento a cuestiones ajenas a la propia Catamarca?

******
Las preguntas no surgen de mentes maquiavélicas, sino de boca de los propios dirigentes que, en Capital y el interior, danzan una sinfonía de incertidumbres. Los silencios prolongados o los gestos de desorientación son la única respuesta. Aparte, está claro, de los hechos concretos: Luis Barrionuevo trabaja todos los días en la campaña “Duhalde presidente” y, paralelamente, en un nuevo sueño: que su esposa Graciela Camaño se convierta en la candidata a gobernadora de Buenos Aires.