Columna Política

jueves, 7 de octubre de 2010 00:00
jueves, 7 de octubre de 2010 00:00

El anuncio del gobernador de La Rioja, en relación a la explotación de la minería, dado en forma exclusiva por El Esquiú, obliga a establecer comparaciones casi elementales con lo hecho en los últimos quince años en Catamarca, a partir de las cuales se desprenden diferencias notorias, algunas de las cuales, en el fondo, pueden ser las causales reales de la división que se ha establecido entre promineros y antimineros. Beder Herrera, un mandatario que ha revalidado sus títulos en la tierra de San Nicolás, ha dicho que firmará un contrato para la explotación del uranio, en el paraje Los Colorados, por el cual la provincia cobrará el 22 por ciento de las utilidades. Y dijo más: “este contrato es para que las empresas mineras vayan sabiendo que así son las cosas en La Rioja” (sic). El mensaje, sin filtros de ninguna naturaleza, significa que la provincia, o gana tanto….o no hay explotación.


Pensar en un 22% de las utilidades, lo repetimos, pone una distancia enorme con los porcentajes que se establecieron en Catamarca para explotar, por ejemplo, Bajo La Alumbrera. Dentro de la UTE conformada por YMAD y la minera, la primera se lleva el 20% de las utilidades y de ese total, Catamarca se queda con el 60% (el resto va para la Universidad de Tucumán y el gobierno nacional), lo que términos reales significa el 12%. Diez puntos de diferencia, del 22 al 12, cuando se habla de la danza de millones que significa la minería, es muchísimo dinero, tanto como que se puede llegar a pensar en cambiar radicalmente las condiciones de vida de los pueblos, lo que no ocurrió precisamente con Catamarca.


Las responsabilidades del pésimo negocio que se hizo con la minería es atribuible al gobierno radical de principios de los 90, pero no a éste que conduce Brizuela del Moral, quien al asumir, en el año 2003, se encontró con cuestiones legales que estaban totalmente definidas y a las que había que someterse. Los legisladores locales de aquellos agitados años del menemismo, fueron los que adhirieron a la Ley de Inversiones Mineras, con lo cual se hicieron trizas los sueños y anuncios de que la minería iba a convertir a Catamarca en un vergel. Beder también es político, pero, para “su Rioja” aparentemente quiere otra historia.
 

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