Columna Política

sábado, 9 de octubre de 2010 00:00
sábado, 9 de octubre de 2010 00:00

Por los disturbios de San José, son varios los que se rasgan las vestiduras sin acertar los reales motivos del conflicto. De principio a fin, desde diciembre 2009 a octubre 2010, de la primera a la última de las resoluciones judiciales, la situación estuvo impregnada de un componente que, de ninguna manera, puede ser soslayado por los políticos, pues son precisamente ellos los que han fogoneado un escándalo como el del jueves que, por si fuera poco, no fue espontáneo. Vamos por parte. Hernández fue elegida por el pueblo y ese mandato debe ser respetado, a no ser que existan situaciones extremas que deberían resolver los concejales, en el marco de la división de poderes. Esos supuestos son relativos. En su lugar, claramente, aparecen pujas internas del PJ, partido al que pertenece la señora Mónica, que se prologan en manejos discrecionales de los que no es ajeno el gobierno provincial, que aprovecha cada una de las refriegas de “los compañeros” para llevar agua para su propio molino, algo que solamente puede ser criticado del lado de los decoros republicanos.


Si una intendencia se convierte en “botín de guerra” de la interna partidaria, y la autoridad provincial busca apagar los fuegos con elementos de pirotecnia, los resultados no pueden ser otros que la trifulca que acompañó a la “Re-Re-Reasunción” de Mónica. Aparte, a nadie escapa que los revoltosos actuaron bajo los efluvios alcohólicos, después de una noche que alguien preparó especialmente para conseguir los resultados obtenidos. Por todo ello, sería bueno que la intendenta se dedique a trabajar en la misión que le encomendó el pueblo y, por la salud ciudadana, disipe ante la Justicia todas y cada una de las sospechas que pesan en su contra. Igualmente, que el gobierno frene el escándalo institucional haciendo lo que corresponde: si hay motivos reales, previa aprobación legislativa, debe intervenir el municipio sin pensar en costos políticos.


Días pasados, referimos un incidente que se habría producido en un hotel de calle República, después de alguna discusión política entre dos dirigentes peronistas. Dijimos en esa oportunidad, igual que otro medio gráfico local, que la controversia surgió por los alterados ánimos de la interna partidaria. Alfredo Carrizo, ex diputado provincial, negó terminantemente que haya participado de la discusión o que haya sido agredido. Incluso, dijo que ni siquiera estuvo en ese hotel y, honestamente, no hay por qué no creerle.
 

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