La inauguración de la Maternidad fue todo un logro de la administración radical porque, aparte de representar un nuevo centro de atención, descomprime al hospital San Juan Bautista y aporta cualitativamente en materia de salud. Lo único que no termina de convencer a los empleados y dirigentes del sector son los nombramientos que, en un número superior a los cien, fueron comunicados en forma paralela a la apertura del edificio de avenida Acosta Villafáñez. Argumentan que en el listado, al cual quieren conocer en detalle, figuran nombres que no responden a las necesidades específicas de la salud y que más se parecerían a compromisos políticos o privilegiar a los amigos.
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El reclamo, según explicaron, tiene que ver con el hecho que en el ámbito de la salud hay muchos trabajadores que, a pesar que llevan varios años, mantienen una situación laboral precaria. En ese orden, destacan a becados o contratados que alentaban expectativas de pasar a planta permanente con la apertura de la Maternidad. También se hizo hincapié en que se dejó de lado a gente que trabajaba en el propio hospital, pero, en todos los casos, hay que ver los criterios que se hayan utilizado para los nombramientos teniendo en cuenta las características del servicio.
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Donde sí existen coincidencias, sea entre los dirigentes o en la propia conducción de la Salud, es por la falta de enfermeras. El número que se requiere, en función de los internados, está lejos del ideal que se aconseja y ello es motivo de una queja permanente porque no sólo tiene que ver con la demanda laboral, sino con lo principal, o sea la atención de los ciudadanos que concurren a los cada vez más abarrotados hospitales públicos. Aparte, si el Estado reconoce los déficits existentes, por qué no los soluciona de una vez y los acomoda presupuestariamente, a favor de acallar las protestas y mejorar la atención. Decir que no hay plata, teniendo en cuenta los gastos que generan otros nombramientos, es presentar un argumento de justificación muy endeble.