Columna Política

sábado, 6 de noviembre de 2010 00:00
sábado, 6 de noviembre de 2010 00:00

Termina hoy la campaña de la interna justicialista. Sin mucho ruido, sin pomposos actos de cierre y sin declaraciones que hablen de proyectos reales se completa un proceso atravesado por inconvenientes de distinto rango. Por empezar, un alto porcentaje del peronismo, alineado con el Frente para la Victoria, está fuera de la interna y, por eso mismo, a los participantes les costó armar las listas de candidatos y, ciertamente, la oferta electoral no es la mejor. Para completar las penurias del partido de oposición, esta interna asegura su división en el próximo enfrentamiento con el Frente Cívico. Aquellas voces que hablan de arreglos ulteriores no tienen mayor consistencia: de aquí saldrán candidatos consolidados y que se harán respetar desde lo legal; en tanto que desde el Frente para la Victoria hay un mensaje más claro todavía: no queda nada para negociar. Ergo: cuando sean las elecciones, cada uno irá por su lado. A suerte y verdad.

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Los intendentes Morra (La Puerta) y Guaraz (Santa Rosa), en sus afanes de atraer votantes, han dicho que están dadas las condiciones para negociar, pero la verdad es diametralmente opuesta. Desde la Casa Rosada, incluso después de la muerte de Néstor Kirchner, se ha ratificado el rumbo de jugar solitariamente y que el peronismo lo haga por su lado, como ya ocurrió en 2005 cuando, paradójicamente, el Frente para la Victoria se impuso al Frente Cívico. Tan cierto es lo que afirmamos, en orden a que la interna no despierta curiosidad en el ámbito nacional, que ni los medios metropolitanos han dado cuenta de la disputa entre Jorge Moreno, Ramón Saadi y Antonio Greco.

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En ediciones anteriores referimos, a partir de los nombres de las listas, algunas conductas de incoherencia. Dejando de lado a la llamada renovación, que no renueva nada, está “Unidad y Lealtad” que, honestamente, no tiene ni una ni otra cosa. Hablar de unidad en el peronismo es casi un chiste y, en el sector de Saadi, la lealtad también es chistosa. Se trata de valores que solamente existían cuando el porfiado candidato era amo y señor de Catamarca.
 

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