Apuntes - KM 20/10

miércoles, 22 de diciembre de 2010 00:00
miércoles, 22 de diciembre de 2010 00:00

Las ocupaciones ilegales, la toma de terrenos fiscales y toda forma de apoderamiento de tierras por vía de la fuerza o los hechos consumados, están en el tapete por los recientes sucesos de Villa Soldati, Villa Lugano, Bernal o La Matanza. Además de concentrar ciento por ciento la atención de la prensa y de la clase política, el fenómeno ha derivado por caminos impensados, destapando situaciones que nunca fueron curadas del todo y que, apenas, permanecían ocultas. Por caso, el tremendo déficit en materia de viviendas que se mide en millones de necesidades, y detrás de él surgió con la fuerza de catapulta la falta de seguridad, la que ya dio lugar al nacimiento de un ministerio específico o la marcha de miles y miles de gendarmes para que patrullen las convulsionadas calles de la Capital y la provincia de Buenos Aires.
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El tema de las ocupaciones no es nuevo y tampoco es ajeno a la provincia. Aquí, desde hace años, se vienen produciendo ocupaciones y nadie las detiene o tiene interés de detenerlas. Una que se considera emblemática es la del barrio Santa Marta, que se conformó hace mucho a través de una ocupación ilegal a la que las autoridades le dieron la espalda. Como se recordará, esos terrenos pertenecían a un ciudadano que hizo la denuncia y, antes de su muerte, llegó a tener un fallo de la Corte de Justicia para que le desalojaran el amplio predio. ¿Qué hizo el gobierno? Ordenó una expropiación unilateral que terminó vulnerando los derechos de propiedad.
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Así como el comentado serían incontables los casos de usurpaciones. Los terrenos que pertenecían al ferrocarril, a lo largo y ancho de la provincia, fueron objeto de tomas, como la reciente de Chumbicha. Es que, además de la falta de control del Estado, se juntan las necesidades con el abandono y el resultado es uno solo. Como la toma de los monoblock de la avenida Los Terebintos, uno de ellos convertido en guarida de gente de vivir dudoso, según comentario de los propios vecinos. En síntesis: los catamarqueños sabemos mucho de okupas que, en estos tiempos, atormentan a los porteños.
 

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