A temperaturas más altas, más problemas

Crecen las quejas por los cortes de agua y energía

domingo, 26 de diciembre de 2010 00:00
domingo, 26 de diciembre de 2010 00:00

Las promesas de inminentes mejoras y soluciones en materia de suministro de energía eléctrica distan mucho de la realidad que viven miles de catamarqueños, que a diario padecen interrupciones en los suministros de agua potable y energía eléctrica.
La situación afecta prácticamente a todos los barrios capitalinos, en particular los de los sectores norte y sur, donde los apagones, más o menos extensos, son cotidianos.
Un problema trae el otro, ya que casi toda la ciudad se abastece de agua por estaciones de rebombeo y, sin energía eléctrica, el circuito se interrumpe, de modo que automáticamente centenares de hogares quedan sin agua.
La utilización de equipos como acondicionadores de aire, freezers y lavarropas automáticos es en muchos casos imposible, no sólo por los cortes sino también por la baja tensión, insuficiente para hacer funcionar los motores.
Por la tarde, los acondicionadores de aire no logran trabajar aún cuando permanecen encendidos.
La suba general del consumo marcha directamente contra la calidad del servicio, porque la cantidad de energía que se genera es insuficiente para abastecer a toda la población.
A contramano de los anuncios oficiales, no hay signos reales que permitan suponer que el cuadro vaya a superarse a corto o mediano plazo.
El ministro de Obras y Servicios Públicas, Juan Acuña, aseguró que las últimas obras, como la Estación Transformadora de Valle Viejo aliviará los problemas que padecen los vecinos de la zona Valle Viejo y el norte de la Capital.
Aún así, el problema de fondo, que es la escasez de energía, no se superará,.
El propio Acuña explicó que la ET del norte y del sur permitirá llevar la energía a más alta tensión, en 33 kw, rebajarla y distribuirla.
“No aumenta la cantidad de potencia sino la calidad” afirmó.
Ante este panorama, la mayor parte de los usuarios oscilan entre el malestar y la resignación, todo marcado por un claro sentimiento de incredulidad respecto a las soluciones reales y concretas.
En el caso del agua, la indignación surge por el desperdicio que se advierte por la rotura de caños en distintos barrios, donde las calles quedan intransitables por las lagunas que se forman, mientras en los hogares falta el vital elemento.
Los servicios públicos son, en líneas generales, un desastre, pero en el horizonte nada sugiere que la realidad vaya a modificarse.

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